La naturaleza íntima de la vida: Ernst Saemisch

El miedo, 1948. Foto: Archivo San Ildefonso.
La vida y obra del pintor alemán Ernst Saemisch tuvieron una interacción profunda con la historia artística, cultural y social del siglo XX. El resultado de su experiencia biográfica y de su talento artístico es una obra rica y diversa, objeto de una minuciosa exploración en la muestra La naturaleza íntima de la vida. Ernst Saemisch 1902-1984, abierta del 15 de diciembre al 18 de mayo, en el Colegio de San Ildefonso.

Ernst Saemisch (Alemania, 1902–México, 1984) creció cerca de la Selva Negra. Durante la Primera Guerra Mundial fue enviado a Suiza a completar su educación y resguardarse del conflicto. Ahí conoció la obra de Georges Braque y de Juan Gris, así como el espíritu de la vanguardia de la época, lo que influyó definitivamente en su estilo. Más tarde, de vuelta a su país, sería alumno de la Bauhaus, donde entraría en contacto con artistas como Klee, Feininger e Itten.

Fue periodista desde temprana edad, oficio que le permitió sustentarse y seguir pintando. Continuó su vida en Alemania de 1923 a 1964, experimentando de cerca la caída de la República de Weimar, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. A lo largo de estas décadas, su estilo tuvo una evolución notoria, desde el figurativismo hasta un abstraccionismo casi espiritual, pasando por el expresionismo. De igual manera, las figuras humanas de sus pinturas van cediendo el lugar ante la naturaleza que deviene, poco a poco, en una reflexión sobre la forma, el color y la luz. Cuestión que se acentuará en México al entrar en contacto con una realidad geográfica muy distinta y con otro tipo de influencias pictóricas.

La exposición está organizada en ocho núcleos temáticos que abarcan su experiencia formativa; los años de la Segunda Guerra Mundial, donde Saemisch reflejó en su obra los sufrimientos del conflicto; el refinamiento de su abstraccionismo durante la Guerra Fría; la experiencia de mayor inmersión en la naturaleza cuando se mudó a la Alemania central, así como cuatro secciones dedicadas a su evolución en tierras mexicanas, en donde el artista buscó conectar con los rastros de la cultura prehispánica y con su gente. No es de extrañar que algunas obras reflejen sus estancias en Tierra Caliente y entre pescadores de Veracruz. En total, hablamos de 220 obras realizadas entre 1920 y 1984, la mayoría sobre papel con tintas y pasteles, técnicas de su preferencia.

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