Participan 14 universidades
Estudian la mentalidad de primates en la naturaleza
Buscan conocer sus capacidades cognitivas y cómo determinan sus rutas de alimentación
Cómo determinan los primates sus rutas de alimentación en la naturaleza, la frecuencia con que realizan esta labor o los cambios que hacen cuando su entorno es modificado, actividad que se conoce como forrajeo y podría estar basada en mapas mentales, son algunos de los enigmas que han tratado de dilucidar expertos de todo el mundo.
Gabriel Ramos Fernández, del Instituto de Investigación en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas, forma parte de un grupo internacional de especialistas que busca revelar estas capacidades cognitivas en su hábitat natural, por lo que un primer acercamiento ha sido retomar observaciones efectuadas por sus pares, cuyos autores se encuentran dispuestos a compartirlas.
¿Qué tanto saben?
En la iniciativa, organizada por el Centro para el Estudio Avanzado de la Conducta Colectiva, de la Universidad de Konstanz, en Alemania, participan 14 universidades de Europa y América que intentan comprender qué tanto saben los primates de su entorno y las condiciones ambientales.
El objetivo es “observar el comportamiento de los animales y, con eso, inferir sus capacidades cognitivas, entre las cuales está la formación de mapas de su entorno que les permite viajar de manera más eficiente entre parches de alimentos”, precisó Ramos Fernández.
Por ejemplo, continuó el especialista, se ha documentado que en la selva de África los chimpancés monitorean los árboles importantes en su dieta y, en cuanto localizan las primeras frutas, cambian sus rutas de forma que visitan a los demás de esa misma especie en el momento en que las frutas están maduras.
“Los chimpancés, quizás mediante un proceso que involucra cultura, conocen bien su entorno y pueden predecir cuándo habrá fruta y de cuál. Se están anticipando de alguna manera en su comportamiento a las fluctuaciones naturales de su entorno que pueden ser bastante complejas”, consideró el universitario.
El primer paso de los expertos fue localizar aquellos trabajos que desde hace tiempo han seguido a los primates conforme se van moviendo en condiciones naturales, donde se toma la posición de un individuo por varios periodos y se tiene información sobre lo que hacen en su camino, refirió. “Si con eso podemos hacer mapas sobre las rutas de alimento, en lugares donde hay abundancia, se puede ver qué tan eficientes son las recorridas por los animales”, destacó.
Posteriormente, indicó el experto del posgrado en Ciencias de la Sostenibilidad, de la UNAM, hicieron una encuesta a más de 200 grupos de investigación en el mundo para saber qué tipo de datos tienen, en cuánto tiempo los recabaron, cuántas especies, grupos y si estarían dispuestos a compartir la información para un proyecto de análisis con propósitos comparativos. Los resultados fueron presentados en la revista Science. (https://doi.org/10.1016/j.isci.2021.102343).
“Es esencial usarlos, pues en muchos casos ya no se van a poder colectar debido a que las poblaciones o los recursos ya no existen. Hay lugares en África o Latinoamérica, por ejemplo, donde por las condiciones sociopolíticas ya no es posible entrar; es una propuesta para aprovechar los datos. Hay otras poblaciones en las que se puede monitorear a los individuos con drones”, dijo el investigador.
En el trabajo, detalló, se identificaron estudios generados en el orbe, de 1970 a la fecha, sobre 164 poblaciones de primates; seleccionaron sólo aquellos que utilizaron dispositivos GPS –los que a veces se colocan en los animales– con los cuales los investigadores los siguen y obtienen una gran variedad de información contextual, además de la posición de los primates conforme se van moviendo.
Intentan comprender qué tanto saben de su entorno
y las condiciones ambientales
Aporte mexicano
De las poblaciones incluidas se da seguimiento a tres especies que habitan en México: dos de monos aulladores y una del mono araña, en lugares como Los Tuxtlas, Veracruz; la Selva Lacandona y Palenque, en Chiapas, y la Península de Yucatán.
Al mono araña (Ateles geoffroyi) se le ubica entre las 25 especies en mayor riesgo de extinción en el mundo; el aullador (Alouatta palliata) está en menor peligro, porque hay varias poblaciones en diversos países, y el saraguato o mono aullador negro (Alouatta pigra), el cual es vulnerable debido a los retos que enfrentan las poblaciones en la Península de Yucatán.
“Las principales amenazas que sufren las tres especies son la pérdida de hábitat por la transformación hacia otros tipos de uso, la tala de selvas para su conversión a la actividad ganadera o desarrollo urbano; en la Península de Yucatán la amenaza principal es el desarrollo de los centros turísticos de la Riviera Maya que se han ido comiendo la selva, la cual sigue siendo particularmente importante para los monos araña y los saraguatos negros”, expuso.
Desde hace tiempo Ramos Fernández trabaja, en colaboración con la Universidad Veracruzana, en el estudio de los efectos de los cambios de uso de suelo para servicios turísticos, acerca del estado de conservación de la vegetación y las poblaciones de monos araña.