Comprende obras clásicas y tradicionales

Inicia programa de música de cámara en la UNAM

Con sede en la Sala Nezahualcóyotl, incluye la participación de los cuartetos Arcano, Lutosławski y Orishas, y el Cepromusic

Ensamble Orishas. Foto: CasCasasola.
La música de cámara es un formato que permite a los compositores explorar nuevas sonoridades, experimentar con coloraturas poco usuales. “El programa de música de cámara fue el primero en existir en la Universidad hace ya cerca de cien años, a partir de él se originó la Orquesta”, comentó Valeria Palomino, coordinadora ejecutiva de Música UNAM.

“Con el término ‘música de cámara’ en realidad nos referimos a un grupo pequeño de músicos, con lo cual podemos abarcar un sinnúmero de periodos, estilos y dotaciones instrumentales. Por esto, en el segundo semestre del año, además del repertorio clásico occidental, que está presente siempre, nos hemos permitido dar un especial acento tanto a la música antigua como a la tradicional”.

El programa incluye recitales en las salas Nezahualcóyotl y Carlos Chávez, así como en el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso.

Participarán Jorge Federico Osorio y los cuartetos Arcano, Lutosławski y el de guitarras Orishas, además de una selección presentada por el Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea (Cepromusic), por mencionar algunos.

En el rubro de la música antigua habrá una serie de conciertos, los cuales serán una oportunidad única “para explorar las composiciones y estilos que dieron forma a la música clásica occidental, desde el Medioevo hasta el Barroco”, mencionó Palomino.

Dentro de esta categoría se reúnen “agrupaciones y músicos especializados de distintas partes del mundo”, mientras que en la de música tradicional el programa se abre a “la diversidad musical de México y Latinoamérica”, aclaró.

Uno de los invitados es el cuarteto de guitarras Orishas, que se presenta el 17 de agosto a las 18 horas en la Sala Carlos Chávez. Vladimir Ibarra, director del ensamble, detalló que su repertorio es un acercamiento a la amplia gama de posibilidades que tiene el instrumento.

“Habría que recordar que la configuración del cuarteto de guitarras es un ensamble muy joven, con sólo algunas décadas de tradición. En esta ocasión incluimos obras de Johann Sebastian Bach y Gioachino Rossini, así como de autores contemporáneos para guitarra”.

Explicó que se trata de un ejercicio creativo de apropiación de partituras para llevarlas al formato del cuarteto de guitarras, es decir “se desarrolla una transcripción muy cuidadosa, a fin de evitar crear una caricatura de la versión original. Aprovechamos las características propias del instrumento, uno de los más ricos en cuanto a diversidades tímbricas se refiere, para estar apegados a la propuesta”.

La segunda parte del recital integra dos estrenos en México de piezas comisionadas a jóvenes compositores mexicanos interesados en la configuración del cuarteto de guitarras: El laberinto de los sueños, de Cutberto Córdoba, y Don Esteban, de Carlos Matus.

“Ambos compositores son originarios de Veracruz, lo cual forma parte de su acervo musical, pero desarrollan algo propio”, comentó Ibarra. “La inspiración evidente por ello es el son jarocho. Don Esteban, por ejemplo, se refiere a un músico tradicional de la región que componía sus propios sones, y es un homenaje a su labor; mientras que la composición emplea células rítmicas propias del son tradicional veracruzano”.

Concierto acusmático, dedicado al italiano Luigi Nono

El ciclo Música de cámara incluye el Concierto acusmático 2, que se presentará en la Sala Carlos Chávez el 24 de agosto a las 18 horas, una propuesta del Cepromusic, y dedicado al centenario del nacimiento del compositor italiano Luigi Nono (1924-1990).

Juan Carlos Cáceres, coordinador de Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Creación Musical del Cepromusic, dijo que Nono “es un compositor muy importante en este tipo de propuestas, pues trabajó de manera innovadora con la electrónica y los instrumentos a su alcance”.

Al respecto, añadió: “Hablamos de los años 60 a los 80 del siglo XX, cuando, usando grabadoras de cinta muy grandes y mediante un proceso muy sofisticado, la música se generaba a partir de la manipulación del sonido, con partituras que especifican el uso de cuatro bocinas en la sala; además debe estar completamente oscura para producir una sensación inmersiva”.

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