Incluso en cuencas de río

Establece el tiburón toro guarderías en aguas semi-dulces

La filopatria, conducta de fidelidad de algunas especies al sitio de nacimiento, podría ser una causa de diferencias genéticas entre sus poblaciones

Lagunas costeras, cuencas de río y estuarios del Golfo de México y del mar Caribe se convierten en invierno en guarderías de las crías del tiburón toro, acostumbrado a la alta salinidad de los océanos.

Las hembras del tiburón toro, Carcharhinus leucas se introducen en aguas semi-dulces e incluso dulces y las utilizan como zonas de crianza, dice el doctor Píndaro Díaz, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL-UNAM).

Una vez preñadas, regresan a aguas con menos salinidad para depositar y resguardar a sus crías, que dos o cuatro años después, ya con un tamaño adecuado, salen a alta mar para continuar con su desarrollo, apareamiento y reproducción de la especie.

Conducta filopátrica

La fidelidad al sitio de nacimiento que tienen las hembras de tiburón toro se llama filopatria natal. Esa conducta filopátrica podría causar, después de varias generaciones, que las poblaciones de distintas lagunas costeras o estuarios tengan diferencias genéticas, básicamente en “el genoma mitocondrial”,

Las diferencias genéticas a nivel de la mitocondria, deben estudiarse para contar con información que permita diseñar estrategias de protección y conservación de las poblaciones de esta especie que se pesca comercialmente, señala el investigador del ICMyL.

Si hay poblaciones genéticamente distintas, se deben administrar cada una con regímenes separados, porque la fertilidad o la capacidad de reproducción y el crecimiento o la capacidad de alcanzar la madurez en determinados años, vienen determinadas por su genética.

Dos poblaciones genéticamente distintas van a poseer diferencias en esas características: tal vez una se reproducirá más y en menos tiempo, y con mayor talla, que otra. Estas cualidades son de interés para las pesquerías, mismas que “buscan siempre capturar los organismos más grandes”, por lo que el impactar a las poblaciones lo menor posible es determinante.

Una población única

Abundante en el Golfo de México y el Caribe, el tiburón toro se explota de forma intensa no solo por su aceite y carne, “muy apreciada en el mercado nacional”, sino por su valor agregado de exportación: sus aletas se utilizan en China para hacer una sopa tradicional.

Además de su valor comercial y turístico (nado con tiburones en Playa del Carmen, Quintana Roo), el tiburón toro es ecológicamente importante; sobre-explotar las poblaciones de este depredador tope, afecta las cadenas alimenticias de los ecosistemas marinos.

Aún cuando existen medidas que lo protegen, el tiburón toro es una especie vulnerable debido a su captura comercial y su bajo potencial reproductivo, la contaminación y el deterioro de su hábitat. Por lo mismo se ha catalogado como especie amenazada.

Por eso, Píndaro Diaz y otros colegas investigadores tratan de identificar cuáles son las lagunas costeras, estuarios y cuencas del Río que utilizan como áreas de crianza en el Golfo de México y Caribe, a fin de proponer medidas de conservación

También, al muestrear y comparar las secuencias del ADN mitocondrial de individuos de la bahía de Chetumal, Quintana Roo, con algunos de Campeche (Laguna de Términos) y Veracruz (Laguna de Tamiahua), así como de Louisiana y Florida, en Estados Unidos, incluso de Brasil, “nos percatamos que esa población de Chetumal es genéticamente distinta” y “única en el Caribe”, y por tanto “requiere de un régimen especial de protección”.

Es una población distinta, explica el doctor Díaz, porque al secuenciar el genoma mitocondrial (mismo que solo se hereda de la madre), se encontraron muchas diferencias en los nucleótidos del ADN mitocondrial de individuos juveniles de tiburón toro en Chetumal con respecto a los de poblaciones “tan cercanas” del Golfo de México y del Caribe. Asimismo, al compararlas con las de Florida y Brasil “se incrementó todavía más el número de diferencias”.

Actualmente Píndaro Díaz y su alumna Nadia Sandoval analizan el genoma completo de la población de Chetumal y de otras del Golfo de México para determinar si esas diferencias provienen de la filopatria del tiburón toro.

Aclara que si bien unas diferencias son causadas por la filopatria, existen otras por que las poblaciones son evolutivamente distintas; esto es, se separaron en un tiempo anterior. Para saber que tan diferentes son, hay que examinar “el nivel de diferencias”, porque pueden incluso llegar a nivel de subespecie como ha ocurrido con otros tiburones.

Puede ser que a lo largo del tiempo se hayan diferenciados por alguna barrera oceanográfica o geográfica que impidió la “mezcla” entre las poblaciones del Golfo de México y el Caribe. Si es el caso, hay que determinar cuál es el régimen de manejo de protección adecuada para cada población.

Sin saber cuánto se pesca

—¿Este conocimiento tiene importancia para la comercialización y la protección de la especie?

Si, porque en la medida que logremos preservar a buen nivel el número de individuos en las poblaciones, esta especie va a seguir siendo capturada. Y por tanto, seguirá generando recursos para las comunidades pesqueras.

Si no tienen un régimen de protección adecuado y llegaran a desaparecer, además de no estar disponible comercialmente, su ausencia va a causar alteraciones en los ecosistemas y “será un bagaje genético que se perdió”.

—¿Cuánto es lo permisible pescar en porcentajes, considerando la unidad de pesca?

Está en función del tamaño mismo de las poblaciones. Por ejemplo, no puedes capturar lo mismo de una población de atún que son numerosos, que de una población de tiburones, porque éstos crecen lento, tardan muchos años en madurar sexualmente y tienen pocas crías. Así que si capturas el 50% de la población, difícilmente se va a recuperar.

En cambio, el atún tiene características biológicas totalmente contrastantes. Crece muy rápido, se reproduce a lo largo del año y alcanza su madurez sexual en el segundo año de vida. Por tanto, lo que tú captures, fácilmente se va a recuperar en los siguientes años.

Se estima que se puede capturar más o menos de un 10 a un 20% del tamaño de la población, sin mermarla. Ese porcentaje depende de las características biológicas de las especies.

—En el caso del tiburón toro ¿se mantiene esa unidad de pesca o se sobre explota ?

Justamente eso queremos saber. A parte de nuestros estudios de genética, colaboramos con otros colegas para determinar cuánto se pesca. El problema es que no se sabe cuánto y eso aplica para casi todas las especies de tiburón.

Para poder saber cuánto y de qué se captura es necesario saber primero qué especies se están capturando. Además, de muchas simplemente se toman las alertas y se tiran el troncho o tronco en alta mar (práctica que está prohibida) o se descarga en el puerto o la playa.

Debido a que las aletas y cabeza son esenciales para su identificación, así “es muy difícil saber de que especie se trata”. Y eso deja un vacío de información, por lo que no es posible hacer estimaciones precisas de cuánto se captura.

Contar con información de qué y cuánto se pesca, así como de la genética y ecología del tiburón toro, puntualiza Píndaro Diaz, resulta relevante para no sobre explotar comercialmente las poblaciones, implementar medidas de protección y conservación de la especie y su hábitat (zonas de guarderías) y saber si el Golfo de México y el Caribe son regiones biogeográficas que tienen fauna evolutivamente distinta.

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