Fiesta de la trova y la canción urbana

Para Elis, alumna de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuatitlán, valió la pena recorrer los 50 kilómetros que separan a su escuela de Ciudad Universitaria, hasta donde llegó la mañana del sábado 27 de julio con un objetivo: ver por primera vez una actuación de Caetano Veloso. “Fue un regalo increíble, me siento privilegiada por haber estado aquí; en realidad todos nos gustan, pero a él era al que esperábamos”, comparte, ante la mirada cómplice de su compañero. Ambos, tendidos en el pasto, se muestran apenas cansados, luego de pasar alrededor de siete horas en Las Islas de CU durante el primer día del Festival Cantares: Fiesta de Trova y Canción Urbana. Lucen tan alegres como la música que el creador del Tropicalismo interpretó para cerrar el recital, organizado por la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional y la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

La presentación del artista brasileño fue la imagen perfecta del ambiente familiar que se vivió en el campus. Acompañado por sus hijos, Moreno, Zeca y Tom, con quienes actualmente realiza una gira internacional en un formato acústico, Caetano Veloso subió al escenario minutos después de que un estridente ¡goya! le diera la bienvenida. Más de 15 mil asistentes, según cálculos de los organizadores, convivieron durante el evento, que toma su nombre del poema de Antonio Machado que el artista español Joan Manuel Serrat musicalizó hace 50 años.

Los Veloso interpretaron las canciones de Ofertorio, la gira que los lleva por distintos escenarios con una antología de temas del Tropicalismo como O leãozinho, algunos más recientes, entre ellos How beautiful could a being be, y otros de autoría de sus hijos, como Deusa do amor, de Tom. Ofertorio es el título de un tema que Caetano escribió para el cumpleaños 90 de su madre. “No soy religioso, pero mis hijos sí, y compuse esta canción que es un homenaje a la religiosidad de ellos”, dijo el cantante, quien logró suavizar con la dulzura de su voz la bravía Cucurrucucú paloma, que inmortalizó a Tomás Méndez y que el brasileño ha incorporado a su repertorio tras interpretarla en la cinta Hable con ella, de Pedro Almodóvar. También, cantó otro tema emblemático mexicano, Bésame mucho, de Consuelo Velázquez.

No hay mejor público que los jóvenes universitarios

Entre los asistentes había personas de todas las edades, desde bebés hasta adultos mayores, y una multitud de jóvenes universitarios quienes son, a decir de Óscar Chávez, la audiencia ideal. “No hay mejor público, están abiertos a todo, es una de las edades capitales del ser humano, cuando empiezan a estudiar una carrera”, comentó el artista durante su actuación, que antecedió a la de Caetano Veloso, en la que interpretó temas de protesta, canción norteña, boleros y baladas, con clásicos de su repertorio como La Llorona, Hasta siempre, Por ti y Macondo. Chávez recordó sus inicios hace 60 años, precisamente en escenarios universitarios, y dijo estar agradecido de volver a actuar para los estudiantes.

Representando a la canción chilena, Isabel y Tita Parra participaron junto al grupo Inti Illimani, que no se presentaba en México desde hace más de una década. Cerca de las dos de la tarde, cuando el sol era inclemente, con un baile al que invitaron al público a seguirlos con las manos en alto, interpretaron una cueca chilena que describieron como “un ritual invocando a las nubes para que les dieran un poco de sombra”. Y resultó. Un viento fresco comenzó a soplar, aunque en general la naturaleza jugó en favor de la multitud congregada en el campo abierto de Ciudad Universitaria y no llovió sino hasta el final del evento.

Como anfitriones intervinieron los mexicanos Lety Servín, quien abrió el concierto poco antes de mediodía, y Fernando Delgadillo. La compositora, que recientemente grabó un disco en el que musicaliza poemas de Sor Juana, y el creador de la Canción Informal fueron nombrados al término del concierto, junto al resto del elenco, embajadores de la capital cultural de América por parte de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, que también otorgó a Oscar Chávez el reconocimiento como patrimonio cultural vivo de la capital.

Ana, una estudiante de Química en la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, cuenta que acudió al recital animada por sus padres. “No conocía tanto de los artistas que se presentaron, pero vine con mis amigos para escucharlos. Me gustó el ambiente tan relajado y familiar”, dice. Lo mismo opinan Iván y Adriana. Él es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y se muestra complacido por el gran concierto que acababa de presenciar. Ella, estudiante de la Unidad de Posgrado en Artes y Diseño, dice que le gustó “la parte humana de Caetano, que se presentó con sus hijos”, y celebra que todo haya sucedido en un ambiente tranquilo y en paz.