Abigail Vanessa Rojas Huerta, del IGg, realiza estudio sobre el tema
“La población anciana, cada vez más sola y sin apoyo económico”
No vivir acompañados puede ser una causa de mayor mortalidad en este grupo
Dentro de los procesos demográficos que retan a las sociedades actuales en todo el mundo destaca el envejecimiento de la población, proceso que ocurre a mayor velocidad en países en desarrollo, afirmó Abigail Vanessa Rojas Huerta, investigadora del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
En un estudio sobre el tema, realizado en colaboración con Jaime Lara Lara, de la Universidad de Monterrey (UDEM), y actualmente en marcha, la actuaria y demógrafa señala que, en México, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, alrededor de 12 por ciento de los mexicanos se encuentran dentro del grupo de 60 años y más, cifra que se estima se duplicará en 17.4 años. “Esto requiere prever las necesidades que demandará este sector respecto a salud, pensiones, cuidados y bienestar en general”, indicó.
Rojas Huerta comentó que, aunque se tiene la idea de que las familias proporcionan cuidados y apoyo a sus adultos mayores, la evidencia del estudio muestra que, debido a que éstas son cada vez más pequeñas o con hijos que permanecen lejos, es menos probable tener la ayuda.
Además, este grupo se enfrenta a la viudez, separaciones y aumento de divorcios, lo que conlleva a que las personas vivan solas si se encuentran en la vejez y no cuentan con hijos o familiares. “Aunado a esto, la mayor esperanza de vida se relaciona con vivir más años solo”, mencionó.
La especialista del IGg añade en su estudio que la condición de no vivir con nadie puede ser una causa de mayor mortalidad entre la población adulta mayor. “La soledad emocional entre los adultos mayores que viven solos tiene mayor impacto en la mortalidad, principalmente entre los que tienen algún problema de dependencia funcional”, destacó.
De acuerdo a su trabajo, Rojas Huerta considera que las condiciones son aún más difíciles para las mujeres, pues en general viven más tiempo que los hombres, y muchas en su vida productiva permanecieron en su hogar o dependieron económicamente del esposo, por lo que no tienen pensión.
“Sabemos que las mujeres, debido a los roles que se nos han dado, dejamos el mercado laboral, o las generaciones anteriores no tenían derecho a trabajar ni a la seguridad social, entonces muchas adultas mayores no están recibiendo pensiones, o éstas son paupérrimas y no les alcanza para vivir”, puntualizó.
Hijos que migran al extranjero
A este fenómeno de soledad por familias pequeñas, hijos distantes y personas mayores que están solas, se suma la migración internacional, que generalmente ocurre entre los jóvenes, lo que implica un envejecimiento del lugar de salida y una disminución del número de personas cercanas que pueden ofrecer cuidados y soporte a los adultos que permanecen en el lugar de origen.
En contrapartida, Rojas Huerta ha observado en su estudio que el flujo de remesas del extranjero hacia regiones económicamente desfavorecidas puede permitir un mayor acceso a bienes y servicios, incluyendo los relacionados con la salud.
“La migración es otro de los componentes que nos dice cómo envejecen las sociedades. En algún momento en México muchos migraban a Estados Unidos, tradicionalmente hombres y jóvenes; aunque ahora vemos cada vez más mujeres, pero también son jóvenes.
“Lo que pasa es que están envejeciendo estos lugares de origen, pues quienes se quedan son los adultos mayores, generalmente solos, y son muy arraigados a la tierra, a sus costumbres, no se quieren ir al país vecino”, expresó.
El estudio aborda la migración por las zonas de origen del país que se quedan envejecidas y solas, lo que sucede especialmente en los estados con mayor migración al extranjero.
Rojas Huerta explicó que la población está compuesta principalmente por los nacimientos, las defunciones (que nos dicen cómo aumenta y disminuye la población) y la migración, que está dividida por dos partes: la inmigración (que son los que llegan a una población) y la emigración (que es la población que sale).
“Los nacimientos incrementan a esta población establecida, las defunciones la disminuyen, las inmigraciones crecen y la emigración también la reduce. Al tener migración internacional en la nación los adultos mayores se quedan solos en la localidad de origen. Y si salen los jóvenes deja de haber nacimientos. Generalmente en esos lugares no hay inmigración, es decir, gente que quiera llegar, por lo que las personas mayores se quedan solas”, finalizó la especialista.