Homenaje a Natsu Nakajima, impulsora de la danza butoh

El butoh surge en 1950 en Japón y se erige como la danza contemporánea japonesa por derecho propio. Al contrario de la occidental, no busca la expresión de la esencia hacia el exterior, sino vaciar el cuerpo del ego para ahondar en la profundidad y convertirse en un vehículo para la música.
Su nombre completo en japonés es ankoku butoh, que puede definirse como “la danza que desciende en la oscuridad”. Nakajima, una de las fundadoras del butoh, decía que no sólo se trata de oscuridad, sino de tinieblas y de invisibilidad. Y cada bailarín, cada coreógrafo, le da su propia definición.
Eugenia Vargas es una de las mayores representantes del butoh en nuestro país. Alumna y asistente de Nakajima durante sus visitas a México, hace un homenaje a su maestra con el espectáculo El sueño de la luna, que reúne dos momentos coreográficos: Umbría (2018) y de Flores para la Niña Loba (2024). La primera, nos explicó Eugenia Vargas, retrata a un ser que va cobrando forma desde la oscuridad, con la presencia de seres que reptan, de la vejez, de lo que todavía no sale a la luz. Mientras que la segunda fue creada específicamente ante el fallecimiento de Nakajima (quien se llamaba a sí misma Niña Loba) y plasma la llegada a la luz. “Es un tránsito, una aceptación de la muerte, para liberarse desde un ciclo que no es doloroso sino natural, el de la vida y la muerte”.
A decir de Vargas, a lo largo y después de su entrenamiento en danza contemporánea no dejaba de preguntarse “¿qué es la danza?”, lo que la llevo a explorar las posibilidades del butoh, donde por fin se sintió cómoda y la pregunta fue sustituida por otra: “¿qué es el cuerpo?”
“Tenemos una forma, una medida, un peso, una estructura muy clara, pero la hondura del cuerpo es infinita. Depende de nosotros qué tan hondo navegamos en esas aguas. El butoh es esa hondura que nos invita a ir cada vez más adentro y Natsu Nakajima es una luz en esa profundidad”, declaró Vargas.
Para Natsu Nakajima, nos dijo su discípula, era claro que en México vivimos con facilidad en una esfera espiritual, que podemos comprender o participar de una forma de pensamiento metafórico, “Quizá porque existe una relación íntima entre nuestro panteísmo mesoamericano y el sintoísmo japonés”.
El sueño de la luna se presenta el 28 de marzo a las 19 horas, así como el 29 y el 30 de marzo a las 12:30, en el Salón de Danza del Centro Cultural Universitario.