Lucía Mendoza, ganadora del premio L'Oréal

La perturbación de los ritmos circadianos contribuye a la obesidad

Es importante consumir alimentos en un lapso de 10 a 12 horas en la primera parte del día; el resto, en ayuno

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Para 2030 se proyecta que una proporción relevante de adultos mexicanos tendrá obesidad, asociada a complicaciones de salud como diabetes y males cardiovasculares. “Las causas principales son los malos hábitos alimenticios y la vida sedentaria, pero otro factor que contribuye es la perturbación de los ritmos circadianos”, dijo Lucía Mendoza Viveros, posdoctorante del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB).

“Se ha observado que hay beneficios importantes al consumir alimentos dentro de un lapso de 10 a 12 horas durante la primera parte del día y el resto del tiempo permanecer en ayuno. Esto además contribuye a formar buenos hábitos, aseguró la ganadora de la Beca para Mujeres en la Ciencia L’Oréal-Unesco-Conacyt-AMC 2019, en el área de ciencias naturales.

Sin necesidad de someterse a una dieta específica, comiendo balanceadamente sin restricción de ningún alimento, una persona podría llegar a tener un metabolismo estable, remarcó.

De manera natural, y como animales diurnos, al formar ritmos y hábitos bien establecidos, donde nuestras actividades y alimentación se den durante el día y el descanso en la noche, se contribuye a que el organismo se sincronice con los estímulos del exterior; así se favorece la obtención de energía, cómo lidiar con ella en el transcurso del día, y nos preparamos para el ayuno en la noche, explicó.

“Se han aplicado cronoterapias (acoplamiento de un tratamiento médico con nuestro ritmo circadiano) en las que se consumen alimentos entre las siete de la mañana y las siete de la noche, nada antes ni después, y se ha comprobado su eficacia en la disminución del peso corporal aunque no se restrinjan las calorías.”

No obstante, aclaró, un metabolismo estable no es una solución para la obesidad, pues la mejor manera de perder peso es disminuir el consumo de energía y aumentar su quema, es decir, hacer ejercicio y comer de manera saludable.

Al exponer su proyecto de investigación, destacó que el equipo con el que colabora (del IIB y del Instituto Nacional de Medicina Genómica) estudia los ritmos biológicos relacionados con los procesos del cuerpo, y cómo varían a lo largo del día para adaptarse a los cambios en los ciclos diurnos y nocturnos.

Uno de ellos es el metabolismo energético, que implica el balance entre el almacenamiento de energía, cómo se gasta y los métodos que muchos órganos periféricos (como el hígado, corazón y páncreas) realizan para esa tarea. “Podría pensarse que la regulación depende exclusivamente de los órganos periféricos; sin embargo, también hay regiones especializadas del cerebro que se encargan de enviar señales de cuándo consumir energía y cuándo gastarla”, afirmó Mendoza Viveros.

Interrupción de patrones de sueño

Quienes hacen investigaciones al respecto, consideran que la interrupción regular de los patrones de sueño puede confundir al reloj biológico, es decir, al ritmo circadiano, que regula nuestro metabolismo, y “eso se ha visto con el llamado jetlag social, que se produce cuando hay grandes diferencias entre el horario de sueño de la semana laborable con el fin de semana o días de asueto, cuando se rompe la sincronía con los ritmos del día y la noche.

Los ritmos circadianos son mecanismos endógenos (se origina al interior de nuestro organismo) y nos permiten adaptarnos a la variabilidad ambiental de cada 24 horas por la rotación del planeta.

En los mamíferos, en particular, el sistema circadiano tiene una estructura jerárquica: en el hipotálamo hay un reloj central, un núcleo supraquiasmático (centro principal de regulación de los ritmos circadianos, que recibe información lumínica), cuyo trabajo es saber la hora del día y dar esa información al resto del cerebro y de los órganos del cuerpo, concluyó la universitaria.

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