Estreñimiento, problema de salud no cuantificado en México
Su atención médica en Estados Unidos representó un gasto de casi un billón de dólares anuales en el año 2000; El estreñimiento y gastritis son las dos enfermedades funcionales del intestino más frecuentes en México.
En el mundo, entre 14 y 20 de cada 100 personas padecen estreñimiento. Aunque hay diferencias regionales, dice el doctor Enrique Coss Adame, investigador en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
En países del Sudeste asiático, por su dieta y estilo de vida, la prevalencia es del 5 al 7%. En occidente (Europa y Estados Unidos) es del 14 al 17%, apunta el académico de la UNAM. Tres estudios de 2006 reportan para México una prevalencia de14.4%. Sin embargo, una encuesta a tres mil personas, realizado por SIGAME (Síntomas Gastrointestinales en México), indica un mayor porcentaje de estreñimiento, 22%.
Uno no se muere de estreñimiento, pero altera la calidad de vida, propicia ausentismo laboral y causa pérdidas económicas en lo familiar y en lo institucional. “Desafortunadamente es un problema de salud pública no cuantificado en México”.
En Estados Unidos, a inicios del año 2000, se reportó un gasto anual de aproximadamente un billón de dólares por la atención médica y medicamentos para pacientes con estreñimiento. En cada uno se gastó, más o menos, de mil 500 a siete mil dólares anuales.
Para Coss Adame, el estreñimiento es un problema de salud costoso y generalmente no bien diagnosticado en la mayoría de los pacientes estreñidos.
Tipos y subtipos
El estreñimiento puede ser un síntoma y a la vez una enfermedad, señala Coss Adame, profesor titular del curso de alta especialidad en motilidad gastrointestinal de la UNAM.
Quien nunca se estriñe, hace un viaje trasatlántico y ya en su destino “no obra” en uno o dos días y luego se regulariza, padece un síntoma de estreñimiento agudo. Cuando es enfermedad se clasifica en estreñimiento primario (no hay factor claro desencadenante) y en estreñimiento secundario (es consecuencia de otra enfermedad, como la diabetes).
El estreñimiento primario se divide en tres subtipos. Uno es el estreñimiento de tránsito normal. Todos los días uno evacua pero con cierto esfuerzo, se siente bloqueado o que “no fue suficiente”.
Estreñimiento de tránsito lento es “de días y días sin evacuar”. Comúnmente afecta a mujeres jóvenes. Hay una disfunción del colon o del sistema neurológico que controla este músculo del intestino.
El tercer subtipo de estreñimiento primario es la defecación disinérgica. Normalmente, cuando uno puja, aumenta la presión en el abdomen, que se trasmite al recto y se relajan los músculos pélvicos. Por el contrario, en el caso de la disinergia, pujar tiene un efecto contrario: en vez de abrir, cierra los músculos del ano y del piso pélvico.
Estreñimiento crónico (primario o secundario) es cuando hay más de tres meses con síntomas de tránsito alterado o defecación problemática.
La lista de enfermedades que favorecen el estreñimiento secundario es grande. Entre ellas, reflujo gastroesofágico, síndrome de intestino irritable y gastritis, así como Diabetes Mellitus, Mal de Parkinson, Esclerosis Múltiple… y depresión: “un antidepresivo te puede estreñir”.
No hay “intestino perezoso”, aclara Coss Adame, sino una disfunción del colon que no favorece su contractibilidad. Este es un subtipo de estreñimiento, que en vez de adjetivar, Coss Adame lo llama “de tránsito lento”.
Se postula que las mujeres padecen más este subtipo de estreñimiento por problemas hormonales. La progesterona, hormona predominante en la segunda fase del ciclo mensual, relaja no solo el músculo liso del útero, sino también del colon y del intestino, causando propulsión baja y tienden a estreñirse.
El llamado “intestino perezoso” o estreñimiento de tránsito lento “es más infrecuente” (con un 10 al 15 por ciento de prevalencia) que el estreñimiento de tránsito normal (entre 60 y 70%). El porcentaje restante es de defecación disinérgica.
Tres mitos
Coss Adame señala tres mitos sobre el estreñimiento.
1. Gente con cinco días de estreñimiento, no come por miedo a una ruptura intestinal (puede ocurrir en caso de semanas). Sin embargo, la restricción alimentaria favorece más el estreñimiento y comer estimula más la contracción del intestino.
2. Tampoco es cierto que no poder defecar (“si no me salen las toxinas”) genera cáncer. Estudios en personas con y sin estreñimiento, pareados por edad y sexo, indican que el “riesgo promedio” de esta patología es el mismo en todos.
3. “Se me va a torcer mi intestino y necesitaré una cirugía”. En la mayoría de los casos no se requiere. “Mala praxis” son las cirugías “muy liberales”. Sólo en algunos casos de estreñimiento de tránsito lento y de obstrucción del tracto de salida, se requieren.
Con tres maniobras sencillas se puede prevenir o mitigar el estreñimiento: consumir agua (litro y medio o dos al día) y fibra natural (verduras y frutas), así como movilizarse. El ejercicio aeróbico moderado o caminar 30 minutos al día fomenta el movimiento del intestino. “El ejercicio extenuante también estriñe”.
Si no funciona esto, hay que consultar al médico para que determine la etiología y el tipo o subtipo de estreñimiento, ya que según sea el caso el tratamiento es completamente diferente.
Se deberá “suplementar fibra adicional”, que es soluble y ayuda a tener mejor movimiento intestinal. Hay tres tipos de fibra: de baja, moderada y alta fermentabilidad.
La fermentación genera gas, inflamación. Los pacientes “inflamados, pueden sentirse más inflamados de lo que ya están, con el consumo de fibras de salvando o de origen de trigo, que son de alta fermentabilidad.
Moderadamente fermentables son el Psyllium plantago y el Plantago ovata, espigas hechas polvo soluble de origen asiático. Los que son de baja fermentación, como la fibra metilcelulosa, no están disponibles en México. Son ideales para quien “se siente muy distendido”.
No son laxantes, como mucha gente cree, sino formadores de bolo; es decir, favorecen que la materia fecal tenga mejor consistencia y pueda ser expulsada fácilmente.
Entre laxantes
Si un paciente estreñido “falla a un reto de fibra natural” se recomienda el uso de un laxante osmótico, y lo recomendable es usar un laxante estimulante solo como “tratamiento de rescate”, recomienda Coss Adame.
Los senósidos, laxante estimulante derivado de la hoja de senna, hacen que se secrete más agua y se contraiga el colon, lo cual hidrata las heces fecales y facilitan su expulsión. Otros laxantes estimulantes son el bisacodilo y el picosulfato de sodio, que hacen que se contraiga el colon.
Fibras laxantes osmóticas es la lactulosa (azúcar no absorbible) y el polietilenglicol. Ambas retienen agua en el intestino e hidratan más las heces, dándoles más volumen y facilitan así su tránsito y expulsión.
Si un paciente evacúa adecuadamente con lactulosa o polietilenglicol, pero “un día fallan”, ese día se pueden tomar un laxante estimulante. Pero no diario, porque a largo plazo generan “una adaptación rápida” llamada taquifilaxia.
Taquifilaxia es que si uno se toma un senósido o un bisacodilo o un picosulfato de sodio, a los tres meses “necesitaras dos”; a los seis meses, cuatro laxantes estimulantes y si sucesivamente. “Necesitas más estimulación para lograr el mismo efecto”.
¿Y el aceite de ricino? Es una estrategia purgativa para una sola vez. En medicina solo se utiliza para preparar al paciente para una cirugía o para limpiar el intestino para un estudio diagnóstico en imagen o rayos X.
Actualmente, Coss Adame realiza un estudio comparativo con una fibra derivada del agave azul o Tequiliana Weber, que se utiliza para fabricar el tequila.
De este agave se obtiene un carbohidrato llamado inulina, fibra soluble que retiene agua en el intestino y favorece el movimiento intestinal. Al fermentarse, produce sustancias que ayudan a la contracción del colon.
Al compararlo con Psyllium plantago, resultados preliminares indican que la inulina tiene eficacia similar a la de la fibra estándar utilizada en el tratamiento el estreñimiento.
Ya sea porque unos pacientes toleren mejor la fibra asiática y otros la fibra autóctona, la inulina se podría utilizar como análogo o equivalente del plantago, lo que podría abatir costos al ser cultivado el agave azul en cualquier parte del país.