Impresos, electrónicos y orales
La transformación del libro responde a necesidades actuales
Primera feria de Filosofía y Letras con música, conferencias magistrales y oferta bibliográfica
Febrero también es mes para celebrar al libro y la lectura; es el caso de la Primera Feria del Libro de la Facultad de Filosofía y Letras que abrió su primera edición en el espacio del tren de humanidades con un programa de música, conferencias magistrales y, por supuesto, la oferta bibliográfica de 32 editoriales y ocho institutos de esta casa de estudios.
El impreso
En la conferencia magistral titulada El Libro: sus Poderes y Fragilidades, Elsa Margarita Ramírez Leyva, directora general de Bibliotecas, preguntó la razón de que haya una corriente de opinión que anuncia la desaparición del texto impreso: “Se venía vaticinando desde el siglo pasado y, de pronto, surgen cada vez más ferias del libro con éxito”.
Como se sabe, dijo, el libro ha sido un poderoso medio para la comunicación, la generación de conocimiento, el disfrute estético y también un poderoso instrumento religioso y cultural. Agregó que “se ha transformado de diferentes modos hasta adoptar el electrónico. Se ha llegado a considerar como parte de esta historia, a los libros orales; libros humanos integrados por personas que relatan historias de vida.
“En todas esas formas responde a las necesidades del género humano de registrar, comunicar y acceder a la información, los saberes, la cultura y todo cuanto se materializa mediante ese admirable invento humano que es la escritura y su continente: el libro.”
Ramírez Leyva refirió una opinión de Jorge Luis Borges al respecto: “De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.
Más adelante, la académica recordó que “el imperio de lo impreso data de hace 570 años. Se inicia en 1449, cuando Johanes Gutemberg reprodujo en la imprenta de Mainz el llamado Misal de Constanza, del que se conocen sólo tres ejemplares en el mundo (aunque se ha dicho que el primer libro de Gutemberg es la famosa Biblia de 42 líneas de 1454)”. También, abundó, “se dice que lo antecede un libro impreso más antiguo del año 868: El sutra del diamante que autorizó el chino Wang Jie, el primero del que se tiene noticia”. Posteriormente indicó que “la pervivencia del impreso lleva a cuestionarnos sobre ¿qué hace que los libros sean tan poderosos y seductores, pero al mismo tiempo frágiles?”.
Al concluir la ponencia expresó su deseo de que esta feria de la Facultad de Filosofía y Letras sea un espacio donde también se cumplan las tres primeras leyes que formuló en 1931 el bibliotecólogo hindú Ranganthan: “La primera es: los libros son para usarse; la segunda y la tercera son: que cada lector encuentre su libro y que cada publicación encuentre a su lector”.
En su oportunidad, Magdaleno Azotla Álvarez, coordinador de la Biblioteca Samuel Ramos y del equipo que organizó el encuentro, comentó que desde esa instancia escolar se ha emprendido un proyecto académico concebido como un punto de encuentro de todas las disciplinas que convergen en Filosofía y Letras.
“Es una manera de decir a nuestra comunidad que además de esos servicios bibliotecarios y digitales, hacemos otras actividades para contribuir al desarrollo académico de los alumnos.”
Biblioteca tradicional
Por su parte, Absalón Guzmán Morales, de Servicios de Información de la Biblioteca, consideró: “Los servicios de la bibliote- ca tradicional se han acabado. Hoy en día ésta tiene que acercarse al usuario, en donde quiera que se encuentre y en diferentes tipos de soporte”.
Antes, Ricardo García Arteaga, secretario general de la citada entidad académica, expuso que la feria tiene el objetivo de convertirse en una cita obligada para el conocimiento, en la cual los textos se sitúen en el centro del proceso de enseñanza sin dejar de lado el aprendizaje, la investigación, la recreación y la difusión de la cultura. Sus contenidos son diversos; pueden tener una palabra o miles. Hay los que están hechos para leerse de pie o sentados, como sugería José Vasconcelos; no obstante, “a los libros hay que leerlos, reflexionarlos, cuestionarlos y también producirlos”, concluyó.