Semana Internacional del Cerebro

Estudian mosca de la fruta para tratar de entender adicciones de los humanos

Con la conferencia “¿Una mosca desarrolla adicción?” impartida por Patricia Ramos Morales, profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias (FC) inició la XIII Semana Internacional del Cerebro. Explicó el circuito mínimo de cómo se forma una adicción, qué genes se conectan y lo que habría que buscar, comprender y caracterizar para poder atender la farmacodependencia biológica en humanos, a través de estudios en las llamadas moscas de la fruta.

La Semana Internacional del Cerebro se desarrolla del 11 hasta mañana 14 de marzo en el edificio Amoxcalli de la FC, en donde hay conferencias, talleres, actividades lúdicas, concurso de infografías y puertas abiertas en los laboratorios.

Pilar Durán Hernández, organizadora del encuentro, explicó que la Semana del Cerebro es un movimiento internacional que en 2025 cumple 30 años de realizarse en todo el mundo, para dar a conocer lo que sucede con las investigaciones alrededor del cerebro y transmitir a la comunidad la importancia de estos estudios.

En la conferencia inaugural, Patricia Ramos, coordinadora del grupo de trabajo del Laboratorio de Genética y Toxicología Ambiental de la FC, aclaró que estos insectos (Drosophila melanogaster), conocidos como mosca de la fruta, son un modelo con el que se tiene la posibilidad de trabajar in vivo, lo que otorga ventajas.

La investigadora es fundadora y coordinadora del Banco de Moscas de la FC, que tiene como objetivo conservar y mantener diversas especies de moscas y mutantes con arreglos cromosómicos específicos.

Utiliza a la Drosophila melanogaster, como organismo de investigación principal y se enfoca primordialmente en estudiar la respuesta in vivo de las moscas ante concentraciones subletales de contaminantes como pesticidas, metales pesados y diversas drogas.

“Es un organismo noble que nos regala mucha información fácil y económica. Es un especímen centinela, es decir, que vive con nosotros. Es diurno, y nosotros somos diurnos y además compartimos parte de la dieta. Por estas características nos va a mostrar en tiempo corto si hay un efecto con respecto a la dieta, a contaminantes o a factores que nos pueden alertar de manera temprana para evitar que los efectos alcancen al humano”, precisó.

Apuntó que en marzo del año 2000 fue publicado el genoma completo de la Drosophila melanogaster. Se describió que presenta una notable correspondencia genética con el hombre, lo que ha convertido a esta especie en un modelo fundamental para el estudio de diversas enfermedades humanas.

Por ello, dijo, es un modelo que resulta muy adecuado e importante para obtener respuestas a diversas interrogantes.

En el caso de las adicciones, la especialista afirmó que las moscas, al igual que cualquier invertebrado como las abejas o las hormigas, desarrollan adicciones, pero para que una adicción sea considerada como tal, tiene que ser en contra de algún tropismo o alguna característica benéfica, en este caso, para las moscas.

“Por ejemplo, a las moscas se les da algo muy amargo y después se les da alcohol; entonces, este insecto, después de hacer lo mismo varias veces, entiende que tiene que tomar lo amargo para poder recibir el alcohol, y lo hace. Si la mosca no hiciera eso, no se consideraría una adicción, sobre todo, porque la mosca vive en un ambiente donde hay gran concentración de alcohol y para ella su consumo es saludable. Pero aquí estamos hablando de moscas que tienen un gusto exacerbado por el alcohol, y hay algunas que soportan cantidades muy grandes”.

Lo relevante, expresó, es que por un lado, vencen algo que es negativo para ellas con tal de alcanzar la compensación. Por otro, prefieren el alcohol a comer: les colocan comida rica para mosca y prefieren el alcohol.

En otro momento, a los machos se les ponen hembras vírgenes, algo que ellos no pueden resistir, y éstos prefieren el alcohol. “Cuando desatienden las funciones más básicas que sería comer y la cópula, la reproducción, ya estamos hablando de una adicción. Por lo que está probado que las moscas se hacen adictas, en este caso, al alcohol, pero también a otras sustancias”.

En las abejas, al ser organismos sociales, como los humanos, las adicciones no van solas, sino que inciden en un entorno social, por ello resulta importante medir hasta dónde influye lo social y hasta dónde lo biológico; es decir, lo que corresponde a los genes que conectan con esta adicción.

“Por eso se hacen comparaciones, por un lado de abejas y por otro de moscas, para ver cuáles son las similitudes y las diferencias. Nos quedamos solamente con aquello que es similar en las dos. La idea es que eso que queda, sería como el circuito mínimo que explica cómo se forma una adicción, qué genes se conectan y lo que habría que buscar, entender y caracterizar para poder atender una adicción biológica en humanos, que sería el objetivo de estas investigaciones”, comentó la académica.

Dilucidar qué es lo que está conectado con una adicción biológica, neuronal y genética, es en lo que se está trabajando para tratar de entenderlo y saber cómo se puede incidir en disminuir la dependencia, lo que podría ser extrapolable al ser humano, concluyó.

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