Depositan obra completa de Elena Poniatowska

Inicia proyecto Biblioteca Casul de Escritoras

Gracias a la entrevista pude acercarme al país que más amo, dijo la periodista en conversatorio

Marta Lamas, Guadalupe Alonso, la narradora y Adriana Malvido. Foto: Barry Domínguez.

Morirme es lo que me hace falta por hacer a mis 90 años”, así de contundente respondió Elena Poniatowska a una pregunta que le hizo una de las asistentes al conversatorio que sostuvo con la antropóloga y ensayista Marta Lamas, la periodista Adriana Malvido y Guadalupe Alonso, directora de la Casa Universitaria del Libro (Casul), en este recinto ubicado en la colonia Roma.

Previamente, la reconocida escritora y periodista radicada en México desde los siete años de edad inauguró, con el depósito de su obra completa, el proyecto Biblioteca Casul de Escritoras, concebido como un espacio para la difusión de novelas, cuentos, poemas y ensayos de destacadas autoras en la literatura mexicana y latinoamericana. Esto ocurrió en el Salón del Vitral de la dependencia universitaria, donde selló un ejemplar de su emblemática crónica La noche de Tlatelolco.

Alonso dijo que Poniatowska siempre ha guardado una entrañable cercanía con la UNAM y ésta con ella. “Ponemos a disposición de los visitantes los títulos de una de nuestras más queridas y admiradas escritoras para su consulta y lectura”.

Tres amigas de Elena se reunieron con ella esa tarde para contar algunas anécdotas que revelaban su gran sentido del humor, ingenio e inteligencia. Fue una plática relajada en la que se propusieron pasar un buen rato conversando sobre los libros que ha escrito y los que lee, así como de sus pasiones por este país que la acogió, lo mismo que de su andar por el periodismo en las últimas siete décadas y su ejemplar solidaridad con las mujeres.

“Una de las cosas de las que menos se habla es de lo divertida que es Elena, es una persona muy chistosa, una provocadora y alguien genial. Tiene una risa gutural divertidísima, le gusta hacer maldades y travesuras”, acotó Lamas en su intervención.

Alonso destacó de la autora de Fuerte es el silencio que “hace las preguntas con gran inocencia y siempre dando en el blanco”. Malvido lo confirmó cuando relató que al leer los ocho tomos de Todo México, en los que se incluyen sus entrevistas, fue para ella una terapia y un gran aprendizaje. “Me divertí muchísimo, sus preguntas denotan una gran inteligencia”. Y de ello dio varios ejemplos: a Manuel Benítez, El Cordobés, le planteó: “¿Qué cosa es un toro?”, lo que hizo que este personaje se enojara; a María Félix le espetó: “¿Es cierto que tiene voz de sargento?”, y a Renato Leduc lo puso en entredicho cuando le pidió que le dijera si de sus múltiples caídas, de las que se vanagloriaba, alguna fue del regazo de una mujer.

En otro momento, dijo que se habían quedado en el tintero y lejos de su vista un sinfín de rincones por visitar, pero lo que nunca le faltaron fueron las preguntas. “A todo mundo le interrogaba a través del lenguaje. Gracias al diálogo y a la entrevista tuve el acercamiento que quería con el país que más amo y con la gente de la calle, con la que siento mayor cercanía porque es la que me dio más respuestas”.

Marta Lamas continuó la charla leyendo algunas ideas que sobre el feminismo expusiera en diferentes textos la hija de padre polaco y madre mexicana. En uno de ellos afirmaba: “Mujeres de la política se unen al olímpico desprecio de la sociedad patriarcal. Y van aún más lejos en sus refinadas y sutiles maneras de evidenciarlas. Su imagen resulta más certera porque lo hacen desde dentro, con absoluto conocimiento de causa”. Aguda y dura en lo que decía, fue el comentario de Lamas a la cita, a lo que Alonso añadió: “Nunca ha tenido rivalidad con las mujeres”. De inmediato Elena Poniatowska tomó el micrófono para “corregirla”: “Tuve una rivalidad enorme con María Félix, porque yo era más bonita”, confesión que el público refrendó con aplausos. En Casul vimos a una Elena Poniatowska feliz, muy feliz, porque para ella escribir no es un trabajo, sino un inmenso regalo. Y aunque como lo apuntara, sin lamentarse, que tener 90 años es más difícil, su preocupación más inmediata era ver si bajando del estrado no azotaba “como chango viejo”, según sus propias palabras. Al final de la conversación, su prodigiosa sonrisa alentó a los presentes a dudar sobre qué les iría a preguntar la imaginativa, carismática y siempre enamorada Elenísima.

 

También podría gustarte