Cuatro especies del insecto cara de niño
En la UNAM, primera subasta de nombres científicos del país
Por primera vez en México se realizará una subasta de nombres científicos, cuya meta es apoyar el estudio y conservación de los llamados cara de niño, grillos niño, o niños de la tierra, insectos que son inofensivos y algunas de sus especies son endémicas de nuestro país.
Así como el carismático ajolote, estos organismos también merecen ser considerados como parte importante de Ciudad de México, afirmó Alejandro Zaldívar Riverón, investigador de la Colección Nacional de Insectos del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, quien ha estudiado su origen y evolución con base en información genética y morfológica.
Estos organismos (género Stenopelmatus) han sido erróneamente considerados venenosos debido a su tamaño y cabeza relativamente grandes, así como por sus prominentes mandíbulas, pero en realidad son inofensivos; “lo peor que pueden hacer es dar una fuerte mordida o rasguñar con las espinas de sus patas a quien intente agarrarlos”.
A pesar de ser ampliamente conocidos por diferentes culturas mesoamericanas desde tiempos prehispánicos, todavía se desconoce cuántas especies existen, así como diversos aspectos de su biología, aclaró el científico.
De ahí la importancia de continuar su análisis, lo cual requiere recursos. “En Estados Unidos, Europa y Australia hay toda una historia de realización de subastas, cuya razón principal es loable: recaudar fondos, pero sobre todo, crear conciencia de la relevancia de conservar las especies”.
Recalcó que hay interés de las empresas en la preservación de la biodiversidad, “y fue esa la razón por la que mi equipo y yo pensamos en organizar la subasta”.
Los ganadores de cuatro nombres científicos (uno para cada especie de cara de niño provenientes de Querétaro, Tlaxcala, Michoacán y Ciudad de México), ya sean personas altruistas, instituciones privadas o empresas, obtendrán diferentes beneficios como el reconocimiento por contribuir al conocimiento y conservación de especies y al inventario de los recursos naturales de nuestro país. Además, por tratarse de un donativo, es deducible de impuestos y, sobre todo, es un legado para la posteridad, un nombre científico que perdurará.
La subasta se realizará en el Pabellón Nacional de la Biodiversidad, en Ciudad Universitaria, en la segunda quincena de agosto próximo. La puja inicial será de 20,000 pesos por especie, y se seguirán ciertos criterios para designar los nombres: el principal es que no se podrán nombrar a las nuevas especies con términos que sean ofensivos, de burla o contrarios a los valores de respeto e inclusión de la Universidad Nacional, aclaró el investigador.
Con el monto recaudado, enfatizó, será posible continuar el trabajo de campo en la República mexicana, obtener ejemplares para reconocer más especies, realizar actividades de laboratorio a nivel genómico y conocer más de la evolución de este grupo de insectos en México y Mesoamérica.
Mala fama
Los cara de niño, manifestó Alejandro Zaldívar, son un grupo de especies que, a pesar de que algunas de ellas fueron descritas hace más de un siglo, han sido en general poco estudiadas. Su distribución abarca desde el norte de México hasta Centroamérica en Panamá, y una especie descrita en el norte de Ecuador.
Estos insectos son omnívoros: se alimentan de materia vegetal, principalmente raíces, así como de otros artrópodos, algunos de los cuales son herbívoros que afectan a las plantas de los jardines, por lo que su presencia es benéfica en esos espacios.
Las especies de este género por lo general habitan en zonas altas, montañosas. Se hacen más visibles en la temporada de lluvias y es cuando la gente, por desconocimiento, los mata.
Zaldívar Riverón indicó que hace algunos años su equipo de trabajo comenzó unos estudios a escala genómica y otros para conocer su morfología y cuántas especies había.
A la fecha, sólo se han descrito dos de cara de niño del género Stenopelmatus para el centro de México, pero los estudios genómicos arrojaron evidencia sólida de que hay más.
También se han obtenido secuencias del genoma mitocondrial de las poblaciones del centro de México, ubicadas en el Eje Neovolcánico, lo cual confirmó la existencia de varias especies desconocidas para la ciencia. Un ejemplo es la que habita en Ciudad de México y regiones aledañas.
Los cara de niño, externó el universitario, tienen una morfología conservada por lo que es difícil distinguirlos. Por eso, durante varios años no se reconocieron más especies de las que en realidad existen. Fue al analizar los caracteres morfológicos internos cuando se hallaron diferencias en los genitales masculinos de los insectos adultos.
Como resultado se describirán las cuatro especies nuevas para la ciencia, cuyos nombres a subastar serán designados bajo las reglas del código de nomenclatura zoológica, es decir, que se incluirá el nombre de la especie latinizado, entre otras normas. El elegido por el ganador de la subasta de cada especie podrá, por ejemplo, ser en honor de una persona, o en su caso, el de una empresa preocupada por la conservación y estudio de la biodiversidad.