A la diestra de la imagen de Tonantzin Guadalupe, a espaldas de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, sobre 18 escalones de mármol, los 20 falanges en fuga de Benjamín Paredes Aponte percuten precisos los cinco teclados con 60 piezas y 32 pedales, que activan las 10 mil 222 flautas del Órgano Monumental de la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe.
Es su examen práctico en la opción notas al programa, para obtener el título de Licenciado Músico-Instrumentista en órgano por la Facultad de Música, que sustentó de manera escrita con una tesis de 135 páginas, donde trata y explica el marco teórico del recital de titulación compuesto por seis piezas de autores de los siglos XVII-XX.
Fue la primera prueba de su tipo en la historia dentro del recinto mariano, justo en el día coyuntural del sincretismo cultural hispánico y mesoamericano (12 de octubre), precisamente en el aniversario del segundo sitio de culto religioso más visitado en el planeta. Ahí Benjamín Paredes presentó un examen de grado universitario en un lugar atípico para la academia.
“El órgano está en las iglesias. Cualquier otro instrumento podríamos encontrarlo en una escuela, en una sala de conciertos, pero éste desde que la Iglesia católica lo asumió para acompañar las celebraciones litúrgicas está en casi todos sus templos”, expuso.
Después de siete años de formación (tres de propedéutico y cuatro de licenciatura), Benjamín está ansioso esta noche; sus invitados se concentran en el extremo superior derecho del inmueble, sólo ocupan una mínima parte de los asientos amaderados. Justo frente al altar donde se ofician las 19 misas diarias se ubicaron los sinodales: Gustavo Delgado, Rafael Cárdenas y Ofelia Gómez, presidenta del jurado, quien comentó: “Una de las posibilidades laborales para un organista profesional en México es en alguna iglesia, y ésta es una por demás destacada en el mundo, una posibilidad muy especial para un joven organista como Benjamín”.
Esto no hubiera sido posible, mencionó Paredes, si no trabajara en este lugar. “Entré a laborar el 16 de noviembre de 2012. Toco dos días a la semana en este órgano, acompaño la misa de cabildo, es decir, la de las autoridades que gobiernan la Basílica de Guadalupe. Además, lo he hecho tres o cuatro veces en la misa importante del 12 de diciembre, también durante la visita del papa Francisco, en enero de 2016”.
El universitario se convirtió en el sexto organista en la historia de este instrumento magno, que en tamaño sólo es rebasado por el ubicado en el Auditorio Nacional.
El examen inició con las notas del Preludio en Fa sostenido menor BuxWV 146 de Dietrich Buxtehude (1637-1707), uno de los principales compositores del periodo barroco. Paredes Aponte se aprestó de espaldas a los escuchas; su cabeza giraba precisa en la lectura pautada, con ayuda de su cambiador de páginas. La vibración de las flautas creció, con sonidos contundentes y notas robustas.
Los tonos graves oníricos, fértiles de imaginación, en reminiscencia al séptimo arte, atribulados de incógnita, merodearon entre la presencia tácita de ruegos ante las imágenes inanimadas.
“Mi maestro de órgano durante la carrera y asesor de tesis, Rodrigo Treviño Uribe, me acompañó para revisar las piezas en este instrumento, y falleció justo un día después de haber hecho mi pre examen. Esto es un homenaje por todo lo que significó para mí.”
Vino la deliberación protocolaria, para otorgarle mención honorífica. Autoridades del recinto justificaron la realización del examen porque “la Basílica es un centro cultural” y “la música eleva el alma a Dios”. Las felicitaciones cunden y los congregados salen ahora rumbo a la Calzada de los Misterios.