

No debería alarmarnos que, entre más de 8 billones de personas que viven en el planeta, existan individuos como Donald Trump. De hecho, los hay y los ha habido recientemente en la Rusia postsoviética, en Bielorrusia, Kazajistán, Chechenia, Hungría, Polonia, Turquía, India, en el Reino Unido bajo Johnson, y en el Brasil de Bolsonaro en nuestra región.
No se puede olvidar que el actual presidente argentino ha dicho que su superhéroe es Donald Trump. Todos estos movimientos generados desde la llegada al poder de Vladímir Putin en los 90, no sólo buscan oscurecer la democracia, sino acabar con el Estado, al menos como hasta ahora lo conocemos. El “Deep State”, el Estado administrador, está en la mira de Trump.
Lo que en el caso estadunidense sorprende es el enorme apoyo electoral que llevó de vuelta a la Casa Blanca a este personaje. Efectivamente, Trump ganó no sólo el voto electoral con sus sobrados 312 votos, sino también el popular con sus más de 75 millones de sufragios. ¿Podría decir alguien que formalmente a esa elección le faltó legalidad, o que fue antidemocrática? Pareciera que no.
La pregunta sobre la que tenemos que reflexionar es, ¿por qué el electorado americano favoreció de ese modo a este candidato? Sin duda esos votantes se identifican y sueñan en ser como es el susodicho personaje: rico, poderoso, mentiroso, racista, macho, arbitrario, brabucón, deslenguado, demagogo, impertinente (blanco), y un largo etcétera.
Ahora ese electorado no puede esconder su predilección bajo el argumento de que no conocía antes a su líder, porque efectivamente lo conocieron entre 2016 y 2020. Para rematar, ahora este personaje es un delincuente convicto por un gran jurado. No cabe duda que la sociedad que lo apoya y anima está sumergida en la posverdad.
Lo que Donald Trump y sus seguidores –en donde hay jueces, fiscales y legisladores federales y locales, administradores– han hecho del Estado de derecho (Rule of Law) es francamente vergonzoso. Han dañado significativamente el principio de que nadie está por encima de la ley, ahora habrá que componerle un predicado que exprese, excepto Trump.
De pasada esos resultados judiciales parecieran confirmar el dicho de Trump de que todo, incluidos los procesos abiertos con motivo de los hechos del 6 de enero de 2021, fueron una acción de venganza y una cacería de brujas en su contra para impedirle participar en la elección. Qué pena, porque el Rule of Law es lo que, entre otras cosas, había hecho tan fuerte a Estados Unidos. ¿Será posible que el 50 % del electorado estadunidense esté convencido de que lo que ese día miró ciertamente no lo vio, y lo que oyó no lo escuchó? O aún peor, que todo fue un montaje o que a pesar de los pesares esos hechos no fueron importantes.
Las excentricidades, heterodoxia, nacionalismo, belicosidad y narcisismo de Donald Trump tendrían que encontrar a un México unido y digno”
La versión 2.0 de Trump por lo pronto difiere de la primera en varios sentidos: el presidente contará con mayorías republicanas en el Senado y continuará con la mayoría en la Cámara de Representantes. En esta última los republicanos sobrepasan a los demócratas por 220 contra 215, y en el Senado por 53 contra 47. De los 50 estados, 27 son gobernados por republicanos.
Esto significa que por lo menos en los dos primeros años de su mandato podrá lograr la aprobación de la legislación federal que materialice muchas de sus ofertas de campaña, aunque ciertamente no podría enmendar la Constitución que, de cualquier forma, como dice Richard Albert, es una Carta Magna del siglo XVIII francamente congelada. La enmienda 14 sobre la ciudadanía por nacimiento continuará, por lo menos en el corto plazo, en vigor.
El apoyo que tendrá Trump no sólo provendrá de la mayoría de los estados y del órgano legislativo federal, sino también del judicial. No podemos olvidar que de los nueve jueces que componen a la Corte Suprema, seis son de los llamados originalistas que tienen un pensamiento conservador y republicano, y que incluso tres de ellos fueron nominados por el propio Trump en la administración 45. Si ya lograron echar por tierra Rode vs. Wade, ¿ahora querían regresar a Dred Scott vs. Sanford? ¿Qué más no podrán lograr con la simpatía del ejecutivo?
A diferencia de la versión 1.0, ahora el titular del ejecutivo no tendrá que moderar sus pretensiones ya que no podría ser electo para un tercer periodo. Esto tampoco quiere decir que el trumpismo se agotará con el fin del periodo del gobierno de Trump. Una larga noche nos espera.
Las excentricidades, heterodoxia, nacionalismo, belicosidad y narcisismo de Donald Trump tendrían que encontrar a un México unido y digno, no como en 1847, cuando entre otras cosas entregó el 55 % de su territorio.
La emergencia de la frontera norte, las deportaciones masivas, la lucha militarizada contra las organizaciones criminales y los aranceles a las exportaciones son sólo el inicio de una época de gran prueba para México. Después de la gestión del presidente Polk, ésta puede ser la más compleja, dada la personalidad del presidente y de la mayoría de los miembros de su gabinete.
No quisiera sonar apocalíptico y nada me gustaría más que equivocarme en las consideraciones que anteceden. Pero por algo se dice que la mejor definición de un pesimista es la de ser un optimista con buena información.
Por ahora me da gusto ver que a nuestros repatriados se le recibe con una solidaridad que no se tuvo cuando fueron forzados a sumarse a la triste diáspora mexicana. El esfuerzo será también para no permitir que más compatriotas por las condiciones domésticas quieran dejar el país.
Para México, éstos son tiempos que deben ser de unidad, de dignidad, de una diplomacia responsable, inteligente, valiente, y de un liderazgo político democrático, incluyente y transparente.
*Coordinador del Programa de Apoyo a Mexicanos en el Extranjero de la UNAM
