Más de 200 ponentes de instituciones nacionales y extranjeras participan en el IV Congreso Internacional sobre Género y Espacio, en el que se aborda este último entendido no sólo como calles, plazas o comunas rurales, sino también como “los cuerpos de las mujeres que salen a luchar por sus derechos y en búsqueda de la igualdad”.
Así lo afirmó la coordinadora de Humanidades de la UNAM, Guadalupe Valencia García, quien expuso que la Covid-19 ha resquebrajado la armonía espacio temporal y muchos sitios que deberían considerarse seguros se han vuelto alertas rojas, principalmente para las mujeres, como el transporte público al mediodía, una plaza central en la mañana, o el mismo hogar en que nos confinamos.
En la inauguración, en presencia del rector Enrique Graue Wiechers, la funcionaria señaló que en el evento se busca fortalecer la red de investigación sobre género y hacer recomendaciones de política pública, política universitaria y nuevas sensibilidades sociales, “para que los espacios no sean más armas en contra de las mujeres”.
La relación espacio-género, la violencia que se ejerce contra las mujeres, así como la discriminación hacia la diversidad se han problematizado desde hace décadas en todo el mundo; sin embargo, en esta segunda década del siglo XXI aún hay grandes rezagos, especialmente en Latinoamérica, agregó.
Con ella coincidió la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, quien expresó que la pandemia por Covid-19 ha generado un golpe físico y anímico, trastocado el mundo en que vivíamos e incrementando la violencia de género en lugares laborales y domésticos.
“No obstante las restricciones a la movilidad, el cese de actividades y la suspensión de labores presenciales, la violencia de género no se detiene ni los feminicidios o las agresiones físicas, verbales y sexuales; la violencia en los hogares ha alcanzado niveles lamentablemente históricos”, insistió.
Hasta octubre de 2020 se habían contabilizado en el país unas 200 mil llamadas de emergencia por denuncias de violencia contra la mujer, entendida como abuso sexual, acoso y hostigamiento, violación y agresiones de cualquier tipo, dijo.
“Estoy segura que uno de los objetivos centrales de este congreso es reivindicar el derecho que las mujeres tenemos a una vida libre de violencia, lo mismo en México que en cualquier otra parte del mundo, en el que una mujer, una sola mujer, aspire a vivir su vida con plenitud y entereza, tanto en lo privado como en lo público”, recalcó la rectora.
El director del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), Javier Delgado Campos indicó que el eje central de la reunión será el análisis de la nueva normalidad y el incremento de la violencia de género.
Informó que se tienen registrados 204 ponentes de América Latina y Europa y más de dos mil 600 personas interesadas en el encuentro organizado por el PUEC en coordinación con el Centro de Investigaciones y Estudios de Género, las facultades de Arquitectura y la de Filosofía y Letras, así como el Instituto de Geografía de la UNAM.
También, con la unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma del Estado de México; el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, la Facultad de Economía y el Centro de Estudios de Género de la Universidad Veracruzana.
En la inauguración intervinieron los titulares de las diversas entidades organizadoras, ponentes y participantes nacionales e internacionales.
Sociedad del cuidado
Los cuidados y la violencia de género son dos de las dimensiones más preocupantes en las consecuencias sociales que ha tenido la pandemia desde ese punto de vista y los derechos de las mujeres, opinó Karina Batthyány, secretaria ejecutiva de Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
En ese sentido, la emergencia sanitaria ha tenido un impacto tremendo, tan grande que según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe ha hecho retroceder 10 años la autonomía económica y la participación laboral de las mujeres, apuntó.
Al dictar la conferencia magistral Sociedad del Cuidado. Desafíos y Tensiones, en la sesión de apertura, la experta mencionó que nuestros países y gobiernos comienzan a asumir, de manera diferente a lo largo de la región, algunos tímidamente, otros de forma proactiva, la necesidad de modificar las condiciones de desigualdad, producto de la situación del cuidado, por medio de políticas públicas.
A pesar de las heterogeneidades que pueden derivarse de las dinámicas de las distintas naciones, realidades de los mercados de trabajo, estructuras económicas y tradiciones, hay un rasgo común que caracteriza a la organización social en la región latinoamericana: el cuidado sigue siendo una función principalmente de las familias y, más específicamente, de las mujeres.