Requerimos estrategias más eficientes
Es necesario estudiar la salud de manera integral
Más de 60 por ciento de las enfermedades son zoonóticas emergentes, y al menos 31 por ciento de ellas están asociadas a especies naturales
Las zoonosis (o enfermedades transmitidas de otras especies animales a los seres humanos) han demostrado no solamente la vulnerabilidad en la que nos encontramos cuando un microorganismo salta de una especie a la nuestra, sino la necesidad de tener un abordaje nuevo para estudiar la salud de una manera integral, considerando la humana, animal y ecosistémica como tres grandes partes de un sistema, indicó Gerardo Suzán Azpiri, investigador de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.
Solamente así se logrará un equilibrio que nos ayude a respetar la fauna silvestre, y prepararnos para afrontar próximas zoonosis con estrategias más eficientes, señaló.
Durante el seminario virtual Rafael Martín del Campo y Sánchez, organizado por la Facultad de Ciencias (FC), dedicado al tema Desafíos en conservación de fauna silvestre a raíz de la pandemia de Covid-19, Suzán dijo que más de 60 por ciento de las enfermedades son zoonóticas emergentes, y al menos 31 por ciento de ellas están asociadas a especies naturales.
El especialista enfatizó en la necesidad de recurrir a disciplinas emergentes como la biología de la conservación, que se desarrolla en respuesta a la crisis que enfrenta la diversidad biológica y busca mantener la biodiversidad, la estructura y funcionamiento de ecosistemas, y la resiliencia o la genética de la conservación, una ciencia multidisciplinaria que se crea en respuesta a la pérdida de diversidad genética, la reducción del tamaño de las poblaciones y se define como el uso de la teoría genética y sus técnicas en las problemáticas de la conservación.
Paralelo a todo esto surge la medicina de la conservación, una disciplina emergente que responde a la crisis ambiental y se enfoca en la intersección del ambiente, los hospederos humanos y no humanos, y de los patógenos, agregó.
El fin de estos abordajes es impulsar el concepto Una Salud, el cual es colaborativo, multisectorial y transdisciplinario, y opera a nivel local, regional, nacional y mundial, para lograr resultados óptimos de salud y bienestar, reconociendo las interconexiones entre personas, animales, plantas y su entorno compartido, detalló.
Destacó que hoy existen enfermedades muy precisas; por ejemplo, de tortugas, asociadas a fenómenos globales, y esta estrategia de Una Salud permite estudiar las interconexiones.
Suzán Azpiri recordó que, desde mediados del siglo XX, vivimos en una era geológica provocada por el ser humano, llamada Antropoceno, la cual sustituye al Holoceno, que empezó después de la última glaciación, hace unos 11 mil 700 años. “En cuatro mil 600 millones de años es la primera vez que la Tierra es afectada por una sola especie”, señaló.
Respecto a la fragmentación del hábitat y enfermedades destacó que el 75 por ciento de las muertes atribuibles a los padecimientos infecciosos corresponde a zonas de reciente expansión e intensificación agrícola en regiones tropicales del mundo, donde el riesgo de enfermedades emergentes es mayor, y la vigilancia de éstas y el acceso a la salud es limitado.
Conservación, estrategia preventiva
Suzán Azpiri consideró que la conservación debe ser una estrategia preventiva en todos los aspectos, y tras la pandemia es un buen momento para empezar a trabajar la ciencia desde esta visión colaborativa, interconectada e integral.
Reconoció que uno de los retos es aprender de la evolución y de los microbiomas, de los hospederos y patógenos prioritarios, para encontrar nuevas pistas.
“Se requiere integrar a los microparásitos como parte de la biodiversidad, incluyendo a los virus y priones ( proteínas que se producen de manera natural en el cerebro de las personas y los animales)”, sugirió el académico universitario.
En este tipo de ciencia de Una Salud sugirió compartir información y bases de datos en salud pública, animal, vegetal y cultural.