Se estima que 48 por ciento de los pacientes tiene recaídas
Enfermedades mentales con mayor índice de mortalidad
Los Trastornos de Conducta Alimentaria, padecimiento al alza: se ha reportado que cada año se observan alrededor de 20 mil casos en el país
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), anorexia y bulimia, son las enfermedades mentales con mayor índice de mortalidad, incluso más que el suicidio. De hecho, se considera que una de cada cinco personas que mueren por esas conductas cometieron suicidio, las otras cuatro fallecieron por falla orgánica múltiple, apuntó Karla Edith González Alcántara, especialista de la Facultad de Psicología (FP).
La investigadora del Laboratorio de Salud y Alimentación de la entidad universitaria precisó que para que una persona con TCA llegue a la muerte suelen pasar años con ese padecimiento. Por ello, deberían considerarse enfermedades crónicas por los síntomas que no desaparecen en su totalidad.
Agregó que en un seguimiento de seis meses a personas diagnosticadas con esa conducta, se determinó que 48 por ciento de quienes acudieron a alguna intervención padecen recaídas. «Eso es algo que los expertos debemos considerar porque podría pensarse que no están sirviendo los tratamientos con los que trabajamos y atendemos a estos pacientes”.
Entonces, apuntó, hablamos de un trastorno que genera diversas consecuencias y, además, pareciera que es un problema de salud que está en crecimiento.
Como parte de su exposición Conductas alimentarias de riesgo, la académica universitaria dijo que anorexia y bulimia, además de ser consideradas conductas que los individuos inician a temprana edad –adolescentes y jóvenes–, están basadas, sobre todo, en un deseo de modificar la imagen corporal, especialmente para estar más delgados.
Una persona padece anorexia cuando rechaza o restringe el consumo o ingesta de alimentos, o bien realiza conductas compensatorias como el consumo de laxantes o vómito autoinducido, todo ello se refleja en un peso corporal por debajo de lo normal o esperado para su edad, y presentan una alteración de la percepción de su peso o silueta corporal. Mientras que los criterios diagnósticos para aquellos que sufren bulimia consideran que las personas tienen una ingesta de alimentos en cantidad superior a la de cualquier otro individuo en periodos cortos de tiempo, o lo que se denomina atracón, explicó.
Dicha conducta genera en los individuos una sensación de pérdida de control de lo que comen. Además, el atracón está relacionado con sensaciones como sentirse desagradablemente lleno hasta el punto de desear vomitar, “de pronto les da sentimientos de vergüenza o de culpa, por esas actitudes de comer de más, aunque no sientan una necesidad real de comer y aun así lo hacen, para después provocarse vómito o consumir laxantes y evitar el aumento de peso”.
Consecuencias
Karla Edith González refirió que son diversas las consecuencias asociadas tanto a la anorexia como a la bulimia, en particular si se presentan por un tiempo prolongado. Por ejemplo, podría desencadenarse anemia, cansancio, agotamiento y debilidad muscular, osteoporosis, cabello y uñas quebradizas, piel seca y amarillenta; así como disminución de temperatura corporal por la baja cantidad de calorías que los individuos ingieren, lo cual podría relacionarse con un crecimiento de bello en todo el cuerpo justo para tratar de mantener el calor que aparentemente no puede mantener por sí mismo.
Además, presión sanguínea baja, respiración y pulso lentos, y más a largo plazo infertilidad, daño al corazón y cerebral, y finalmente insuficiencia orgánica, es decir, “llega el momento en que por falta de nutrientes o por deshidratación severa, ocurre una falla multiorgánica”, alertó.
Precisó que es difícil determinar el origen de los TCA. “Aunque se ha avanzado en su conocimiento, sigue habiendo huecos y cuestiones por conocer los factores que los precipitan y mantienen. Por ahora, podemos decir que son alteraciones de origen multifactorial: biológicas, como cuestiones genéticas que se han considerado pudieran estar relacionadas, pero también por sobrepeso u obesidad; psicológicas, es decir, cuestiones de personalidad como baja autoestima, depresión, insatisfacción corporal y ansiedad, entre otras”.
Además de aquellos factores sociales relacionados con críticas sobre la apariencia, incluso que se haya sufrido bullying por ello, y la presión de la sociedad para ser delgado o alcanzar el ideal de delgadez, abundó la especialista.
En general, lo que se conoce de la epidemiología de los trastornos de la conducta alimentaria, es que suelen ser un problema más común o de mayor incidencia en mujeres adolescentes, aunque ello no significa que los hombres no presenten un TCA. Actualmente se han empezado a observar estos problemas en niños de cinco años. “Eso significa que si pensamos en las consecuencias físicas descritas, tenemos un foco de alarma todavía mayor al que teníamos hace algún tiempo”, mencionó.
Personas afectadas
Pareciera que la prevalencia de los TCA es relativamente baja; sin embargo, en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM por sus siglas en inglés) está marcado que el 0.4 por ciento de las mujeres adolescentes a nivel global presentarán anorexia y 1.5 por ciento bulimia. No obstante, resulta difícil conocer cuántas personas han sido diagnosticadas, peor aún, determinar el número de quienes realizan esas conductas.
En México, en 2017, se reportó que cada año aproximadamente se observan 20 mil casos de trastornos de la conducta alimentaria. En tanto que, en un estudio realizado en más de 200 países en 2019, hubo 13.6 millones de personas que presentaron un TCA, “aunque las prevalencias parecieran menores, en realidad hablamos de un número importante de personas afectadas por estos problemas”.
Expresó que los casos diagnosticados en el país son tan sólo la punta del iceberg de los trastornos mentales, puesto que son pocas las personas que llegan a atención especializada, mientras que hay una gran cantidad de individuos que permanecen sin diagnóstico y, por tanto, sin tratamiento. Lo que implica que los datos de prevalencia sobre TCA podrían ser nueve veces superiores a los registrados, aseguró.
Ante ello, reconoció la necesidad de que los especialistas comiencen a trabajar, no únicamente en personas con un diagnóstico de TCA, sino en tratar de identificar a aquellas que realizan esas conductas, para que las cifras de estos problemas de salud no se eleven y no lleguen a ser un trastorno de la conducta alimentaria, los cuales se han asociado también con depresión, ideación suicida y consumo de sustancias tóxicas, por lo cual es necesario empezar a identificar alteraciones o factores asociados con este fenómeno. También se requiere tener claro que se trata de una afección mental de la que quienes la padecen no pueden salir por sí mismas, requieren ayuda para ello.
Además, puntualizó, las personas con uno de estos trastornos no suelen buscar tratamiento y la gente que los rodea (familiares y amigos) suelen ver estos problemas como una cuestión de voluntad, o simplemente que no quiere comer.
Por último, González Alcántara consideró necesario seguir trabajando para generar intervenciones y estrategias de prevención mucho más eficaces. “Es importante que los psicólogos comencemos a percibir este problema de salud desde diferentes ángulos y no sólo enfocarnos en los TCA, sino trabajar en investigaciones en esa materia y generar nuevas intervenciones para evitar recaídas”.