Haití, país desolado y en tensión permanente
En su visita a Haití la periodista Vanessa Job se encontró con un país desolado, con carencias de agua potable, las calles con basura, dominadas por las bandas delictivas, y cortes de luz de hasta dos días.
En entrevista con Gaceta UNAM cuenta que iban acompañados de un guía haitiano, su guardaespaldas y traductor. Para documentar el problema del agua los llevó a una barranca llena de basura, un lugar profundo, “entras, caminas y te vas encontrando a la gente ahí. Un hombre haitiano que está lavando en el río unos tenis de marca y lo que hace es que los revende. Iba al río porque así no tiene que pagar el agua en su casa. Las mujeres son las que acarrean el agua”.
Relata que le impresionó la cantidad de basura que hay por todos lados, “son esas pequeñas cosas con las que te das cuenta que hay un sistema que no funciona, que hay una ausencia de Estado. Las bandas delictivas usan la basura como barricadas para cerrar las calles, para que no accedan a sus zonas de control”.
Nada funciona
Haití es un país en donde nada funciona y donde tienen que ponerse de pie sin profesionistas, ingenieros, doctores o abogados, porque esa gente que tiene un poco de formación ya se fue, apunta.
Los hospedaron en un hotel donde se queda la prensa internacional, era un lugar seguro, donde había Internet, donde no se iba la luz. Los haitianos están acostumbrados a que se puede ir la luz de su casa dos o tres días completos. “Una noche se escucharon los balazos, nos agachamos y ya después le preguntamos a los meseros: ‘¿escucharon los balazos?’ Ah sí, es normal, respondieron”.
Hay que estar alerta del agua que tomas, de la comida, de que no te secuestren, de que como periodista te dejen trabajar, que no te quiten la cámara, porque además a la gente no le gusta que la graben y está la barrera del lenguaje. “No nos entendíamos y veíamos que su expresión corporal era de una persona molesta y te gritaban. Nos decían que mientras nosotros nos íbamos a hacer millonarios con nuestras imágenes ellos se iban a quedar en la basura. El guía les contestaba: ¿Tú crees que se van a hacer millonarios? Si los periodistas se hicieran millonarios por lo que hacen todos serían periodistas y no es así. Hubo un momento que el guía le dijo a mi colega Vicente González, quien era el camarógrafo: no les tengas miedo, porque mi compañero de plano bajaba la cámara. Era mucha tensión, grabar en los lugares públicos justo para tener esas imágenes”.
Contactó a una doctora secuestrada que logró ser liberada, querían su testimonio, “cuando de repente vamos por una de las calles del centro y vimos mucho movimiento, la gente cerraba con barricadas las calles. Nos bajamos y justamente eran compañeros de un funcionario que trabajaba en el Ministerio de Justicia y que el jueves anterior lo habían secuestrado. Estaban quemando cosas y haciendo una manifestación que parecía bastante violenta por el secuestro de su compañero y decían: ‘es que es un buen director, ha visto porque nos paguen, porque estemos bien’. Veíamos cómo de repente llegaban unas camionetas a abrirse paso con los manifestantes, echándoselas encima y se bajaban con armas”.
El día anterior por la mañana habían secuestrado a la esposa de un líder religioso, se trató de oponer y lo mataron enfrente de la Iglesia un domingo a las nueve de la mañana.
En los días posteriores al último temblor que tuvieron en Haití (agosto) se tuvo que cerrar uno de los hospitales porque habían secuestrado a uno de los médicos ortopedistas que iba a ayudar; para que lo liberaran cerraron el hospital como medida de presión.
Para viajar a Haití, Vanessa Job tuvo que vacunarse contra hepatitis y sarampión, así como tomar un tratamiento para prevenir la malaria. De las últimas imágenes que recuerda es la de un domingo. Las personas estaban muy arregladas para ir a la Iglesia; las niñas y las mujeres con vestidos, moños, impecables; los hombres, a pesar del calor, con sus sacos, algunos de traje. Aún tenían ánimo para rezar.