Estrenan en cines La Paloma y El Lobo

La producción de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas aborda las consecuencias de la violencia y el narcotráfico en una joven pareja del norte del país

El próximo 22 de abril la multipremiada ópera prima del cineasta Carlos Lenin, La Paloma y El Lobo (2019) llegará a las pantallas de cine del país por medio de la distribuidora PIANO.

El largometraje producido por la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) obtuvo el Puma de Plata a Mejor Película en la décima edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM), el Swatch Art Peace Hotel Award en el Locarno International Film Festival y el premio principal del Cabos International Film Festival.

La ENAC detalla en su sitio web que la película sucede “en un barrio popular rodeado por industrias abandonadas, Carlos y Paloma han olvidado cómo quererse. Entre la nostalgia y la melancolía por las promesas de un futuro que quizá no les pertenece, lucharán por recuperar el amor que se ha diluido.”

Carlos Lenin, nativo de Linares, Nuevo León, explicó en entrevista para Gaceta UNAM que las experiencias vividas en su ciudad natal ayudaron a conformar la estructura del proyecto, y buscó junto con Diego Tenorio, fotógrafo del largometraje, la manera en que los paisajes del lugar dieran forma a la estética del mismo.

“Mi tesis era la historia de un reencuentro de amigos, que sucede en el pueblo que yo crecí, Linares, Nuevo León, con las implicaciones propias del carácter de la gente que vive ahí. Realmente hablo de mí. Me interesa abordar este tipo de relatos, estas historias mínimas, en el caso de mi tesis: la amistad, además de cómo el tiempo termina por diluir ese vínculo, lo cual no está mal. Es una regla natural. La película era una carta de despedida al Carlos de esos tiempos y lugares, que son parte mía.

“Por eso llegué en La paloma y el lobo a este relato en específico, una historia de amor que sucede en esos paisajes donde crecí. Parte de situaciones que mis personajes viven en la película y que no me son ajenas, para bien o para mal conforman quién soy hoy”, precisó en el marco del décimo FICUNAM y añadió: “me interesa compartir, como aspirante autor cinematográfico, las experiencias que viví en mi tierra, las situaciones y sensaciones que he vivido”.

“Fue una vereda que creamos, un camino que decidimos andar y que nos llevó al relato. Tiene resonancias con mi vida, porque estoy hablando de mi región y experiencias. Me corresponde contar estas historias y permitir que la forma cinematográfica emane de estos espacios y lugares, no sólo limitarme a contar lo pasado. Como cineasta tercermundista latinoamericano debo intentar que la forma transforme el relato, hay que apropiarla desde la región, desde lo vivido.

“Siendo de Linares, y orgulloso de ello, me parece importante que, al asumir nuestros privilegios como cineastas, nos esforcemos para crear las condiciones específicas de producción que permitan emerger a nuevos cineastas de distintas latitudes. Cineastas de Nuevo León, Tamaulipas, Sonora, Oaxaca, Michoacán, Guerrero y que cuenten sus experiencias. Son miradas y espejos que nos perdemos como espectadores, si no hay diálogo con las distintas realidades que componen la multiculturalidad mexicana, va a ser difícil que avancemos, no sólo como artistas, sino como sociedad”, recalcó el realizador emanado de la ENAC.

Esta decisión llevó a que el equipo de La Paloma y El Lobo abordara la violencia que se vive en el país como un personaje más dentro de la trama, nunca de manera explícita porque sus consecuencias son palpables a lo largo de su duración. “Queremos que la violencia sea entendida como un personaje, una atmósfera permanente que envuelve todo. No es un golpe, un chisguete de sangre o una cicatriz. No me interesa mostrar eso”, comentó Lenin.

La película de la ENAC se distingue así de otras ficciones sobre el narcotráfico que han llegado a la pantalla chica y grande en los últimos años, dedicadas a mostrar sólo una parte del fenómeno. Los sucesos observados por Lenin en su tierra natal le impiden seguir el mismo camino.

“Tener de frente todo el tiempo las consecuencias y la brutalidad a la vuelta de la esquina, es una circunstancia muy difícil, creo que como cineasta sería un error limitarme a sólo contar lo que ha pasado, a retratar la violencia explícita y decir: esto pasa. Tengo que compartir mis miedos más profundos, las sensaciones encima mío, que me han envuelto durante años y cada que regresó a casa”, mencionó.

“No me parece que estas películas (las dedicadas al entretenimiento), me representen. No me parecía que tuviesen claro el punto de vista del relato, más allá de que fueran buenas o malas. Yo traté de ser lo más honesto con mi película y, como equipo, intentamos posicionarnos frente a la violencia”, añadió.

Lenin espera que a futuro el cine mexicano siga explorando las consecuencias de la guerra contra el narcotráfico iniciada durante el mandato de Felipe Calderón, así como las razones por las que el tejido social se desgarró hasta el punto de que nos encontramos actualmente, ensimismados por la violencia cotidiana, sumidos en la insensibilidad, justo como el protagonista de La paloma y el lobo.

“Se ha hecho mucho cine alrededor de esto, pero no sé si las imágenes han logrado profundizar en las consecuencias de la violencia. En el tiempo y cómo andamos por ahí caminando por vida como seres incompletos, incapaces de sentir. A eso hay que sumarle todas las implicaciones que hay, hablando de mi género, de lo que significa ser hombre en México, criado y construido con conceptos violentos, arcaicos. Somos una sociedad violentada por las reglas económicas, políticas y sexuales, además tenemos que cargar con una autocensura permanente, lidiar con el miedo a hablar, a decir las cosas. Se nos educa como si no mereciéramos decir las cosas, hay que cuestionarnos eso desde el miedo y no de las imágenes violentas”, finalizó.

Nuevos proyectos

Carlos Lenin se encuentra actualmente preparando su segundo largometraje, el cual lleva por nombre Dios y la cumbia del Diablo. El proyecto obtuvo el Premio Piano como parte de las actividades del Fondo Fílmico Gabriel Figueroa – Cine en Desarrollo de la novena edición del Cabos International Film Festival.

El director ha indicado que Dios y la cumbia del Diablo será una continuación de su primera ficción y explorará los efectos de la violencia, el amor y la paternidad no deseada en su ciudad natal.

La sinopsis con la que participó el proyecto en el Festival de los Cabos apunta: “entre balaceras y cuerpos decapitados, unos danzantes matachines conocidos como Soldados de la Virgen dedican sus actuaciones a Dios y a su eterna promesa de abundancia. Celso es uno de ellos. Baila cumbia y toca el acordeón mientras que el mundo arde. Un día, él y su hijo Mateo, son secuestrados para llevarle música de cumpleaños al Diablo. Sediento de felicidad, Celso le vende su alma”.

El realizador declaró en su proyecto entregado al festival que es necesario a futuro que los cineastas se reinventen “mientras transformamos el mundo. Pienso que el futuro del cine se trazará como boceto o posibilidad, o esperanza a través de la diversidad temática, discursiva y formal. Un cine construido por la multiplicidad de miradas”.

“Si bien el panorama luce complicado y es muy difícil crear imágenes cinematográficas que nos representen, cada día se generan espacios más incluyentes y plurales. Esta pluralidad crítica lo cuestiona todo y nos permite crecer y desarrollar otro tipo de exploraciones narrativas y formales. Nuestra realidad está cambiando y nuestro cine también”, añadió

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