Afectos y bien-estar en el CEIICH
La voz que con hilo borda presente
La actividad de música, canto y bordado para mujeres es parte del Seminario de Investigación Avanzada: Estudios del Cuerpo
“El amor comienza aquí”, escribe una mujer con un plumín de color verde sobre una tela que será su lienzo. Usará hilo rojo para colorear el bordado que está a punto de iniciar.
Es viernes y son más de las cinco de la tarde. Una a una han llegado las mujeres que se han dado cita para vivir una experiencia de canto y bordado. Toman asiento en un salón del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) en la Torre II de Humanidades.
Afectos y bien-estar es una actividad del Seminario de Investigación Avanzada: Estudios del Cuerpo (ESCUE). Se trata de un seminario interno del CEIICH dedicado a la experimentación grupal y a la reflexión conjunta que se reúne en formas variadas como evento internacional. El círculo de canto y bordado formó parte de su Programa de Investigación Ciencias Sociales y Literatura.
Para realizarlo se presentaron Flora de Chazal, cantautora, ilustradora y artista textil argentina; Claudia Selene Padilla Estrada, especialista del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez; Miguel Zenker, director del Instituto del Instrumento Musical y el Sonido, además de un grupo de más de 20 mujeres que vienen dispuestas a pasar una tarde catártica, una tarde de bordado, música y canto.
La voz de Flora de Chazal es música y palabra: da la bienvenida e invita a presentarse. Las mujeres dispuestas en algo que debiera ser un círculo, pero más bien tiene forma de una pista de carreras, van tomando la voz. A una la trajo su prima, a otra su hija; alguna jamás ha bordado y las hay también con experiencia. Unas tres o cuatro externan que nunca han tomado hilo y aguja para bordar por manifestarse en contra del estereotipo que versa que la mujer no es inteligente pero que es muy buena con el arte de la aguja y el hilo.
“¡Vamos a bordar!”, dice De Chazal y pide dibujar un motivo sobre la tela, terminar con el primer bloqueo por no saber dibujar y usar la llave mágica, “que abrimos cuando bordamos”, e invita a las presentes a volver a ser niñas. Si no quieren dibujar, también podrían elegir el bordado intuitivo y experimentar con la aguja y el hilo.
Las mujeres ahí presentes ensartan el hilo e inician sus trazos, mientras Flora de Chazal se asoma a mirar los motivos de cada una de las presentes; y entre puntada y puntada hay una historia.
Yolanda borda de manera empírica. Tiene en su tela un dibujo de El principito y, aunque no ha leído el libro, lo quiere bordar para su hija. Tal vez para cuando haya terminado su pieza se anime a leerlo para conocer la fascinación por las letras de Antoine Saint-Exupéry.
De nuevo, De Chazal toma la voz y explica que la música abre una dimensión en la mente de las personas, comparte que cantar es un acto sagrado, y que ella está por exponer la voz como un acto muy íntimo que viene desde lo más profundo de su ser.
Afectos y bien-estar es una estrategia de sostén para compartir. De Chazal toma la guitarra y se sienta, rasga las cuerdas y su voz llena el lugar. “Baja la niebla en el horizonte, salpica rocío todos los caminos y en el cantar de un cenzontle se oye el fin de los destinos…”
Las mujeres con hilo y aguja se dejan arrullar. No es para dormir, la música de Flora de Chazal es para abrazar. “La voz es una especie de guía para el corazón. Bordas y estás en el presente, oyes la música y te escuchas por dentro, avanzas una puntada y el cuerpo tiene una ensoñación”. Las mujeres no levantan la cara para mirar a la artista textil, el amor comienza aquí donde se canta y se borda.
Termina la interpretación y toma la palabra Miguel Zenker. Las mujeres continúan bordando mientras siguen la voz de Zenker. El día de hoy tiene dos historias que contar. En la primera, cita a Confucio y señala que hace 2,500 años propuso que la música fuera un asunto de Estado.
“A tal grado vio la importancia de la música que consideró que el Estado tiene que impulsarla, debe ser activo en su creación y promoción”.
La segunda historia es de seguros para autos. Zenker cuenta que en algún lugar si alguien quería contratar un seguro para automóvil le hacían una encuesta preguntándole si había tenido clases de música cuando era infante. Si decía que no, no pasaba nada; pero al contestar que sí, inmediatamente se hacía acreedor a un descuento.
“Esto por la idea de que la persona que estudió música de niño había desarrollado especialmente ciertas capacidades de concentración, coordinación muscular, de audición, de la visión y también del trabajo conjunto con los demás compañeros en la socialización”.
Zenker concluye: “Tanto el instrumento musical como el ser humano se conjugan en un crisol para crear aquello que es la música y que nos genera tantos beneficios no sólo al principio de la vida, sino desde el inicio y hasta nuestro final”.
Reparación
La voz pasa ahora a Claudia Selene Padilla, del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, quien externa la capacidad del bordado de traernos al presente. “La felicidad es presencial”, dice. Luego explica sobre la necesidad de los momentos de reparación y la forma en que un movimiento repetitivo a nivel cerebral es una “bomba de secreción de diferentes neurotransmisores”: endorfinas, dopamina e incluso oxitocina, una hormona que se secreta al momento del nacimiento. Además, señala, que si bordar se asemeja a la meditación, hacerlo en grupo tendrá muchos más beneficios, como el de la socialización.
La psiquiatra habla de la situación emocional en un país como México, donde existe una crisis de estrés patológico que afecta a todos los cuerpos. Por lo mismo, expresa: “Tenemos que buscar momentos de reparación en el día a día para que estos niveles de estrés se equilibren y podamos bajar los niveles de cortisol, reducir todas las catecolaminas, y sobre todo el estado inflamatorio, porque el estrés genera una inflamación celular. Este tipo de actividades a nivel cerebral provocan reparación”.
A Flora de Chazal le vuelve la voz. Se presenta como una persona neurodivergente, y por tanto un ser con mucha ansiedad y angustia. “Yo desde niña y sin saberlo desarrollé intuitivamente mis propias estrategias para sobrevivir a través del textil y de bordar”, comparte la cantora argentina.
“A pesar de que hice muchas cosas en la vida, llegó un momento cuando me replantee cuál era el sentido de mi vida, cuál era el propósito y cómo podía yo aportar a regenerar el tejido comunitario, y la respuesta fue usar estas dos estrategias, bordado y canto, que me ayudaron a sobrevivir, a centrarme y juntarlas. Reunirnos a bordar en ese ámbito tan bonito y tan terapéutico es donde introduzco también el poder que tiene la música para llegar al corazón de las personas”.
Ahora no es ella sola la que borda. Configura un círculo de bordado como una actividad ancestral en la historia de las mujeres; y esta tarde en la UNAM se reinicia la tradición en colectivo.
Laura Bleinroth, doctorante brasileña quien está en una estancia de investigación en el CEIICH, borda la frase: “De um pedaço de mundo que habita uma imensidão em mim” / “De un pedazo del mundo que habita una inmensidad en mí”. Para ella el Seminario de Investigación Avanzada: Estudios del Cuerpo es laboratorio y espacio viviente, por lo que borda y al mismo tiempo vincula lo que descubre del cuerpo y la acción colectiva de la que forma parte.
Maya Victoria Aguiluz, investigadora titular del CEIICH, explica que el cuerpo es un organismo viviente, una entidad psicosocial, sociocultural y biológica, y el Centro se ha encargado de realizar investigaciones desde múltiples perspectivas sobre éste y las corporalidades.
En este camino se abrió la investigación de lo que las mujeres hacen con los bordados desde la vida pública y política. En un país como México no sólo se bordan imágenes, también consignas, frases, nombres o denuncias.
“Las redes afectivas y su práctica que envuelven el bordar aparecen al reunirse con otras mujeres que plasman su historia personal, la de sus madres, sus abuelas, de las tías o la historia misma de quien no quiso nunca bordar porque le parecía demasiado femenino”, detalla Maya, quien no lo hace, pero con aguja e hilo repara una tela.
Maya menciona también que en el círculo de Flora de Chazal las bordadoras descubren cómo transformar su propia presencia en el mundo en un acto personal y de amor, que no tiene que ver con el estereotipo que nos han impuesto y nos obligan a replicar.
Han pasado dos horas y el tiempo se ha ido como una puntada. Las mujeres han bordado y se despiden con la promesa de volver.