El biógrafo no es un juez: Fabienne Bradu
En la escritura de Albert Camus no hay fechas para la verdad
La ambición de la semblanza no es hacer de los personajes héroes, sino seres humanos, con momentos de gloria y otros de sombra
Albert Camus luchó contra viento y marea, defendió sus ideas, su visión del mundo. Su concepción de la verdad no tenía fechas, no conocía reloj, no había circunstancias que impidieran que expusiera la verdad, señala la escritora Fabienne Bradu.
En conversación con Gaceta UNAM, agrega que el autor de El extranjero tuvo una vida sembrada de escollos y de éxitos. Su figura ha motivado muchos trabajos de carácter biográfico a su alrededor. “Un Premio Nobel siempre hace que se multipliquen los acercamientos hacia él, y entonces me daba pie para revisar lo que constituye el subtítulo de mi libro Los biófagos de Albert Camus. O cómo escribir una biografía.
Bradu cotejó materiales, libros, escritos, artículos, “toda esa parafernalia que existe en torno a un autor y mostrar a través de él todas las dificultades, lo que no hay que hacer en caso de escribir una biografía, y cuando podía indicar lo que sí se debe hacer. Mi pasión, mi aprecio por Albert Camus tiene muchos años de existencia, es un personaje de la intelectualidad francesa que me ha atraído, desde hace muchos años, por la integridad de su comportamiento y de su pensamiento”.
A Bradu le gustaría mucho que su libro fuera destinado sobre todo a los estudiantes de la UNAM y de otras universidades, “también los viejos pueden comprar el libro, pero lo escribí pensando en estimular en ellos esa doble pasión: por el personaje, por su obra, que la lean, se adentren en ella, y para incitar vocaciones de biógrafos, que hay pocos en México”.
Indica que la ambición de la semblanza no es hacer de los personajes héroes, sino seres humanos, que como todo el mundo tienen sus momentos de gloria y otros de sombra, viajan entre esas dos temperaturas. “Todas nuestras vidas son así, lo cual acaba con esa idea de las estatuas: tienen que ser estatuas de mármol para ser grandes. Creo que si las biografías nos sirven de algo es para ver que ese personaje, a quien admiramos, y cuya obra nos parece de gran valía, ha tenido dificultades y las ha vencido y saber cómo”.
Precisa que no debemos esconder la caída de esos personajes, “hay que mostrar cómo se levantan, eso es lo que nos puede enseñar algo, no es presentarlos inalcanzables, porque no nos enseñan nada; al contrario, nos disminuyen a todos, diciendo: ¡ay!, yo nunca voy a poder ser como Benito Juárez. Tal vez no lo somos, pero si sabemos que su vida fue difícil, fue sembrada por caídas, heridas, y ha salido. Eso es bueno en el caso de los escritores, también para los jóvenes, y por eso me gusta que ese libro sea destinado para los estudiantes: saber cómo uno se vuelve escritor. Un literato no nace de un día para otro, hay que trabajar mucho, hay que aguantar que nos rechacen artículos, libros, y por más que Albert Camus sea un hombre precoz, fue uno de los más jóvenes en recibir el Nobel, es el resultado del trabajo, de la constancia; cosa que a veces ignoramos cuando somos jóvenes.
En busca del escándalo
Bradu acota que tenemos una mala concepción del hombre. “Las partes más escandalosas del ser humano, los actos carnales, son los más compartidos entre nosotros, y de allí no resulta la singularidad del individuo, lo que la biografía quiere mostrar. ¿Por qué este individuo es único e irremplazable? Si una semblanza se queda en ese tipo de revelaciones puede alcanzar cierta publicidad momentánea, pero no está destinada a durar, y tampoco se pone al servicio de su personaje.
El biógrafo está siempre a su servicio, está para iluminar al personaje, no es para que él brille como descubridor o censor de una supuesta verdad. Quisiera llamar a eso la ética del biógrafo, es decir, evidentemente existen testimonios, uno encuentra correspondencias que se podrían explotar en ese sentido; pero el biógrafo, es mi concepción, es un ser que debe respetar a la persona que ha escrito esa obra que él admira, así como al personaje por sus acciones, y eso no hay que olvidarlo nunca. El biógrafo tiene prohibido herir, mentir, especular en vano, hay como una serie de mandamientos que debe seguir, pues no es un gendarme, no es un juez, un indiscreto, impertinente.
El libro Los biófagos de Albert Camus de Fabienne Bradu será presentado el domingo 24 de abril en el Centro Cultural Universitario en la Fiesta del Libro y la Rosa.