Esencial, romper con estereotipos de una delgadez “privilegiada”
La fobia y la discriminación hacia las personas con sobrepeso se ha convertido en un serio problema sociocultural en el que los prejuicios sobre los cuerpos no hegemónicos están rebasando el ámbito de las burlas y han escalado de forma preocupante a escenarios de odio y violencia.
Tzazil Valencia Oseguera, profesora-investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social, consideró que es esencial visibilizar esta problemática y romper con los esquemas y estereotipos que se han construido sobre los cuerpos gordos, para poder transitar hacia una sociedad de mayor tolerancia y respeto, en la que se enfatice que todos los cuerpos importan, independientemente de su peso, color de piel, género o nacionalidad.
“En una sociedad patriarcal como la nuestra, las personas con cuerpos grandes o gordos no tienen cabida, son imperfectos y enfrentan cotidianamente el rechazo social, en tanto que la delgadez son cuerpos privilegiados que, al cumplir con los estándares de belleza que nos han impuesto, se consideran perfectos y hegemónicos que por lo general caben en todas partes y acceden a las mejores oportunidades”.
La experta subrayó que los estigmas hacia los cuerpos gordos o no hegemónicos representan una forma de violencia social que los coloca en una condición de vulnerabilidad, misma que se manifiesta en experiencias de exclusión que limitan su desarrollo en los diferentes ámbitos de sus vidas, como el entorno familiar, la parte sexual o afectiva y de manera destacada el espacio laboral.
Añadió que las consecuencias del sobrepeso o la obesidad no son sólo físicas, sino también psicosociales; quienes enfrentan comentarios y situaciones de rechazo con afectaciones directas en su salud mental y emocional: estrés permanente, crisis nerviosa, ansiedad, depresión y baja autoestima.
Lugares con mayor discriminación
La investigadora comentó que los lugares en donde se presentan y promueven con mayor frecuencia las acciones de discriminación por la condición corporal de las personas son la familia, el ambiente escolar, las instituciones de salud y el ámbito laboral; sitios en donde uno esperaría mayor empatía, comprensión y apoyo social.
Los medios de comunicación, agregó, siguen siendo el principal espacio en el que se reproducen los estereotipos patriarcales y a las mujeres se les asigna e imponen estándares de belleza y perfección: si son blancas, jóvenes, con dinero y sobre todo delgadas se convierten en el modelo a seguir.
Valencia Oseguera lamentó que hayamos tenido que llegar a una lucha social por los cuerpos y que ahora las personas con cuerpos grandes tengan que alzar la voz para exigir respeto a sus complexiones y reivindicar sus derechos.
Indicó que para revertir esta tendencia es necesario reeducar a las nuevas generaciones y reforzar entre las y los jóvenes esa cultura de respeto y tolerancia hacia los cuerpos diversos de la misma forma en que se han logrado avances significativos en relación con la diversidad sexual, las cuestiones raciales o las creencias religiosas.
“Se requiere un cambio de chip en donde todos entendamos que no es necesario hablar de los cuerpos de las personas ni siquiera para decirle a alguien que se ve muy bien. Es importante reeducar de raíz para insistir en que los cuerpos hegemónicos no son los únicos ni los mejores, y que hay una diversidad de cuerpos, al igual que la hay de colores de piel y de razas. Debemos aceptar al otro o la otra sin discriminar”.
En esta tarea, resaltó, las universidades desempeñan un papel muy importante en la reeducación y deberán incorporar el tema a sus planes y programas de estudio, pero también en sus reglamentos internos y sus códigos de ética para evitar que el problema de la violencia contra los cuerpos gordos, siga creciendo.
Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017 del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, 5 de cada 10 niñas, jóvenes y mujeres han vivido discriminación o han sido agredidas por su tono de piel, peso, estatura, así como por su forma de vestir y arreglo personal, en lo que los expertos han identificado como violencia estética. Entre la población de 18 años y más, la prevalencia de discriminación por su apariencia física se ubica en 56.5 por ciento.
Asimismo, señala que 29.1 por ciento de la población de 18 años o más declaró haber sido discriminada por su complexión corporal (peso o estatura), siendo la segunda causa más común en percepción de discriminación en el país, después del arreglo personal o forma de vestir, que ocupa el primer lugar con 30 por ciento, en tanto que las creencias religiosas están en tercer sitio y con 28.7 por ciento.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021, nuestro país se ubica en primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil y el quinto en personas adultas, sólo por debajo de Estados Unidos, China, Brasil y la India.
El sobrepeso y la obesidad afectan a más de 75 por ciento de las personas adultas y 35.6 por ciento de la población infantil. El grupo de edad que presenta mayores niveles de obesidad es entre los 30 a 39 años.