Hay diversas implicaciones metabólicas

Estudian la relación entre obesidad y microbiota intestinal

Investigadores de Química buscan saber cómo interviene en la ganancia de peso y cómo se modifica con la pérdida

Investigadores de la Facultad de Química (FQ), encabezados por Samuel Canizales Quinteros, buscan identificar los factores que modulan la microbiota intestinal y su conexión con el sobrepeso y la obesidad, un problema serio de salud pública en México, y con diversas complicaciones metabólicas.

Se pretende saber cómo la microbiota intestinal puede intervenir en la relación con la ganancia de peso; asimismo, realizan estudios para conocer cómo se modifica con la pérdida de peso.

“Estas bacterias que habitan el intestino son una comunidad dinámica y modulable por factores como la dieta, qué tanto ejercicio hacemos y el estrés; todo ello tiene impacto sobre cuáles bacterias están presentes y la relación de éstas con la salud y con el desarrollo de enfermedades”, explicó el académico.

Las bacterias que habitan el intestino son una comunidad dinámica y modulable por factores como la dieta, qué tanto ejercicio hacemos y el estrés.

Canizales Quinteros lidera el equipo de especialistas de la Unidad Periférica de Genómica de Poblaciones Aplicada a la Salud de la FQ y el Instituto Nacional de Medicina Genómica, integrado por Blanca Estela López Contreras, Sofía Morán Ramos, Hugo Villamil Ramírez, Paola León Mimila y Daniel Cerqueda, el cual ha publicado sus más recientes resultados sobre el tema en las revistas científicas Gut Microbes y en Diabetes & Metabolism.

Apuntó que dicha comunidad de bacterias, hongos y virus es indispensable para el correcto funcionamiento del organismo, dada su importante participación en la obtención de energía de los alimentos y en la respuesta inmunológica. Los humanos tenemos trillones de bacterias en la microbiota.

“Con el estudio a nivel genómico podemos analizar el material genético de cada una de ellas, como si fueran un código de barras, el cual permite identificar taxonómicamente a las bacterias presentes”, dijo Canizales.

La microbiota de niños con obesidad no gana una mayor diversidad en la adolescencia temprana, a diferencia de infantes con peso normal, quienes presentan un aumento significativo en el número de diferentes bacterias que habitan el intestino.

Relación con el estilo de vida

Sofía Morán indicó que en la investigación divulgada en Gut Microbes se identificaron los principales factores del estilo de vida y clínicos que influyen en la variación de la microbiota intestinal. Para ello, se analizaron muestras de materia fecal de 926 niños en edad escolar de Ciudad de México, a quienes se les hizo un registro de sus antecedentes clínicos, de dieta y actividad física.

“Encontramos que el nivel socioeconómico y educativo de la madre es uno de los principales factores que influye en la composición de la microbiota intestinal en niños mexicanos. Esto y todo lo que lo engloba, como cuestiones de higiene, dieta, el ambiente donde viven, incluso la contaminación ambiental: todo ello puede modificar la microbiota.”

Ésta se altera desde el nacimiento y adquiere riqueza y diversidad conforme aumenta la edad, puntualizó la experta, y agregó que si por alguna razón la microbiota intestinal no alcanza a madurar de forma adecuada y presenta una menor diversidad en la vida adulta, podría predisponer al desarrollo de múltiples padecimientos metabólicos, como sobrepeso, obesidad, hígado graso o males cardiovasculares.

Para Samuel Canizales este fue uno de los hallazgos más relevantes y novedosos del trabajo: la microbiota de los niños con obesidad no gana una mayor diversidad en la adolescencia temprana, a diferencia de la de los infantes con peso normal, quienes presentan un aumento significativo en el número de diferentes bacterias que habitan el intestino.

“Si el no ganar diversidad bacteriana te lleva a la obesidad o debido a que se tiene obesidad no se aumenta el número de bacterias, es algo que aún estamos indagando. Ahí hay un campo fértil para buscar cómo mejorar esa situación en los menores, lo que podría impactar en la disminución de afecciones en la edad adulta.”

En la segunda parte del estudio se buscó conocer cuál era la composición de las bacterias asociadas con el sobrepeso y los rasgos metabólicos. Se encontró que un grupo de bacterias que incluye a miembros de los clostridiales, así como Akkermansia y Bifidobacterium, estaba asociado con una menor resistencia a la insulina, mayores niveles de colesterol HDL, y menores niveles de triglicéridos en circulación.

“A pesar de las diferencias en factores ambientales que pueden influir en la conformación y abundancia de bacterias en la microbiota intestinal, se identificaron especies o géneros de éstas que parecen ayudar a tener un mejor estado de salud o un mejor perfil metabólico”, aseguró.

Blanca Estela López Contreras mencionó que uno de los principales retos es determinar la vinculación entre la alimentación, la composición de la microbiota intestinal y el desarrollo de varios padecimientos. “No es un tema fácil saber exactamente qué alimentos consume la gente y cómo están enlazados con la obesidad –mediado por la transformación que puede sufrir la microbiota intestinal y que puede desencadenar las complicaciones metabólicas ya mencionadas–, pero estamos trabajando en ello”.

Para entender mejor la intervención de la microbiota intestinal en la salud y la enfermedad es indispensable conocer su funcionalidad mediante la observación de los metabolitos que producen las bacterias, añadió Canizales. Uno de los de origen bacteriano más reconocidos es la trimetilamina, cuya síntesis proviene de compuestos como la carnitina y la fosfatidilcolina, presentes en la carne roja, entre otras fuentes de dieta. Este metabolito ha sido muy analizado, porque quienes tienen niveles elevados de su derivado, la trimetilamina oxidada, presentan comúnmente alto riesgo de problemas cardiovasculares.

En su oportunidad, Paola León Mimila se refirió a un estudio difundido en Diabetes & Metabolism, en el cual se demuestra que en sujetos mexicanos con hígado graso no alcohólico, quienes progresan a esteatohepatitis, una forma más severa de este mal, presentan concentraciones séricas elevadas de trimetilamina oxidada.

“Este metabolito, producto de las bacterias, se asocia con mayor daño hepático; así como con un perfil metabólico alterado incluyendo mayores niveles de resistencia a la insulina, triglicéridos y ácidos biliares, lo que evidencia lo fundamental de la microbiota intestinal no sólo en el desarrollo de la obesidad, sino también en el de complicaciones metabólicas”, expresó la especialista.

En ambas investigaciones, ahondó Samuel Canizales, se presentan evidencias de lo primordial de la microbiota intestinal en el desarrollo de la obesidad y alteraciones metabólicas altamente prevalentes en México, como el hígado graso no alcohólico. Además, sin duda su participación es relevante para otras patologías, afirmó el universitario; por ejemplo, ya se hacen estudios sobre los cambios que ocurren en la microbiota en presencia del virus SARSCoV-2 y por qué, en sujetos con obesidad, la microbiota podría ser un factor clave para tener una respuesta no favorable cuando una persona está contagiada.

Aunque no se tienen investigaciones efectuadas por este equipo, Canizales externó que algunas observaciones sugieren que la microbiota intestinal también está involucrada en la exacerbación de la llamada tormenta inflamatoria, la cual se presenta con la Covid-19.

Sujetos mexicanos con hígado graso no alcohólico, quienes progresan a una forma más severa de este mal, presentan concentraciones séricas elevadas de trimetilamina oxidada, metabolito producto de las bacterias.
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