A las vibraciones del interior de la Tierra puede asociarse una sonoridad única y poco conocida: el canto de los sismos y los volcanes. Con el objetivo de hacer de lado el temor que estos fenómenos ocasionan entre la población y escuchar sus sonidos, la UNAM y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) convocaron al concurso de composición La música de la sismicidad tectónica y volcánica.
“En este evento tuvimos la oportunidad de escuchar su canto, llevados de la mano de creadores universitarios que interpretan los sonidos de nuestra naturaleza para transportarnos a una dimensión aún inexplorada. Es una ocasión para sumergirnos en esta nueva experiencia de escuchar a nuestro planeta desde una perspectiva distinta”, afirmó Hugo Delgado Granados, director del Instituto de Geofísica (IGf ), en la premiación del concurso.
Este 2019, el IGf cumple 70 años de llevar a cabo actividades de investigación, docencia y divulgación científica, y el Servicio Sismológico Nacional (SSN) conmemora nueve décadas de formar parte de esta casa de estudios, y que coincide con los 90 años de la autonomía de esta Universidad.
Para festejar ambos acontecimientos, el IGf, la Facultad de Música (FaM), la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), Unidad Morelia, y la Coordinación de Difusión Cultural, en colaboración con el Cenapred, convocaron al certamen mencionado, para fomentar entre los alumnos de la licenciatura en Composición de la FaM el quehacer artístico y científico, con el patrocinio de la Casa Veerkamp.
“En este evento las geociencias tienen una íntima relación con el arte, mediante composiciones musicales, utilizando como base las señales sísmicas tectónicas y lo que se refiere a la actividad volcánica. Previo al concurso, los participantes recibieron pláticas sobre estos fenómenos naturales para que pudieran inspirarse aún más. Los trabajos entregados fueron revisados por un jurado calificador, responsables de elegir las piezas ganadoras”, indicó Delgado Granados.
En la categoría de sismicidad tectónica, los vencedores fueron Tobías Álvarez y Óscar Blanco, por Convergencias sísmicas, y el segundo lugar fue para Eduardo Aguilar, por Enjambre de primavera.
En la categoría de sismicidad volcánica, Ariani Ariani, Arturo Barragán, Basile Segouin, Nicolás Hernández y Jorge David García, Eduardo Aguilar, por Cercle de fuego, obtuvieron el sitio de honor, y Juan Pablo Rangel, Alan Huicochea y Tania Alejandra, por Tierra oriunda, el segundo escaño.
Xyoli Pérez Campos, jefa del SSN, fue promotora de esta actividad cultural, en la que aportaron su experiencia Teresa Frenk Mora, directora de la Facultad de Música; Tamara Martínez, titular de la ENES Morelia; Jorge Volpi, coordinador de Difusión Cultural; Enrique Guevara, director general del Cenapred, y Jennyfer Laguna, de la Casa Veerkamp.
México nunca está quieto
“El 19 de septiembre de 1985 la tierra se movió fuertemente en Ciudad de México y varias partes del país. En 2017, el piso se volvió a sacudir, recordándonos que nuestro planeta está vivo, que en su dinámica nos zarandea y nos infunde respeto y temor”, dijo Hugo Delgado.
De acuerdo con datos del SSN, entre el 19 de septiembre de 1985 y el 19 de septiembre de 2017 ocurrieron 95 mil 645 sismos; de ellos, 17 tuvieron magnitud de 7.0 o mayor, y sucedieron a profundidades menores a los 60 kilómetros de la superficie terrestre.
En ese periodo tres de ellos tuvieron magnitud mayor a 8: uno, el 9 de octubre de 1995 en la costa de Colima; otro, el 7 de septiembre de 2017, y el tercero, el 17 de septiembre del mismo año.
El canto de los volcanes
En México, al menos 46 volcanes se consideran activos o tienen posibilidad de reactivarse, y se localizan principalmente en la Faja Volcánica Transmexicana.
Esa actividad, que se manifiesta por medio de cambios físicos y químicos que resultan de la interacción del sistema magma, agua, gas y roca, puede registrarse con instrumentos científicos y en algunos casos son percibidos por la población que vive cerca de los colosos.
Estos sonidos se deben a la sismicidad volcánica, que es el movimiento producido al interior de un volcán y se genera por la fractura o rompimiento de las rocas y el movimiento de fluidos dentro de los conductos magmáticos, concluyó.