Cerca de nueve mil asistentes en las 59 funciones

Festiva premiación y clausura del FITU

Obras de Michoacán, Ciudad de México y Colombia fueron las ganadoras

Isla popotes o la historia de cuando quise abrazar un ave salvaje, Categoría C4. Foto: Barry Domínguez.

Ambiente festivo y contagioso, fue el protagonizado por jóvenes actores y actrices asistentes a la ceremonia de premiación de la edición número 30 del Festival Internacional de Teatro Universitario (FITU), la noche del 10 de septiembre en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón.

El Festival resguardó durante 10 días los anhelos escénicos del talento joven de México y otros países de habla hispana. En su clausura, Juan Meliá, director de Teatro UNAM, aseguró que se cumplieron retos y se construyeron amistades, además de que sucedieron actividades esperanzadoras, llegando a emocionar a cerca de 9,000 personas durante las 59 funciones programadas.

En la final del FITU participaron 23 propuestas escénicas. En la Categoría A, nivel bachillerato, ganó De la calle, presentada por estudiantes del Colegio de Bachilleres del Estado de Michoacán, plantel Uruapan. En la Categoría B, correspondiente al nivel licenciatura sin especialidad en teatro, se eligió la puesta en escena La última y nos fuímonos, del Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México.

La Categoría C pone en el centro las escuelas que se dedican a la profesionalización del teatro. En la C1, montajes estudiantiles dirigidos por estudiantes, obtuvo el triunfo Yo he querido gritar, en la que intervinieron alumnos de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, de Bogotá, Colombia. En la C2, obras estudiantiles dirigidas por docentes, se seleccionó la Ui did it, de la Escuela Nacional de Arte Teatral de la Ciudad de México. En la C3, de personas egresadas, ideal para poner en práctica las habilidades adquiridas a lo largo de su formación, ganó Todavía D.F., obra representada por jóvenes de la Casa del Teatro A.C. de la capital del país.

Hace un año, la Categoría C4, correspondiente a montajes de teatro para infancias, resultó desierta, por lo que se lanzó una invitación especial dirigida a esa edición y se obtuvo una respuesta favorable, con amplia y diversa participación de diferentes escuelas. De ellas sobresalió Isla popotes o la historia de cuando quise abrazar un ave salvaje, del Centro Universitario de Teatro (CUT), el Colegio de Literatura Dramática y Teatro (CLDyT) de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y de la Escuela Nacional de Arte Teatral de Ciudad de México.

Los jurados decidieron hacer 29 menciones honoríficas en varias categorías.

Docencia

En la misma ceremonia se entregó el Reconocimiento Luisa Josefina Hernández a la Docencia Teatral, en su cuarta emisión. De esta manera se distingue la trayectoria de personas educadoras cuyo compromiso y generosidad han marcado a varias generaciones de creadores escénicos.

En esta ocasión se otorgaron tres reconocimientos. Por el CUT lo recibió Francisco Álvarez “Panchito”, quien en sus 50 años de actividad profesional ha colaborado con las personalidades más destacadas de la escena a nivel nacional y ha compartido su experiencia en varios proyectos internacionales. Por el CLDyT lo obtuvo Rafael Pimentel, maestro de actuación y pantomima en diversas instituciones públicas y privadas. Y por la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana, Laura Moss, maestra y creadora escénica dentro y fuera de nuestro país.

En sus respectivas intervenciones, agradecieron a sus estudiantes y compañeros de trabajo. Francisco Álvarez reconoció el apoyo recibido por los maestros Raúl Zermeño, José Caballero y Mario Espinosa. Laura Moss dijo que la docencia teatral es un acto de amor. Rafael Pimentel lamentó que los espacios teatrales vayan disminuyendo, por lo que instó a los jóvenes a luchar por conseguir más foros y no permitir que se pierdan los que todavía existen en el país.

Escritura

En la ceremonia se anunció también a los ganadores del segundo concurso de Escritura Teatral Dramaturgia, Salud Mental y Derechos Humanos, en el que participaron 18 proyectos. Bruno Velázquez, titular de la Cátedra Nelson Mandela de Derechos Humanos en las Artes, dio a conocer que el primer lugar fue para Bipolar, de Adrián Cabrera, considerado por el jurado “un trabajo bien estructurado, teatralmente construido, con un lenguaje creativo que logra capturar al público y donde hay un trasfondo discursivo”. Se otorgaron además cuatro menciones honoríficas.

Los conductores de la ceremonia de premiación y clausura, Paola Arrioja y Antonio Peña, conminaron a las participantes a darle larga vida al FITU, “un festival que permite la formación y el desarrollo del talento de las y los más jóvenes, así como un espacio en el que muestren su trabajo y esfuerzo”.

Para terminar, invitaron a la comunidad teatral a que por medio del hashtag #FITUdeseado hagan saber sus anhelos respecto al futuro de este espacio, y cuenten cómo se imaginan las ediciones futuras, qué temáticas deben abordarse y sugieran todo aquello que sea pertinente para que el Festival siga siendo un espacio de todos, plural y diverso.

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