Con el trabajo a distancia que se realiza desde el año pasado, se viven transformaciones que se esperaba ocurrieran en una década. La reconversión laboral en casa, derivada de la emergencia sanitaria, es una oportunidad que pone a prueba las capacidades de quienes contratan, trabajadores, instituciones, organizaciones públicas y privadas para adaptarse a las circunstancias actuales y desarrollar nuevas habilidades y mecanismos que permitan el cumplimiento de los objetivos laborales y prevalezcan las fuentes de empleo.
Juana Patlán Pérez, profesora de la Facultad de Psicología y autora de Calidad de vida en el trabajo, comenta acerca de este proceso en la víspera del Día del Trabajo, a celebrarse el 1 de mayo, e identifica algunas de las características que las empresas buscan en su personal: aprendizaje activo; pensamiento crítico y análisis; creatividad e iniciativa; liderazgo y uso de las tecnologías.
La también integrante de la Academy of Management, Iberoamerican Academy of Management, de la Academia de Ciencias Administrativas de México y de la Red Internacional de Investigadores en Competitividad, apunta que en lo individual el principal impacto del trabajo a distancia es la necesidad de adaptación.
Cuando lo anterior no ocurre, y además hay una gran carga de tareas, se genera tensión, angustia y estrés. Entonces se produce una sobrecarga mental y trastornos psicosomáticos como dolores de cabeza o musculares; además, si no se logran resultados el empleado sentirá que “no cumple” y tiene la sensación de una baja realización personal.
La maestra y doctora en administración por la Universidad Nacional señala la importancia de que los empleadores reconozcan el esfuerzo que han hecho los trabajadores ante la situación que se ha vivido en los últimos meses.
Si bien hay actividades esenciales que no se pueden efectuar a distancia, como las de la industria manufacturera, entre ellas la producción y transporte de alimentos, es un hecho que el denominado home office ha ido en incremento en todo el mundo. Hoy, el Foro Económico Mundial considera al teletrabajo como uno de los impulsores de la transformación laboral.
En plataformas especializadas en empleos, 41 por ciento de los negocios en el ámbito global reporta que utiliza el esquema de teletrabajo en alguna medida. Se trata de labores en las que se usan canales de comunicación como mensajería instantánea, videoconferencias, correo electrónico y llamadas telefónicas, en vez de ir a la oficina.
Según el informe Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe, publicado por la Comisión Económica para esa región, Cepal, y la Organización Internacional del Trabajo, OIT (noviembre 2020), la reactivación del mercado laboral pos-Covid-19 será lenta y se necesitará mucho tiempo para que los principales indicadores del mundo del trabajo regresen a los niveles previos a la crisis sanitaria, y más tiempo aún para poder cumplir con las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En 2020 las economías y los mercados laborales de esta parte del planeta fueron golpeados por la pandemia de una manera nunca vista, lo que se ha traducido en la mayor contracción de los últimos 100 años con fuertes costos económicos, laborales, sociales y productivos. Los grupos más afectados han sido aquellos que, por el tipo de actividad que desempeñan, no pueden realizar teletrabajo, establece el documento.
De acuerdo con el informe, pero de mayo 2020, el impacto de la pandemia en los mercados laborales regionales también depende de la capacidad de los países de adaptarse a las nuevas formas de trabajo. Si bien el que se hace a distancia es una posibilidad para muchos, no todas las naciones cuentan con la infraestructura tecnológica adecuada para ello.
En la región, 67 por ciento de la población es usuaria de Internet, pero hay diferencias significativas tanto entre los países como dentro de ellos. En México, con base en la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (2019), hay 80.6 millones de usuarios de la red; es decir, 70.1 por ciento de la población de seis años o más, y se calcula que 20.1 millones de hogares disponen de ese servicio.
No obstante, tampoco es suficiente con tener un dispositivo y conectividad a Internet para realizar un buen home office. Para generar resultados se requiere también que el empleado tenga dominio de las tecnologías y otras habilidades como la capacidad de planear y organizar el trabajo, gestionar el tiempo y tener control de las demandas laborales, explica Juana Patlán, también académica del posgrado en Psicología.
Nuevas formas
La integrante del Sistema Nacional de Investigadores, quien ha efectuado diversos proyectos y de consultoría para el sector productivo, el gobierno federal y el Banco Mundial, opina que los empleados deben organizar la jornada de ocho horas establecida en el Convenio 1 de la OIT, pero ahora en sus hogares. “Hay que ser autónomo, organizado y tener control sobre el trabajo. A esas habilidades se suman la constante capacitación y actualización”.
El Informe sobre el Futuro de los Empleos del Foro Económico Mundial (octubre de 2020) refiere que 50 por ciento de los empleados necesitará volver a formarse en 2025, a medida que aumente la adopción de la tecnología.
Pensamiento crítico e innovación, junto con resolución de problemas, encabezan la lista de habilidades que los empleadores creen que aumentarán en prominencia en los próximos cinco años. También nuevas aptitudes, como la autogestión, el aprendizaje activo, la capacidad de recuperación, la tolerancia al estrés y la flexibilidad.
El impacto del trabajo a distancia también se observa en el contexto familiar; las personas no sólo tienen una carga laboral, sino responsabilidades en su hogar. “En tales casos es en los que más se requiere organizar los tiempos”, menciona la especialista universitaria.
Los empleados deben tener flexibilidad: a muchos les hace falta mentalidad abierta a los cambios y ser más receptivos a lo nuevo. “En cuanto al aprendizaje y desarrollo de habilidades dependemos de la voluntad del trabajador; muchos toman los cursos de capacitación, pero no aplican lo que aprendieron en sus labores”, recalca la experta.
En tanto, las organizaciones deben fomentar el autoaprendizaje para mantener actualizado a su personal. “Quienes no logren un aprendizaje activo podrían estar en riesgo de no tener ascensos o mejoras en su salario y, en el peor de los casos, perder el empleo”, asevera Patlán Pérez.
Quienes contratan también deben ofrecer capacitación para sus trabajadores y cumplir con los lineamientos, para mantener su salud, toda vez que requieren formación para hacerse resilientes y aprender habilidades que les permitan afrontar las situaciones de estrés, sobrecarga y tensión. “Hace falta que ambas partes piensen en modelos que beneficien a todos. En este camino vamos juntos”, concluye.
La conmemoración Día del Trabajo tiene su origen en la represión de una manifestación obrera en Chicago, Estados Unidos, ocurrida el 1 de mayo de 1886. Las organizaciones gremiales de muchas naciones refrendaron esa fecha como día internacional de la defensa de sus derechos y como una jornada de lucha en la que expresaban sus demandas, entre las que destacaban la reducción de la jornada a ocho horas y la indemnización por accidentes laborales.
En México, durante la Revolución Mexicana, la Casa del Obrero Mundial unificó a varias agrupaciones. Sus afiliados decidieron conmemorar públicamente ese día a partir de 1913. Según la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, ese mismo año se celebró el primer desfile, en el que participaron más de 25 mil trabajadores.