La adrenalina de estar siempre alerta

La presión de ser portera nunca representó un obstáculo. Para Mélany Villeda es adrenalina, estar siempre alerta para frenar al rival, detener el balón y evitar ese gol que puede cambiar el partido. No teme a los balonazos o a los errores, los ve como parte del juego. Afronta su posición con orgullo, responsabilidad y pasión, esa que la hace brillar con Pumas femenil y que le abrió las puertas de la selección mexicana.

“Ser portera es que nos guste la presión. Todo el tiempo tenemos que estar concentradas, atentas y la verdad es que me encanta la sensación que genera. Aunque a veces cometes errores, ni modo, es algo a lo que te tienes que atener si esto te apasiona. Disfruto mucho la portería, el aventarme, el atajar. Es algo que manejo pensando en el momento en que estoy, no presionándome en el partido. Un día antes visualizarme ya en el juego, no pensar en nada y ejecutar”, afirmó la guardameta auriazul.

El amor por los tres postes no fue a primera vista. Mel inició su camino como delantera. A los siete años, en un equipo amateur de niños, el portero no asistió, no había opciones y nadie quería hacerlo. La pequeña sacó el carácter. Se puso los guantes y defendió el arco de su equipo. La adrenalina fue única; la conexión con la portería, ahora, parece eterna.

“Inicié jugando a los seis años. Lo hacía en mi casa, con amigos, con mi papá. Ya en un equipo formal, de niños, a los seis. Cuando preguntaron: ‘¿Quién quiere ponerse?’, no tengo ni idea de por qué, pero alcé la mano y ahí empecé en el arco. Creo que tenía como unos siete años y me gustó. Mis papás pensaban que al primer balonazo me iba a quitar, pero no fue así. Era un poco atrabancada, salía a los pies de los niños y todo. Esa adrenalina que te genera estar todo el tiempo alerta fue lo que me hizo quedarme ahí.”

La decisión de ser jugadora profesional no fue fácil, requirió un impulso, el más importante: su familia. Para dar ese paso, Villeda necesitaba seguridad, saber que tendría posibilidad de crecer, de terminar la escuela. Pumas le dio esa oportunidad. Así, el sueño comenzó. Con sacrificios y mucho trabajo, a los 16 años debutó en la Liga MX Femenil (el 10 de marzo de 2018). Cuatro años después, el balance es positivo.

“Mis papás me motivaron mucho para jugar de manera profesional. Quería terminar una carrera o algo así, porque vi el primer torneo pero no sabía si realmente iba a ser algo serio o si continuaría. Buscaba concluir una carrera, tener algo seguro, y ya después enfocarme en el futbol. Hasta que mis papás me dijeron: ‘tienes que probar’. Ellos me motivaron a que fuera primero el futbol y luego la escuela. En este lapso de mi vida Pumas se ha convertido en todo. Cumplí mi sueño de estar aquí en primera y debutar. Me han enseñado y apoyado en muchas cosas. Me han inculcado valores, como pensar en qué va a pasar después del futbol, estudiar, tener algo, y lo agradezco mucho. Eso es Pumas, el hecho de venir todos los días y hacer lo que más me gusta, muy pocos tienen esa oportunidad, y yo le agradezco al club que haya confiado en mí y lo sigan haciendo.”

Mélany ya terminó la preparatoria y no se conforma. Iniciará su formación universitaria enfocada en negocios, mientras pelea por alcanzar objetivos deportivos claros: el título con Pumas, la titularidad en la selección mexicana y llegar al futbol europeo.

La portera auriazul ha tenido un torneo complicado, una lesión la alejó del arco durante varias semanas. Suma cuatro duelos en 12 partidos disputados, y no se deja vencer.

“Pueden esperar a una guardameta que nunca se rinde, que va a dar la cara por el equipo. Siempre voy a dejar todo en partidos y entrenamientos. Esperen a una arquera responsable, dejándolo todo en la cancha”, concluyó.