La escritora Guadalupe Nettel, directora de la Revista Universidad de México, considera que los autores de relatos autobiográficos deben ser cautelosos al momento de seleccionar las historias y los elementos que incluyen en sus obras, ya que si el lector los encuentra exagerados se rompe la factibilidad de los sucesos, causando que el escrito pierda su fuerza narrativa.
“El lector siempre está con esa suspicacia de ver si esto es cierto o no, o sea, acepta de dientes para fuera el pacto de verosimilitud; pero siempre está buscando psicoanalizar (al escritor)”, dijo durante el conversatorio La Trampa Autobiográfica, con el que se clausuró el II Congreso Internacional de Narrativa Latinoamericana Contemporánea, realizado en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario.
Realidad y ficción
Explicó que los escritos autorreferenciales se enfrentan al problema que genera el vaivén entre la realidad y la ficción al que se lleva a los lectores, pues estos últimos se acercan al género literario queriendo descifrar los secretos más íntimos de los autores. El lector, agregó, queda atrapado por voluntad propia en la versión del escritor, pues generalmente piensa que los textos autobiográficos narran detalladamente la vida del personaje.
La también profesora de la Facultad de Filosofía y Letras descartó que los autores de autobiografías tiendan trampas intencionales al lector para hacerle creer que los hechos contados en los libros ocurrieron realmente, aunque aclaró que el uso de la primera persona es un recurso que en ocasiones tiene ese efecto.
Nettel compartió el conversatorio con el escritor chileno Alejandro Zambra, quien comentó que la autobiografía no es una trampa en sí misma, puesto que en literatura siempre se vierte una dosis de ilegibilidad que es expresada en los detalles del relato.
“Yo no creo que sea una trampa… Lo autobiográfico supone varios equívocos. El detalle da vida siempre. El problema puede ser que éste, cuando se acerca al interior de sí mismo, por así decirlo, oscurece e ilumina al mismo tiempo, y a veces puede oscurecerlo todo. Es un problema que me gusta que suceda.”
El congreso fue organizado por el Seminario de Estudios sobre Narrativa Latinoamericana Contemporánea y contó con el apoyo de Cultura UNAM y el Instituto de Investigaciones Bibliográficas.