La última oportunidad para salvar al planeta
Científicos consideran que la Tierra está cerca del colapso ambiental y que el ser humano tiene un déficit o deuda con los ecosistemas por la sobreexplotación que ha rebasado la tasa de recuperación de los recursos
Gran preocupación hay en el mundo por la declinación de las poblaciones de insectos causada por el cambio climático y sus implicaciones en los ecosistemas, como indica un estudio binacional sobre los efectos del calentamiento global en la reducción de abundancias de especies y la consecuente reestructuración de la cadena trófica en bosques tropicales de Puerto Rico.
Los doctores Bradford C. Lister, del Rensselaer Polytechnic University y Andrés García, del Instituto de Biología de la UNAM, alertan sobre ese declive de insectos en su artículo “Climate-driven declines in arthropod abundance restructure a rainforest food web”, cuya contribución fue reconocida el pasado 20 de junio por la Prince Albert II of Monaco Foundation en una ceremonia en Madrid, España.
Resiliencia afectada
Los mecanismos de resiliencia de la Tierra están tan afectados por la crisis ambiental actual, que el planeta no tiene tiempo ni condiciones para recuperarse de la sexta extinción masiva (los artrópodos suman más de dos tercios de las especies terrestres), como con las cinco previas ocurridas hace millones de años.
Para el doctor García, está crisis se caracteriza por la pérdida acelerada de especies, la modificación irreversible a los ecosistemas naturales, el cambio climático (aumento del calentamiento global), la afectación de la capa de ozono y la emergencia de enfermedades a escala global.
Varios factores antropogénicos la causan: el crecimiento poblacional, la deforestación y la fragmentación del hábitat, la sobreexplotación de recursos, la introducción de especies exóticas y la quema de combustibles fósiles, entre otros.
Esta crisis ambiental, señala el biólogo de la UNAM, causa pérdida de la biodiversidad y la extinción de especies, así como disminución de sus poblaciones y acota sus áreas de distribución, a una velocidad alarmante no registrada ni en tiempos geológicos.
Es tan fuerte el impacto humano en esta época, llamada por algunos Antropoceno, que las tasas de extinción actual son mucho más altas que la tasa natural. Por eso hoy un millón de especies están en riesgo de extinción. Y las extintas en el siglo XX o en 100 años debieron extinguirse entre 800 y diez mil años, dependiendo del grupo taxonómico.
Calentamiento en aumento
La tasa de calentamiento global también se incrementó, agrega el doctor García. En el siglo XIX la tasa de incremento anual fue 0.005ºC, en el siglo XX fue 0.003ºC, por lo que la temperatura media del planeta pasó de ser 0.2ºC mayor en la década de los setenta a 1.2ºC en años recientes.
El cambio climático, en particular ese calentamiento global desmesurado, también está alterando los patrones de lluvia global y la ruta de las corrientes marinas y aéreas que transportan muchos nutrientes.
Grandes regiones estarán en peligro si las corrientes aéreas que transportan nutrientes al mar de Cortez o las que los llevan del desierto del Sahara hasta las amazonas, pierden ese suministro o lo trasladan a otras partes.
La alteración de corrientes marinas por el aumento de la temperatura y del nivel del mar debido al derretimiento de los polos, modifica en los océanos la distribución de nutrientes y de especies, por las preferencias térmicas de éstas o cambios en sus áreas de actividad, alimentación y reproducción.
Ocurre lo mismo con otras especies de plantas y animales que responden a cambios en el clima y sincronizan su ciclo de vida con los cambios estacionales.
Servicios ecosistémicos afectados
Debido a la pérdida de biodiversidad, todos los servicios ecosistémicos, entre ellos los servicios de provisión de recursos y la formación de suelo, están siendo afectados local y globalmente, apunta el investigador adscrito a la Estación de Biología Chamela, Jalisco.
En las últimas décadas, por ejemplo, se ha triplicado la sobreexplotación de pesquerías y hay altas tasas de erosión (“es de 100 a mil veces mayor que la formación de suelo”) por actividades agrícolas y deforestación.
Otro servicio ecosistémico, fundamental por que conecta a todos los ecosistemas y a todas las escalas, es el agua. Sin embargo, su ciclo es alterado por la erosión y la deforestación que reducen su captación y almacenamiento. Afectan también su calidad el uso de fertilizantes que la contaminan y la evotranspiración tiene cambios en la contaminada atmósfera que pueden precipitarla como lluvia ácida.
El crecimiento demográfico, que hoy es de siete mil 500 millones y para 2050 será de 10 mil millones, aumenta cada día la presión sobre estos y otros servicios ecosistémicos.
Declive de poblaciones
La polinización, fundamental en el mantenimiento, funcionamiento y estructura de los ecosistemas, también es afectada por la acelerada pérdida de biodiversidad, apunta García.
Aunque no hay consenso sobre su magnitud, el declive de las poblaciones de abejas (hay poco más de 20 mil especies) es alarmante, por las afectaciones a la agricultura, así como a la reproducción y dispersión de muchas especies de plantas silvestres (“75% de las que tienen flor dependen de polinizadores”).
En los últimos 25 años, se han registrado reducciones hasta de un 75% en la abundancia de insectos voladores en Alemania y en 50% en mariposas en Europa. También en bosques de eucalipto se han registrado reducción en población de aves debida al declive de insectos, causado por las intensas sequías y mayor calor.
El trabajo en Puerto Rico de los doctores Lister y García (www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1722477115), indica que el cambio climático es un factor clave en la reducción de la abundancia de antrópodos y por ende en las poblaciones de sus depredadores, que incluyen especies de lagartijas de género Anolis, una rana del género Eleutherodactylus y varias aves insectívoras.
La misma investigación reporta un incremento de la temperatura media de 2.4ºC entre 1981 y 2014 y una reducción del 80% en la abundancia de insectos desde 1980 en las selvas bajas de Chamela.
En Puerto Rico, por el declive de sus poblaciones y el esperado incremento de la frecuencia e intensidad de huracanes por el calentamiento global, los insectos quizá no puedan recuperarse o responder adecuadamente ante los efectos del impacto del cambio climático. Igual los de la selva de Chamela. Los huracanes Jova y Patricia, al derrumbar muchos árboles, cambiaron ahí las condiciones micro climáticas, lo que afecta el comportamiento de las especies.
La última oportunidad
Muchos científicos consideran que la Tierra está cerca del colapso ambiental y que el ser humano tiene un déficit o deuda con los ecosistemas por la sobreexplotación que ha rebasado la tasa de recuperación de los recursos.
No hay más tiempo, sostiene García. Debemos actuar ya y hacer cambios profundos en la economía mundial y en las estructuras financieras y sociales, así como utilizar y consumir los recursos de manera sustentable, proteger las especies nativas (las polinizadoras en especial), restaurar ecosistemas, reducir la quema de combustibles fósiles… todo ello con base en investigación interdisciplinaria y dentro de un marco jurídico y de protección al ambiente.
Quizá las generaciones de ahora “sean las últimas que pudieran revertir” en algo la crisis ambiental actual, dice García, coautor con Gerardo Ceballos y otros de Accelerated modern human-induced species losses: Entering the sixth mass extinction (Science Advances 19 junio 2015, Vol 1, no 5, e1400253).
México megadiverso, en riesgo
1% de la superficie de la Tierra alberga el 12% de las especies. Muchas de ellas solo habitan en territorio nacional.
10% de las 128 especies de plantas más importantes para consumo humano fueron domesticadas en México.
70 especies de vertebrados, por los menos, se extinguieron el siglo pasado en el país.
Un mínimo de 2606 especies de plantas y animales están en alguna categoría de riesgo.
De las especies de fauna con importancia cultural para los mexicanos: jaguar, venados, pecaríes, coaties, paca, conejos y armadillo; tortugas de río, iguana negra, víboras de cascabel; rana, ajolote mexicano y otras especies de salamandra; quetzal, cuervos, colibríes, zopilotes, tecolotes… algunas podrían estar en riesgo.
Más de la cuarta parte del territorio tiene problemas de erosión.
Varias zonas padecen estrés hídrico por un uso no sustentable de los acuíferos.
Se han incrementado el número e intensidad de los incendios forestales.