Pero seguirá unida hasta el fin del sistema solar
La Luna ha desempeñado un papel fundamental en la vida de la Tierra, pero se aleja poco a poco del planeta. ¿Te has preguntado si la perderemos alguna vez? Y, por ende, ¿se terminará la vida en la Tierra?
Con respecto a estas incógnitas, Antonio Lazcano Araujo, profesor de la Facultad de Ciencias, explicó que la Luna y la vida en la Tierra existirán por muchísimo tiempo.
De hecho, algunos especialistas opinan que la vida se acabará en cinco mil millones de años, cuando el Sol se convierta en una estrella roja, crezca y absorba a Mercurio, Venus y luego a la Tierra.
Mientras tanto, dijo, tendremos Luna y biosfera sin problemas. La vida siempre estará presente porque evoluciona, sobre todo los microorganismos y bacterias que son extraordinariamente resistentes.
De acuerdo con Antonio Lazcano, la Luna estaba mucho más cercana de la Tierra de lo que está ahora. Esto hacía que las mareas fueran más intensas y frecuentes.
Algunos científicos opinan que los charquitos que quedaban cuando llegaba el agua marina y retrocedía fueron fundamentales para las reacciones químicas en los cuerpos evaporados.
¿Cómo surgió?
Cuando la Tierra se formó, la Luna no existía. En realidad surgió después de que un cuerpo, más o menos del tamaño de Marte, chocó contra nuestro planeta. El material salió disparado y generó una especie de disco en torno a la Tierra, se condensó y de ahí surgió este satélite natural.
La Luna es muy peculiar en cuanto a sus enormes dimensiones respecto de otros satélites del Sistema Solar. Por ejemplo, Fobos y Deimos, de Marte, son asteroides capturados por el planeta rojo. Incluso Júpiter y Saturno poseen varios satélites, pero no llegan al tamaño del nuestro.
La Luna tiene un papel en la evolución de los organismos. Hay plantas que tienen un ciclo relacionado porque en las noches de plenilunio se abren, incluso hay insectos con ciclos nocturnos
La Tierra está cubierta por agua y las grandes mareas han frenado la velocidad de su rotación. Hay cantidades físicas que deben conservarse al frenarse el movimiento
de rotación. Por ello, la Luna tiene que alejarse poco a poco. “Eventualmente llegará un punto en donde no la perderemos, pero no estará tan cerca”.
¿La Luna tiene un papel en la evolución de los organismos? “Desde luego, hay plantas que tienen un ciclo relacionado porque en las noches de plenilunio se abren, incluso hay insectos con ciclos nocturnos”, aseveró el profesor universitario.
Pero nuestro satélite natural se aleja tan lentamente que para el momento que se encuentre a una distancia considerable y la cantidad de luz sea menor, la evolución biológica habrá permitido que los ciclos de estos animales y plantas se hayan acoplado.
Ciertamente, sin la Luna es imposible entender la vida en la Tierra y su relación con una serie de fuerzas naturales como la luz, la gravedad o incluso las mareas; éstas han influido en la evolución del planeta, concluyó el académico.
Sin el satélite no habría vida en el planeta azul
Millones de años después, se refrenda por qué la Luna no sólo ha iluminado el lenguaje y el arte de los terrícolas. La ciencia ha expuesto con rigor que la relación entre la Tierra y su satélite natural es única en y más allá del sistema solar.
“Nuestro planeta parece tener una compañera muy inusual y rara, pero la vida como la conocemos no sería posible sin ella. Primero, porque estabiliza el eje de rotación del globo terráqueo; después, porque retrasa su órbita y calentó su núcleo. Una razón más es porque lo protege de choques en el espacio”, manifestó Sebastián Sánchez, investigador del Instituto de Astronomía (IA).
Al dictar la conferencia La Importancia de la Luna para la Vida en la Tierra, en el Auditorio Paris Pishmish del IA, el exinvestigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía, España, mencionó que el choque que dio lugar al sistema Tierra-Luna pudo tener su trascendencia para la eliminación de la atmósfera primigenia, ya que sin ello nuestra atmósfera sería como la de Venus (altamente densa).
Somos el único planeta con actividad tectónica, y eso se atribuye al exceso de calor interno, ocasionado por el sistema Tierra-Luna, además que crea el fenómeno de las mareas que ocurre dos veces al día.
“Hay muchos planetas fuera del sistema solar; sin embargo, no hay ninguno como la Tierra; y eso también se lo debe a la Luna, por ello tenemos una responsabilidad de vida con nuestro mundo, porque es muy probable que no podamos ir a habitar otro”, subrayó.
Es la historia de un amor
La Tierra y la Luna se conocieron desde su génesis. La segunda, cuenta con mil 500 kilómetros de diámetro; y en palabras de Sebastián Sánchez, sus materiales pesan menos que los de la Tierra. No obstante, es el segundo satélite más denso de todo el sistema solar.
“La distancia entre ambas es de 384 mil 400 kilómetros. Podría considerarse demasiada, pero en otro rango, están separados sólo por 1.3 segundos-luz. Sin embargo la Luna ha decidido alejarse 3.8 centímetros anuales”, dijo el investigador.
Aunque la corteza lunar se asemeja a la Tierra, agregó Sebastián Sánchez, con valles, accidentes geográficos, montañas y cordilleras (no volcánicos), la Luna está totalmente bombardeada y plagada de cráteres por el impacto de meteoritos.
“Su corteza está compuesta por 43 por ciento de oxígeno, 21 por ciento de silicio, 10 por ciento de aluminio, nueve por ciento de calcio y hierro, cinco por ciento de magnesio y dos por ciento de titanio”, detalló.
Andas en la Luna
El investigador del IA realizó un recuento de las aventuras humanas a la Luna. Aunque reconoció que de manera controversial o no, el primer alunizaje fue fraguado el 20 de julio de 1969, en una misión estadunidense, se ha olvidado que desde tiempo atrás se intentó llegar al satélite natural de la Tierra, y aún más, que la historia no le ha dado lugar a los tripulantes del Apolo X.
“Se han hecho más de 20 viajes entre sondas y alunizajes no tripulados y tripulados. Los primeros fueron astronautas de la otrora URSS el 12 de septiembre de 1959, y el último fue apenas el 3 de enero de 2019 a cargo del programa espacial chino”, concluyó.