Mirada interior/Pa’chána e’néala

La herencia musical y escrita del pueblo tarahumara, en un libro

Ana Cely Palma recupera las enseñanzas familiares, en particular de su abuelo, impulsor de grupos corales en su comunidad

Fotos: Libros UNAM.

Los tarahumaras conservan sus tradiciones a través de la oralidad, además de la música, las danzas y las enseñanzas transmitidas a los más jóvenes. Pero al igual que otros pueblos originarios, enfrentan el dilema de inculcar a las nuevas generaciones la necesidad de continuar con su legado, al tiempo de que se integran a los momentos modernos y las influencias externas.

Ana Cely Palma en su libro Mirada interior / Pa’chána e’néala presenta un ensayo en el cual explica la experiencia propia de cómo adquirió las tradiciones heredades de su abuelo, don Erasmo Palma, quien fue pionero en la práctica de poner en papel y letra la literatura rarámuri, preservada a través de cánticos pertenecientes a las comunidades que los conforman.

El texto es prácticamente el primer trabajo ensayístico escrito por una mujer de pueblos originarios del norte del país, desarrollado con la impronta de difundir los cantos tradicionales, los cuales contienen parte de la historia rarámuri y son reflejo de sus costumbres y cosmogonía.

“Cuando terminé este trabajo –recuerda la autora– no imaginé que tuviera un alcance y una magnitud como lo que he encontrado. Lo escribí pensando en que fuera leído por el pueblo rarámuri, también para las personas que no conocen o comparten nuestra visión como pueblos originarios del norte del país. Resulta impactante porque los textos de recuperación y preservación de sus tradiciones los deben hacer también los hablantes de náhuatl, y de muchas otras etnias en el país.”

“En el caso de los habitantes de la Tarahumara, el conocimiento está en los cantos para la niñez, que son pequeñas frases compartidas en el día a día. Como crecí viendo a mis abuelas, a mi madre transmitir esta costumbre, decidí posteriormente hacer lo mismo con mis hijos. Lo que he observado hasta ahora es que esta práctica realmente desaparece dentro de mi comunidad, en las de otros rarámuris. Es correcto que niños y jóvenes asistan a las escuelas, secundaria o bachillerato, pero esa etapa en sus vidas, parte de la educación, hace que las tradiciones se vuelvan porosas.”

Los rarámuri o tarahumaras son una comunidad asentada en los territorios de Chihuahua, el suroeste de Sonora y el noroeste de Durango. El término proviene de las palabras en su lengua: rara (pie) y muri (ligero), lo que se traduce como corredores ligeros.

En el volumen, editado por Libros UNAM, la autora originaria de Norogachi, Guachochi, en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, recupera las enseñanzas familiares, en especial las de su abuelo Erasmo Palma, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2002 en el rubro de Artes y Tradiciones Populares; y las de su padre, creador de los coros Raku Nawajiwame.

“El ensayo es una carta abierta al conocimiento del panorama cultural y tradicional de nuestro pueblo. Pero también implica resaltar el cómo esta memoria colectiva se debe redescubrir porque ayuda a comprender nuestros orígenes; es el punto de coincidencia más fuerte con los otros pueblos originarios. Me parece que por eso el libro ha sido muy bien recibido.”

Respecto a la cosmovisión rarámuri, destacó que busca el equilibrio con la naturaleza. Y que las canciones son heredadas de una generación a otra, acompañadas por expresiones dancísticas; pero debido a su compleja estructura, son pocos los jóvenes interesados en interpretarlas.

“En mi niñez veía a mi abuelo escribir los cánticos y sus canciones. De hecho, él es pionero en esta práctica de poner en letra y en papel la tradición. Lo que reunió encuentra su origen en su propia abuela, de ahí la importancia que tuvo su labor, realizada desde 1900 y hasta mediados de los años 70, a través de la creación del primer coro rarámuri.”

“Con la experiencia de haber escrito este libro, queda claro que hay muchísimas cosas por rescatar, no sólo de este pueblo originario, sino de muchas otras etnias del país. Para todos nosotros, la oralidad y los cantos son muy importantes. El lenguaje de la música forma parte de nuestra naturaleza, sirve para expresarnos, para manifestar y conservar las tradiciones. Así que en cierto sentido el trabajo apenas inicia, no sólo el mío sino el de varias generaciones. El camino de la escritura que inició mi abuelo representa el rescate de los pueblos originarios, una búsqueda esencial para la práctica de este legado.”

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