Hay factores neuroquímicos
La felicidad no es eterna y los momentos alegres son efímeros
La vida es agridulce, se pueden tener diferentes estados de ánimo, no es algo completamente lineal: Rafael Zepeda Hernández, de la FM
La felicidad no es eterna y los momentos alegres son efímeros. La felicidad por un hecho neuroquímico depende de sustancias que rápidamente desensibilizan a las neuronas, señala Eduardo Calixto, neurofisiólogo y académico de la Facultad de Medicina.
Un punto esencial, agrega en entrevista, “es que el neurotransmisor dependiente de la felicidad, el que sustenta la sensación de plenitud (dopamina), a concentraciones elevadas y por mucho tiempo, mata neuronas”.
Esto implica, precisa, que la felicidad debe ser corta y que el ser humano, conforme envejece, disminuye su cantidad de dopamina. “Somos más felices, en promedio, sin llegar a determinismos, a los 22 años. Después de esa edad empieza a disminuir todos los días, todos los años, la dopamina. Cuando se tienen 50 años, la gran desventaja es que, aunque hay más elementos para ser feliz, ya no se tiene la misma liberación de dopamina que a los 20. Casi nos quedamos con un 30 o 40 % de cuando éramos jóvenes”.
Indica que alguien de 19 años, por ejemplo, se ríe 320 veces al día, cuando esa persona ya tiene 50 años lo hace en unas 85 ocasiones, aproximadamente. “Está disminuyendo mi dopamina. No soy yo, es mi dopamina”.
La felicidad es muy compleja, afirma. “Para mantenerla, para entenderla, y para poder proyectarla se necesitan más regiones cerebrales. Hay otros factores como la endorfina, la oxitocina, el óxido nítrico y el glutamato, que son neurotransmisores involucrados en este proceso. Van cambiando su liberación, pero también tenemos que entender otro aspecto fundamental: la felicidad cambia su interpretación, los motivantes y los detonantes a lo largo de la vida. No siempre tenemos la misma cantidad de neuronas”.
En términos concretos, acota, “nacemos con 100,000 millones de neuronas. A los 25, 30 años de edad tenemos 86,000 millones de neuronas. Después de los 35-38 empezamos a perder todos los días de 5,000 a 15,000. Esto depende del nivel de estrés, de la alimentación y de las condiciones de vida, incluso desde la actividad sexual hasta el proceso de descansar”.
Si el ser humano aprende de manera gradual a despertar sus detonantes, a manifestar ese proceso, llegará al punto esencial en en el que podrá aprender a ser feliz con lo que tiene, señaló. “Entre más nos obsesionemos con la felicidad, prácticamente condicionaremos la liberación de dopamina”.
Lo que pasa entre los siete y 14 años genera una secuencia y una cicatriz neurológica que podemos llevar toda la vida, concluyó. “Esto implica claramente entonces que a algunas personas les costaría mucho trabajo ser felices en la vida, y sin embargo, independientemente de la edad que uno tenga, si uno lo tiene consciente puede empezar a trabajar en ello. Tenemos, como especie, esperanza, y esto significa que la gran mayoría de los seres humanos podemos cambiar la manera como interpretamos nuestros factores de felicidad”.
Moldear el cerebro
Por su parte, Rafael Zepeda Hernández, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, dice que “sí hay ciertas condiciones genéticas que pueden llevar a una disminución de ciertos neuroquímicos, neurotransmisores, pero también es algo que se va adquiriendo a lo largo del tiempo, se puede ir moldeando. Si no fuera por la neuroplasticidad, no podríamos ser capaces de enfrentar nuevas situaciones, superar adversidades, por ejemplo”.
Juega un papel fundamental “la generación de nuevas redes neuronales, nuevas células, nuevas neuronas, que pueden mejorar la capacidad de un cerebro para tener este aporte de dopamina, serotonina y oxitocina”.
Es multifactorial que una persona se sienta bien, reflexiona. “Esta descarga de los diferentes neurogénicos es algo temporal, a veces segundos, a veces minutos y uno se siente mejor, pero después viene una reducción y un estado basal (nivel de energía bajo de un sistema físico) en el que ya no se siente uno tan bien”.
No es necesario y es antinatural sentirse bien todo el tiempo, concluye. “Hay que entender que la vida es agridulce, puedes tener diferentes estados de ánimo, no es algo completamente lineal. La felicidad está más relacionada con un estado de bienestar, con la tranquilidad y la paz”.