En el mito griego Prometeo roba a los dioses Hefesto y Atenea la sabiduría de las artes y el fuego para regalárselo a los hombres, fue así que la humanidad obtuvo las herramientas necesarias para perpetuar la vida.
Esa historia de la cultura universal fue la inspiración del mural La superación del hombre por medio de la cultura, diseñado por el artista plástico Francisco Eppens Helguera y que, desde 1953, adorna el muro exterior del Auditorio José J. Rojo de la Facultad de Odontología en Ciudad Universitaria.
La obra es, para Mireida Velázquez Torres –directora del Museo Nacional de San Carlos y anteriormente coordinadora del Programa en Estudios Curatoriales en la Maestría en Historia del Arte de la UNAM– uno de los puntos más importantes de la carrera de Eppens, junto con el otro mural que diseñó para la Facultad de Medicina.
“Francisco Eppens es un artista prolífico que experimentó en diferentes medios plásticos; es recordado en la historia del arte mexicano por su trabajo como ilustrador, pero también fue un muralista avezado y experimentó con la escultura, el óleo y otros medios plásticos. No se quedó en un sólo medio aunque su nombre esté vinculado con la ilustración y la creación de dibujos para su uso en estampillas postales y fiscales ya que, de 1935 a 1951, trabajó en los Talleres de Impresión de Estampillas y Valores de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.”
“Ahí era el encargado de llevar al dibujo los programas fundamentales del Gobierno mexicano y los discursos presidenciales, sobre todo durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Es un trabajo muy importante, muchos lo identifican a través de estas piezas. Sin embargo, las obras que le dieron renombre, lo pusieron en la mira, son los murales que realizó en Ciudad Universitaria, tanto en la Facultad de Medicina como en la de Odontología”, argumentó Velázquez Torres.
Tema recurrente
La superación del hombre por medio de la cultura es, de acuerdo con la maestra en Historia del Arte por la UNAM, un ejemplo de los temas recurrentes en la obra de Eppens, incluyendo su convicción de que la educación y la cultura eran necesarias para el avance humano, además de los beneficios que había traído la Revolución mexicana a la sociedad de nuestro país.
Fue el arquitecto Carlos Lazo, entonces gerente general de Obras de Ciudad Universitaria durante su edificación, quien invitó a Eppens a unirse a la agrupación de artistas encargada de realizar los murales, contó Mireida Velázquez y añadió:
“El mural de la Facultad de Odontología tiene mucho sentido en una institución educativa, explica una de las funciones de este recinto tan importante para México como es la UNAM. Finalmente, ése es el objetivo: lograr que hombres y mujeres se superen a través de la educación y la cultura. Esa síntesis de objetivos es un poco lo que tenía en mente Francisco Eppens al bocetar su propuesta para el mural. Retoma temas que son importantes para él, desde su trabajo como ilustrador pone mucho énfasis en la educación, en el derecho a ésta y en su sentido como vía para transformar a la sociedad a nivel material y espiritual.
“Era un ferviente creyente de esta posibilidad que significa la educación y qué mejor que ponerla en práctica, que sea visible para todos los estudiantes de este campus universitario, que refleja no sólo los logros artísticos y culturales del país sino también a nivel educativo. La arquitectura del campus reflejaba esto y el proyecto tenía que estar en consonancia con la posibilidad de lograr la integración plástica que proponían los artistas de ese momento, establecer un diálogo entre la arquitectura y el ambiente en que se planteaba el mural con la propia obra. Eppens remite a la historia nacional y universal, toma un tema de carácter universal para poder crear su propuesta muralística.”
“Eppens creía convencidamente en los logros de la Revolución, veía lo ganado a nivel social y, dentro de ellos, a la educación como uno de los ejes fundamentales de la transformación revolucionaria. Es un tema que frecuentemente aborda en sus ilustraciones, se puede ver cómo la labor física de los trabajadores y la clase obrera es fundamental para él; este vínculo con una iconografía más nacionalista se materializa en el mural de la sede del PRI y su diseño para el escudo nacional. Es un artista que trabaja cerca del Estado; le da esa traducción visual a las consignas del gobierno mexicano, a sus programas y a los discursos del partido. Sin embargo, es un momento de creencias e ideologías, más allá de manifestarse como un hombre con cierta ideología política, lo transmite en su obra. Ahí queda claro que creía fervientemente en los logros revolucionarios”, señaló la también curadora.
Prometeo
El mural se realizó con la técnica de mosaico vidriado y muestra en primer plano a un hombre que porta el fuego, sus pies son raíces que lo mantienen unido a la tierra mientras que una serpiente, a lo largo de la parte baja de la composición, representa el vínculo con el pasado prehispánico. Detrás de la figura central se encuentra un hombre con un atuendo similar al de un fraile, a su alrededor –en la parte baja– pueden apreciarse llamas y –en la superior– un fragmento de cielo.
Estos símbolos fueron inspirados por la historia de Prometeo, según describe Mireida Velázquez: “cómo roba el fuego a los dioses para entregarlo a los seres humanos y, en este caso, el fuego representa a la cultura y la educación. Esa es la inspiración para los universitarios: vas a superarte, a trascender a través de la cultura y la educación. Si el estudiante pasa todos los días por el mural podrá captar, aun sin el contexto específico de la obra, esta idea esencial. Eppens toma este planteamiento universal y le brinda un carácter nacionalista: hay una serpiente en la parte baja de la composición, a nivel horizontal, que es un elemento nacionalista”.
“Cuando miramos el mural, la composición está guiada por dos figuras centrales. La primera es Prometeo, que extiende sus manos para entregar el fuego. Detrás de él hay una figura vestida de fraile, tal vez es una alusión a la historia de México como Virreinato de la Nueva España. Eppens hace una síntesis de elementos, pero siempre remite a estas figuras musculosas. Se ven en toda su obra estos cuerpos musculosos, casi escultóricos que representan esa fuerza, no sólo física sino también espiritual. Son una suerte de héroes, porque Eppens traslada esas formas para crear una imagen de los obreros mexicanos que corresponda con tales ideales. Los representa así, hombres o mujeres, porque, para él, el cuerpo es una manera de representar esa heroicidad, la fuerza que emana del interior del ser humano. Es una constante en la obra de Eppens”.
El simbolismo, subrayó la directora del Museo Nacional de San Carlos, se extiende a los colores usados en el mural, los cuales “responden a una cuestión de ver la obra de lejos y en un espacio exterior; está concebida para poder conservarse lo mejor posible ante elementos como la lluvia, el sol, etcétera. El artista experimentó por primera vez en su carrera con la técnica del mosaico vidriado, pero lo que vemos es una síntesis de la historia nacional y universal que remite al ser humano más que al hombre, el ser humano como eje de la creación artística y la transformación, eso sugiere Eppens”.
Muralista, segunda generación
Es necesario ver a Francisco Eppens como parte de la segunda generación de muralistas mexicanos, aun cuando sus primeros trabajos en este formato datan de los años 30 del siglo pasado, distinguió Mireida Velázquez Torres. “Es más joven de alguna manera, trabaja con el muralismo desde muy temprano y concibe obras que son fundamentales para comprender la evolución de la temática muralística y sus técnicas”.
“Hay que concebir a Francisco Eppens como un artista que no podía creer que le hubiera tocado la consigna de hacer un mural tan importante. Él tenía una trayectoria como ilustrador y el que le dieran esta oportunidad fue algo que siempre tuvo en mente. Carlos Lazo entendió su trabajo y le dio el voto de confianza, sin embargo Eppens nunca estuvo tan cierto sobre su lugar en la historia del muralismo mexicano, fue un hombre bastante modesto en concebir su propia producción plástica. Estaba feliz de los resultados, los dos murales de Ciudad Universitaria son su gran logro a nivel de trayectoria artística, son dos piezas de las que estaba muy orgulloso”, agregó la investigadora y terminó con una invitación:
“Pensemos que los alumnos vienen para sus clases, lo ven rápido y, eventualmente, de tantas veces que pasas frente al mural ya te detienes a observarlo con mayor cuidado. Me ha tocado escuchar a los estudiantes decir que no entienden lo que querían representar o que no hay un tema vinculado estrictamente con la función del edificio. El muralismo mexicano fue un antes y después de la historia cultural y artística de nuestro país, estos cien años de muralismo son un excelente momento para recorrer Ciudad Universitaria, los edificios de la UNAM son ejemplos claros del programa iconográfico y artístico, de las propuestas formales y técnicas de este grupo de pintores. La conmemoración nos tiene que llevar a estos edificios, a disfrutar del campus como uno de los grandes símbolos culturales en nuestro país”.