John Ackerman, director del PUEDJS
La democracia debe ser una forma de organizar a la sociedad en su conjunto
La democracia va más allá de votar cada tres o seis años, cuando hay elecciones: tiene que ser una cuestión personal, una forma de vida, pero también social y estructural, una manera de organizar a la sociedad en su conjunto, a un país, y no solamente a la esfera gubernamental, afirma John Ackerman Rose, director del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM.
Con motivo del Día Internacional de la Democracia, que se conmemoró el 15 de septiembre, el también investigador, refiere que es importante no limitarla solamente a los individuos, las elecciones o las instituciones; “tenemos que incluir a la sociedad, a las colectividades y procesos políticos más amplios”.
En un contexto global e histórico ha tenido avances considerables en los últimos 200 años; se ha logrado el sufragio universal en la mayor parte del planeta, donde las autoridades son electas por los ciudadanos; y la ciudadanía no está limitada por el género, la raza u otras cuestiones, destaca.
Sin embargo, reconoce, ese sufragio se ejerce en un ambiente de desigualdad. Además, sobre esa forma de gobierno hay diferentes amenazas: una de ellas es que puede pesar más “el dinero que la opinión de la gente”. El caso más extremo es el de Estados Unidos, donde técnicamente hay límites para el financiamiento de campañas políticas, pero fácticamente no los hay.
“Lo que decide en gran medida quién gana y quién pierde la elección es la cuestión del financiamiento, del dinero privado en particular, que tiene más y más influencia y control de la información a la cual accede la gente”. Esta tendencia la vemos en el mundo entero y merma la calidad democrática, opina.
La pérdida de la soberanía de las naciones, detalla, también afecta la democracia, porque cada vez más las grandes decisiones de políticas públicas se imponen en los circuitos financieros internacionales. Los gobiernos electos democráticamente se encuentran en una situación en la que su agenda está también limitada por las agencias calificadoras o los bancos mundiales.
En materia democrática, sostiene John Ackerman, América Latina es una de las regiones que más esperanza genera. Durante los últimos 30 años, en particular, se ha demostrado la posibilidad de canalizar diferentes corrientes de opinión y ha habido alternancia, demasiada experimentación, con gobiernos de derecha, izquierda y de centro, lo cual “es de celebrarse”.
Se trata de una de las partes del mundo más plurales y dinámicas en este tema. Aquí “ninguna opción política está cancelada de antemano”, como ocurre en Europa o Estados Unidos, donde no hay posibilidad de que la izquierda pueda ganar una elección, a pesar del surgimiento de líderes o de movimientos populares.
En nuestro país, tenemos un debate amplio, plural y constante y, en los últimos años, gran politización de la sociedad que discute las diferentes visiones de la democracia. “De repente, ninguno de los dos lados escucha al otro y se dan agresiones y descalificaciones. Es un gran reto que la polarización se manifieste por medio de un debate más profundo, respetuoso y complejo”, finaliza.