La magia de la música
A veces creemos que la melodía sólo nos afecta a nosotros, pero no es únicamente al público humano, también tiene efectos en otras especies: Leika Mochán
La música borra fronteras, es un idioma universal, tiene efectos mágicos. Logra que una rata salga de su escondite para escuchar un ensayo, consigue que el trino de un pájaro entre a tiempo para ser parte de la grabación. La comida de una abuela se vuelve inmortal en una partitura, las supersticiones de un pueblo perduran al convertirse en notas musicales. Carina López, Leika Mochán y Benjamín Shwartz, quienes tocarán el sábado 10 de septiembre en el concierto Trasfrontera CU, comparten con Gaceta UNAM algunas pinceladas de su pasión por la música.
Carina López: Con Klezmerson fuimos hace algunos años a un festival de jazz de Sarajevo, y eso a mí me volaba la cabeza. Me preguntaba: “¿cómo es que la música, de repente, me trae a un país que nunca pensé visitar?” Recuerdo la mañana que estábamos ahí, antes de tocar, y sentir agradecimiento por la música. Dije: “hasta dónde me ha llevado”.
En escenarios de otros países, con otras bandas, con otros artistas. Estar subida en un escenario en Chile, sentir la calidez de la gente con cada grupo y con cada artista. A mí eso me mueve. Personalmente, cada vez que son lugares muy grandes, y darme cuenta que la gente, literalmente, siente el bajo por el sistema de audio, me da un buen sabor de boca. Pero en conciertos pequeños, como este de Klezmerson en Sarajevo, es también como muy cálido el recuerdo.
Benjamín Shwartz: En México, con Klezmerson, hemos tocado en plazas, en Zacatecas que ha sido maravilloso, en conciertos más chicos donde siento más intimidad. Pero me puedo quedar con uno que tocamos en el Lunario del Auditorio, en un festival de música de John Zorn. Fue la primera vez que tocamos un ensamble grande, con este proyecto de interpretar el Book of angels, fue como un sueño. Me acuerdo que nos subimos al escenario y estaba como en otro planeta; ese es uno de los conciertos que recuerdo con más cariño.
Yo tenía una abuela muy curiosa que decía cosas como: “no es por nada, pero me quedó riquísimo”. Hay muchas expresiones de ella, y yo empecé a tomar esas frases célebres que nos hacían reír en las comidas. Intenté hacer una fotografía sonora, que fue un disco. En la siguiente producción dije: “ya no puedo hacer lo mismo”, entonces empecé a buscar qué tan supersticiosos somos los mexicanos, y qué tanto lo son los judíos. Pensé: “a ver, estos dicen una maldición y los otros recitan una bendición”. Esa es la exploración, me puse a investigar un poquito cuáles eran los dichos que más me resonaban de manera familiar.
Klezmerson, por ejemplo, es un grupo que toca música principalmente instrumental, sin voz, pero ese disco de la superstición merecía escribir letras y palabras. Fue todo un reto encontrar los libros adecuados para saber de dónde sacar la información.
El disco se llamó Siete, por los siete colores del arcoíris y las siete notas musicales. Fue todo un rollo de superstición muy interesante.
Leika Mochán: Ahorita estoy trabajando, y parte de la semilla está en el video que grabamos para Trasfrontera; la música de los pájaros, su canto y cómo va cambiando alrededor del tiempo. Ya llevo un rato explorando en eso, muy enfocada gracias al Sistema Nacional de Creadores.
Hace poco en un ensayo del coro, haciendo una cosa que nada tenía que ver con los pájaros, estábamos componiendo una rola que era como una especie de cumbia; entonces iba bajando el volumen y, de repente escuchamos como “wak wak”. Era como si el pájaro hubiera entrado a tiempo en la rola, fue algo como así de: “guau, qué chido”. Son las cosas especiales que luego suceden.
También me acuerdo de otra que tenía un grupo de voces, había una rata en el jardín y era horrible. Siempre que ensayábamos salía de su escondite y se quedaba escuchando. A veces creemos que la música sólo nos afecta a nosotros, pero no es únicamente al público humano, también tiene efecto en otras especies. Igual tuve un perro que reaccionaba a los cantos húngaros.