Semen fetichizado
Experimento artístico para trastornar el patriarcado
Charlotte Jarvis expuso en charla virtual su propósito de cultivar células de esperma en su propio cuerpo
Hasta el 30 de mayo, la quinta edición de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia será una ocasión para reflexionar en torno a la medicina y el arte, sus fronteras, prácticas y coincidencias en un contexto pandémico.
En el primer día de actividades se reflexionó como, en teoría, una célula madre puede convertirse en un tejido cualquiera. Con esta hipótesis, la artista Charlotte Jarvis tuvo el propósito de cultivar células de esperma en su propio cuerpo para producir semen femenino. El proceso, planteamiento y los resultados fueron expuestos en una charla virtual. El experimento en torno al semen –fetichizado, descrito como una fuerza vital, una sustancia del alma, divino– tiene como objetivo reescribir la narrativa cultural, utilizar el arte y la ciencia “para trastornar el patriarcado al crear semen a partir de células ‘femeninas’”.
De todo ello se generó un producto artístico, una serie de piezas visuales actualmente expuestas en la #Sala10 del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) que lleva el título de In Posse: semen ‘femenino’ y otros actos de resistencia, el cual fue asesorado por un equipo de biólogos encabezado por Susana M. Chuva de Sousa Lopes, profesora de tiempo completo en el Departamento de Anatomía y Embriología en el Centro Médico de la Universidad de Leiden, en Holanda.
“Esta obra es un caso excepcional de una cosa que yo llamaría constructivista-productivista. La intención de usar el artefacto del arte para cambiar la realidad al artefacto del ser humano. Al proyecto lo llamaría utópico si no es porque es totalmente alcanzable: disolver la diferencia de la división de roles sexuales en la pulsión de los gametos que conducen a la reproducción; generar una revolución de la especie al producir semen a partir de las células femeninas. Lo que me parece realmente fascinante es que no ocurre en la ficción: es una propuesta científica financiada por la Unión Europea y que está impulsada por un proyecto artístico, político, revolucionario”, describió Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del MUAC.
Artivistas
Un grupo de artistas de distintas latitudes participan en la exposición colectiva Fisiologías abiertas: Las fronteras de la medicina desde el trabajo de las artivistas, única actividad presencial del festival que se inauguró en Las Rejas Milla de Casa del Lago, en el bosque de Chapultepec, y que tuvo una presentación digital con la intervención de dos de ellas.
Sputniko! (Hiromi Ozaki), de Japón; Charlotte Jarvis, de Reino Unido; Juliana Notari, de Brasil; Alli Sebastian Wolf, de Australia; Klau Chinche (Gynepunks), de Argentina, y el colectivo Corriente Cientimental de México toman parte en la muestra, todas ellas “mujeres que, a lo largo de sus carreras, se han enfocado en explorar temáticas que transitan del campo de la ciencia y el arte a un activismo que va más allá de lo social; incluso, nos aventuramos a decir que se trata de un activismo médico-científico”, se lee en la presentación.
Alli Sebastian Wolf trae imágenes de su pieza Glitoris, un clítoris dorado enorme que ha llevado por todo el mundo con el propósito de dar a conocer masivamente la forma de este órgano femenino para que sea tan fácil de reconocer como el pene y así romper con el predominio de uno de los iconos de la cultura patriarcal, además de conseguir, por medio de la información, que el público se deshaga de prejuicios y tabúes que le impiden hablar y disfrutar de su vida sexual.
“Vivimos en un mundo que nos enseña a odiar nuestros cuerpos, en un sistema capitalista que necesita que odies tu cuerpo para funcionar, así que sentir todo el placer que puedes darle a tu cuerpo y estar orgulloso de ello, es un acto radical, muy radical (…) Espero que esta obra de arte ayude a desmitificar un poco el tema, porque hablar del clítoris y el placer que da sigue siendo algo difícil para muchas personas”, expresa la artista multidisciplinaria dedicada a las artes visuales, el teatro y el performance.
Juliana Notari, por su parte, presenta su intervención en el paisaje a gran escala titulado Diva, que es la representación de una vulva herida de más de 30 metros de largo, que hizo en una ladera del estado brasileño de Pernambuco, en una zona deforestada en beneficio de la industria azucarera. “Es una representación de la violencia milenaria que la mujer lleva en el cuerpo impuesta por el patriarcado, y también un diálogo con los traumas coloniales vinculados a la violencia hacia la Tierra, hacia Gaia”, explica.
Sputniko! habla de los acontecimientos discriminatorios contra mujeres aspirantes a ser médicas en Japón en su obra Tokyo medical university for rejected women; el colectivo de artistas visuales Corriente Cientimental interpreta e ilustra diferentes aspectos relacionados con el orgasmo femenino, y Klau Chinche y el colectivo al que pertenece realizan laboratorios errantes de diagnosis accesible y performances de extrema experimentación por todo el mundo.
La exposición es organizada por Casa del Lago, el Programa Arte, Ciencia y Tecnologías, la Cátedra Rosario Castellanos de Arte y Género y el MUAC.
Estreno mundial
“¿Cómo honrar los cuerpos que han muerto y siguen muriendo encarnando el relato oficial que aún titulamos epidemia del sida?”. El bailarín y coreógrafo español Aimar Pérez Galí lo hace a través de su pieza audiovisual Touching blues, cuyo estreno mundial tuvo lugar en El Aleph. Festival de Arte y Ciencia.
Obra íntima y afectiva desarrollada en un marco azul brillante como escenario, con un grupo de cinco bailarines a los que vemos siempre desde arriba, en una toma cenital permanente, aplicando la técnica de danza denominada Contact improvisation, en la que los movimientos se improvisan a partir del contacto entre los cuerpos de los participantes.
Además de la experiencia dancística, la pieza la conforman reflexiones sobre el significado de la vida y la muerte, el relato de anécdotas de personas que enfermaron de sida y la lectura de algunas de las cartas que Aimar ha escrito a sus colegas danzantes fallecidos por ese mal, a los cuales no conoció físicamente porque “dejaron de bailar demasiado pronto”. Aun así, convencido de que “para poder llorar a los muertos hay que hacerlos propios, hay que saber amarlos”, propone dirigirse a los cuerpos que existen ya sólo como memoria, en una forma de demostrar amor a las personas que ya no están.
Esta posibilidad de “diálogo” con los muertos, “que no se conforma con lo que el relato clínico autoriza”, se inscribe en la conmemoración de los 40 años de la aparición del VIH en el planeta y forma parte del proyecto The touching community que Aimar Pérez Galí lleva a cabo desde 2015 y que ha incluido también instalación e intercambio epistolar.
Las actividades se difunden en el micrositio: culturaunam.mx/elaleph/.