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Se rompieron decenas de récords

México 68, los Juegos Olímpicos que hicieron historia

Marcados por la tragedia ocurrida 10 días antes en Tlatelolco, brillaron a nivel mundial por sus innovaciones, como el control antidopaje; además, en ellos se rompieron récords y paradigmas. Ahora recordamos algunos de esos momentos históricos.

Roberto Gutiérrez – Oct 1, 2018

Después de la masacre, fanfarrias olímpicas

Hace diez días, durante un mitin llevado a cabo en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, cientos de estudiantes, amas de casa, niños… fueron salvajemente masacrados. A pesar de todo, los planes no se han cancelado y hoy, sábado 12 de octubre de 1968, el presidente Gustavo Díaz Ordaz, desde el palco principal del Estadio Olímpico Universitario, declara inaugurados los Juegos Olímpicos de México, que conmemoran la XIX Olimpiada de la Era Moderna… A continuación, una banda militar interpreta, por primera vez, la Fanfarría Olímpica, compuesta por el músico mexicano Carlos Jiménez Mabarak.

La primera mujer en encender el pebetero

En medio de una estruendosa ovación del público que abarrota las tribunas, Enriqueta Basilio entra corriendo en el Estadio Olímpico Universitario, empuñando en lo alto la antorcha olímpica.

Mientras algunos deportistas que permanecían formados sobre la cancha rompen filas para tomarle fotos, la atleta mexicana recorre un buen tramo de la pista de tartán y comienza a subir acompasadamente una larguísima escalinata… Al llegar a la cumbre, Queta Basilio saluda al mundo y, luego, enciende el pebetero con el fuego olímpico traído desde Olimpia, en Grecia. Hasta hoy, ninguna mujer había sido designada para cumplir tan bello y emocionante ritual.

El Tibio y la hazaña que hizo vibrar a un país

Por el carril número tres, el soviético Kosinsky, campeón mundial de la prueba en disputa –la final de los 200 metros de pecho-, toca la pared de la Alberca Olímpica “Francisco Márquez” y se impulsa con los pies para nadar los últimos metros y triunfar. Sin embargo, por el carril número cuatro, Felipe El Tibio Muñoz lo empareja y, poco a poco, comienza a adelantarlo… El griterío del público es ensordecedor… A veinticinco metros de la meta no hay duda de que el mexicano ganará… Y sí: lo consigue, increíblemente. ¡Primera medalla de oro para México en estos Juegos Olímpicos!

Pilar Roldán, la primera mexicana en ganar una medalla olímpica

La esgrima no es un deporte popular en México. Sin embargo, desde los trece años, fascinada por la lectura de Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, María del Pilar Roldán lo ha practicado con pasión y fervor. Tanto que ahora en la Sala de Armas “Fernando Montes de Oca”, y luego de haber enfrentado a cinco esgrimistas de primer orden en la modalidad de round robin (todas contra todas), obtiene la medalla de plata en la prueba de florete individual y, de esta manera, se convierte en la primera mexicana de la historia en ganar una presea en Juegos Olímpicos.

Sargento Pedraza: un amargo segundo lugar

El andarín soviético Golubnichiy llega al Estadio Olímpico Universitario, seguido por su compatriota Smaga y, unos metros más atrás, por el sargento Pedraza.

El mexicano aprieta el paso y rebasa a Smaga por la derecha. Al sentir la cercanía de Pedraza, Golubnichiy acelera. Sin embargo, Pedraza está decidido a convertirse en campeón olímpico de los 20 kilómetros de caminata en su país y se prepara para la acometida final. Entonces, el soviético hace un esfuerzo extraordinario y comienza a alejarse cada vez más de su perseguidor…, hasta que gana. Dos milésimas de segundo después, mentando madres, Pedraza cruza la meta.

Romper la barrera de los 10 segundos

Los ocho corredores negros que disputarán la final de los 100 metros planos están listos en sus respectivos carriles. Cuando el juez, parado sobre un banco, les da la salida accionando una pistola de salva, salen disparados en pos del triunfo.

Todos van muy parejos, pero de pronto, hacia el último tercio de la carrera, por el carril número tres, el estadounidense Jim Hines se despega del resto de los competidores como impulsado por unos cohetes de propulsión a chorro y cruza la meta en primer lugar. Su tiempo –9.95 segundos- es un nuevo récord mundial.

El increíble salto de Bob Beamon

Bob Beamon se para frente a la pista de salto de longitud del Estadio Olímpico Universitario, echa hacia adelante la cabeza y emprende la carrera a grandes zancadas. Cuando llega a la marca límite, se eleva en el aire con inaudita facilidad. Un segundo después aterriza sobre la arena de la fosa, y aún da tres saltitos para salir de ella.

Nadie está preparado para un salto como aquél… Transcurren algunos minutos antes de que, con la ayuda de una cinta métrica, los jueces registren el resultado oficial: ¡8 metros, 90 centímetros! Bob Beamon se hinca y rompe en llanto.

Black Power, una consigna política ante todo el mundo

La ceremonia de premiación en el Estadio Olímpico Universitario ha dado inicio. Tommie Smith, quien acaba de imponer un nuevo récord mundial en los 200 metros planos, con un tiempo de 19.83 segundos, sube al podio y recibe la medalla de oro; lo siguen el australiano Peter Norman (segundo lugar, medalla de plata) y John Carlos (tercer lugar, medalla de bronce).

Entonces, cuando el himno de Estados Unidos comienza a sonar, los dos atletas estadounidenses bajan la cabeza y realizan el saludo del Poder Negro, levantando en alto un puño envuelto en un guante negro, precisamente…

Dick Fosbury: romper el paradigma

Dick Fosbury ha maravillado al mundo con su peculiar estilo de salvar la valla en la prueba de salto de altura. A diferencia de los demás competidores, él lo hace de espaldas.

Ya ganó la medalla de oro con un salto de 2.24 metros, pero ahora quiere romper el récord mundial de 2.28. Con la vista al frente, aprieta los puños como para convencerse a sí mismo de que sí lo logrará, emprende la carrera, se alza en el aire y… tira la valla con la cadera. No importa. El estilo Fosbury ha llegado para quedarse.

Al Oerter, el primero en ganar en cuatro Juegos Olímpicos consecutivos

En los tres anteriores Juegos Olímpicos -celebrados en Melbourne, Roma y Tokio-, Al Oerter ha ganado la medalla de oro en el lanzamiento de disco. Hoy, a sus treinta y dos años, luce en plenitud.

Luego de entrar en el círculo de lanzamiento, Oerter coge el disco con la mano derecha, toma impulso, da dos giros sobre su propio eje y lo lanza.

Un juez señaliza el sitio exacto donde cayó el artefacto y mide la distancia que ha recorrido: 64.78 metros. Nuevo récord olímpico. La hazaña se ha repetido por cuarta vez consecutiva…

Mamo Wolde, una sorpresa en la Maratón

Bajo un sol candente, setenta y cuatro atletas que se han reunido en el Zócalo de la ciudad de México comienzan a correr… La meta está a cuarenta y dos kilómetros ciento noventa y cinco metros de distancia.

Conforme avanzan por calles y avenidas de la gigantesca capital mexicana, unos se quedan rezagados y otros, de plano, abandonan, como el legendario etíope Abebe Bikila, ganador de esta prueba en Roma 60 y Tokio 64.

Del primer contingente, otro etíope, Mamo Wolde, se despega y, a final de cuentas, arriba solo al Estadio Olímpico Universitario para ganar la Maratón.

La primera clausura que terminó en fiesta

Una vez que la bandera olímpica, desplegada por cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar, sale del Estadio Olímpico Universitario y las luces del recinto se apagan, el fuego olímpico comienza a extinguirse en el pebetero, hasta que desaparece completamente. A continuación, una cascada de fuegos artificiales ilumina el cielo nocturno…

Las lucen se vuelven a encender y, mientras cientos de mariachis tocan el “Son de la negra” y “Las golondrinas”, los deportistas corren, se abrazan, bailan y se despiden del público. En el tablero electrónico se lee dónde y cuándo será la próxima cita olímpica: Munich 72.