Dan identidad

Las lenguas, patrimonio intangible de la humanidad

Hay 68 familias lingüísticas en México; entrevista a Concepción Company Company

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Sea español, zapoteco, tzotzil u otra, las lenguas nos dan una identidad, permiten crear metáforas, hacer juegos de palabras, contar chistes y chismes, o compartir la vida cotidiana; por ello, representan el patrimonio intangible de los seres humanos, que también “nos hace seres históricos porque gracias a ellas podemos transmitir experiencias ya que son una herramienta fundamental de soporte de visión del mundo”, afirmó Concepción Company Company, investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL) de la UNAM.

En entrevista con ocasión del Día Internacional de la Lengua Materna, que se celebra el 21 de febrero, la especialista en Cambio Lingüístico y Variación destacó que México es un gran repositorio de patrimonios intangibles; por ejemplo, el estado de Oaxaca concentra un mayor número de lenguas que en toda Europa occidental.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) hay 68 familias lingüísticas en México y éstas han generado unas 360 variantes, algunas de las cuales pueden ser consideradas lenguas propiamente. “Nadie habla una lengua en abstracto, español, por ejemplo, hablamos una variante del español, mexicano del centro, usted y yo, a la vez que todos los hispanohablantes hablamos español y somos dueños del español. Hablamos la lengua que hemos mamado en nuestra comunidad, con nuestros padres, con nuestros amigos y en el entorno inmediato, sin necesidad de pasar por la escuela”, refirió.

“El hecho de que esta celebración se centre en las lenguas indígenas me parece muy acertado porque en nuestro país se encuentran en una situación de gran desventaja práctica frente a la lengua española”, sostuvo.

Esto se debe a que, desde el siglo XIX no ha habido una política estatal que le permita a un indígena tener calidad de vida con su lengua materna, es decir, tiene que aprender español en la escuela, la calle o la comunidad para poder realizar sus actividades cotidianas, indicó la también integrante de la Academia Mexicana de la Lengua y miembro de El Colegio Nacional.

Si aprenden español pueden tener más rápido acceso a calidad en salud, derechos ciudadanos, ambientes laborales y escolares adecuados, y más. El mismo acceso y calidad debiera lograrse con cualquier lengua indígena, y eso no ocurre. “Si bien se han preparado traductores bilingües profesionales en salud y en ámbitos jurídicos, me parece que se trata de medidas parciales”.

No sólo hay falta de acciones gubernamentales apropiadas, hay, además, controversias entre los mismos hablantes de una lengua sobre, por ejemplo, cómo la quieren denominar; algo clarísimo
es la autodenominación del otomí, nombre, por cierto, rechazado por sus hablantes maternos; unos la llaman ñähñú, otros ñohñó, y hasta 30 denominaciones registra el INALI; si no se ponen de acuerdo en cómo llamarla, el sentimiento es que son lenguas distintas y esto, sin duda, también es un factor de debilitamiento para ellas, reconoció. Otro caso es el mazateco, tiene variantes que incluso pueden llegar a ser ininteligibles unas de otras, pero, desde varios puntos
de vista, es una misma lengua, lo mismo pasa con el zapoteco, es un problema muy complejo, apuntó.

Aunado a este panorama está el hecho de que desde el siglo XX ha disminuido drásticamente el número de hablantes monolingües, en parte, porque los padres ya no quieren enseñar su lengua a sus hijos, pues saben que con ella no van a salir adelante en la vida, resaltó.

En la educación también hay problemas. Las escuelas bilingües de lengua indígena y español son ficticiamente bilingües, pues en ellas no se enseñan, por ejemplo, matemáticas, física o química en la lengua indígena; se incluye una mala enseñanza gramatical en ambas lenguas, usos, costumbres y saberes étnicos tradicionales en lengua indígena.

Es importante hacer hincapié en que la mayoría de lenguas del mundo vive en la oralidad, es decir, más de 90 por ciento de las que hay no ha generado escritura nunca y tienen la misma profundidad, capacidad y espesor cultural para expresar su mundo, dijo.

“El asunto de la pérdida de las lenguas puede ser algo muy serio porque significa perder visiones del mundo, perder riqueza y diversidad cultural, en suma, perder patrimonio”, concluyó.

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