La amenaza quizá no es real, la sensación sí. El ataque de pánico o crisis de angustia tiene además de la percepción imprevista de miedo, sudoración en las manos, agitación y falta de aire, entre otras, dos características inequívocas para identificarlo: la evocación de muerte y su aparición súbita, así lo explicó Angélica Juárez Loya, académica de la Facultad de Psicología (FP).
La doctora en Psicología de la Salud por esta casa de estudios aseguró que el trastorno de pánico tiene una prevalencia en la población mexicana entre el 1 y hasta el 3.6 por ciento; no obstante, cuando se habla de quienes en alguna ocasión lo han experimentado, la cifra se ubica en 23 %.
Dicho padecimiento forma parte de los trastornos de ansiedad, y éstos de manera general en nuestro país pueden tener una presencia entre el 8 y hasta el 29 % en la población, expuso la universitaria.
Empero, añadió: “hablando de la ansiedad generalizada durante la pandemia este índice llegó hasta el 32 %”.
“Pensé que iba a morir”
“Me sentí rara, con miedo, me faltaba el aire: pensé que me iba a morir…”, así son regularmente los testimonios de pacientes que reportan un episodio de este tipo, compartió Juárez Loya.
El ataque de pánico, detalló, se define como la aparición súbita intensa de un malestar que alcanzará en poco tiempo una intensidad robusta, algo que, de hecho, activa toda la sensación de alarma en el organismo y además con mucha urgencia mental, con ideas que presionan sobre las percepciones físicas, que primordialmente son experimentadas como un “peligro” a la vida.
Al dictar la conferencia ¿Qué son los ataques de pánico? en el Auditorio Dr. Florente López Rodríguez de la FP, Angélica Juárez indicó que, en general para identificar si se tiene un trastorno de pánico, debe presentar cuatro o más de los siguientes síntomas:
“Sensación de que los latidos del corazón se incrementan de manera importante y súbita (taquicardia), esto se asocia con la idea de que estoy en peligro, que puedo fallecer por un ataque cardiaco; sudoración en las manos y/o sudor frío; malestar general en el pecho; sensación de ahogo, como una especie de asfixia; percepción de desesperación o pérdida de control; náusea; mareo, entre otros.”
Para confirmar el diagnóstico de trastorno por pánico, precisó, se observa que la persona experimenta no una ni ocasionalmente, sino crisis frecuentes en un lapso aproximado de seis meses.
“Tiene, además, preocupación porque le vuelva a ocurrir y experimenta conductas evitativas, incluso cuando acude al médico general y no se atribuyen las crisis a alguna enfermedad diagnosticable o a un daño físico es un indicador de que ya experimentó un trastorno”, subrayó la especialista.
Hoja de autorregistro
Si alguien ya se encuentra en una crisis y quizá la gente a su alrededor no sabe qué hacer, sugirió la académica, lo importante es disminuir la cantidad de oxígeno que entra al cuerpo, es decir procurar una respiración lenta, o incluso si está al alcance respirar dentro de una bolsa de papel, para nivelar con bióxido de carbono el oxígeno que entra al cuerpo (hiperventilación); en cuanto haya disminuido el malestar físico, trabajar poco a poco los pensamientos negativos y catastrofistas que se tienen sobre los síntomas físicos.
Juárez Loya sugirió el uso de la “Hoja de autorregistro por ataques de pánico”, que permite mejorar el autocontrol, así como monitorear la intensidad de cada evento.
Finalmente, para evitar toda esta sintomatología, concluyó: “hay que moderar las respuestas físicas ante la adversidad; organizar mejor el tiempo de actividades; expresar adecuadamente las emociones; trabajar más en la solución de problemas, es decir, sentirme cada vez más capaz para hacerlo; así como emprender una socialización efectiva y cuidada”.