Existe el riesgo de usarla con fines políticos

La ciencia no debe ajustarse a ninguna ideología

Lorena Umaña, Juan Salgado, Miguel Armando López y Julie-Anne Boudreau. Foto: Francisco Parra.
En el momento en que la ciencia se somete a una camisa de fuerza ideológica, deja de serlo, pero también sucede lo mismo cuando una casa de estudios se ajusta a la ideología, pues pierde su pluralidad, característica sine qua non que debe haber en el espíritu de reflexión universitaria, consideraron los científicos sociales que participaron en el IX Congreso Nacional de Ciencias Sociales. Las ciencias sociales y los retos para la democracia mexicana.

En la mesa Las ciencias sociales, elecciones y desafíos sociales: El rol de la investigación y la enseñanza, el coordinador de Humanidades de la UNAM, Miguel Armando López Leyva, indicó que puede haber usos políticos de la ciencia, “de hecho los ha habido en México y en otros países, pero en el momento en que ésta se pliega a la ideología no es ciencia”.

Consideró que están en marcha diversos procesos de erosión democrática, “a los que también podemos llamar regresión, deslizamiento inverso o declive democrático, según la perspectiva que cada quien use y que se aprecia en los informes más relevantes en la materia”.

En el encuentro organizado por el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales y el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, señaló: “Se nos olvidó que la democracia podría tener riesgos, como ha ocurrido en estos procesos, aunque no son factores externos, ni siquiera actores externos propiamente al ámbito de la política, sino que están incluidos dentro del proceso de la propia política institucional”.

Por su parte, Julie-Anne Boudreau, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM y coordinadora del grupo de investigación Tryspaces, reconoció que las ciencias sociales son sumamente importantes para fomentar la participación de las juventudes en el proceso político; pero por supuesto con algunas condiciones, entre ellas, empezar a enseñar fuera del aula universitaria, en laboratorios callejeros o vivos. Esa idea de que estudiantes, docentes y juventudes que no asisten a las universidades pueden estar en contacto constante y sostenido a través del tiempo.

En el Auditorio Ricardo Torres Gaitán del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, apuntó que de esa manera se aprende a negociar y crear propuestas de transformación social, a romper las barreras entre la universidad y la calle, pensar en la incidencia social de manera distinta explorando otros tipos de evidencias que no son cifras o estadísticas de impacto, sino los indicadores más vivenciales y experienciales de practicar la democracia.

Al final, Juan Salgado Ibarra, investigador Senior de Reforma Policial en World Justice Project, señaló que las ciencias sociales tienen la ventaja de ser transdisciplinarias, es decir, el poder reunir a académicos y académicas de distintas disciplinas, complementar los conocimientos, el análisis con diferentes perspectivas e ir generando esta evidencia para crear políticas públicas y evaluarlas.

También se establecen vínculos en lo que hoy se conoce como el ámbito “pracadémico”, es decir, entre lo práctico y lo académico. “Esto nos lleva a un análisis menos maniqueo, más matizado de los problemas sociales, que es precisamente lo que necesitamos”.

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