LAS MUJERES EN LA UNAM

Con profundo agradecimiento me dirijo a ustedes en esta ocasión tan especial para transmitir el mensaje de parte de las 78 homenajeadas que recibirán el prestigioso Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz 2024. Es un privilegio inmenso ser reconocida en nombre de una figura tan destacada e inspiradora como Sor Juana Inés de la Cruz.

Sor Juana, una mujer adelantada a su tiempo, desafió las normas sociales y culturales de su época para seguir su pasión por el conocimiento y la creatividad. Su valentía y su compromiso con la búsqueda del saber la convierten en un modelo de coraje y determinación.

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, se celebra, pero a la vez se reconoce y recuerda que no todas las mujeres viven de manera digna y segura.

Nos reunimos para celebrar los avances que hemos logrado juntas, pero también para reflexionar sobre los desafíos y peligros que aún enfrentamos en la búsqueda de la igualdad de género en todas las esferas de la vida. La violencia de género continúa, los feminicidios persisten y las oportunidades laborales para las mujeres siguen siendo menores.

Me pregunto: ¿qué es una mujer en la UNAM?

Una mujer en la UNAM es más que sólo una alumna, una trabajadora, una docente o una investigadora. Es alguien que lleva consigo sentimientos invaluables de amor, es soñadora perseverante, escritora y una guerrera indomable que se convierte en vocera en las aulas; es curiosa logrando hallazgos reconocidos mundialmente, pero al final de cada día se transforma, como si existiera la magia, en una hija, amiga, compañera, pareja, esposa, amante, madre y cuidadora de su familia, tratando de no desfallecer y despertando cada día con el orgullo de ser y pertenecer.

Hoy es un momento crucial de la historia, en el que honramos el incansable espíritu y la indomable determinación de las mujeres en todo el mundo, y en esta ceremonia a las universitarias de esta casa de estudios que siguen siendo un recordatorio de la valentía, la resistencia y los logros de las mujeres a lo largo de la historia y en el presente.

El desarrollo intelectual, laboral y personal de las mujeres en la Universidad ha corrido paralelamente gracias a las oportunidades educativas que se les han brindado. Debemos reconocer y recordarles sobre todo a las jóvenes, que dependiendo de las oportunidades educativas que se les brinden encontrarán menor desigualdad y serán mejor valoradas.

Un ejemplo de ello son las primeras mujeres que tuvieron acceso a los estudios universitarios, o bien, fueron reconocidas por sus conocimientos o habilidades adquiridas, como Margarita Chorné y Salazar, la primera cirujana dentista sin estudios formales que obtuvo el primer título en Latinoamérica con experiencia práctica en 1886. También debemos mencionar a Matilde Montoya Lafragua, quien fue la primera estudiante de medicina con una diferencia de 50 años después que la primera mujer europea en obtener el mismo título, pero tuvo que ser autorizada y recibir su título del propio presidente Porfirio Díaz en 1887. No podemos olvidar a Helia Bravo Hollis, la primera bióloga en 1927, ni a Concepción Mendizábal, la primera ingeniera en 1930, y muchas más; y no puedo dejar de mencionar a la primera mujer médica veterinaria, África Medina, en 1944.

Es indiscutible el avance dentro de nuestra institución, donde se ha reconocido a las mujeres como directoras de escuelas, centros, facultades e institutos en la mayoría de ellos. En el caso de la Escuela Nacional Preparatoria sólo han sido nombradas 29 mujeres, mientras que para escuelas y facultades únicamente 114 directoras en poco más de 900 designaciones.

La primera directora designada fue Rita López de Llergo en 1945 para el Instituto de Geografía; Emilia Leija Paz de Ortiz en 1948, para la ENEO; en el caso de las facultades (Psicología), Elvia Graciela Rodríguez Ortega en 1977; para la Escuela Nacional Preparatoria, Guadalupe Gorostieta y Cadena en 1978; Arlette López Trujillo para la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) lztacala en 1986; y, ya como FES, Suemi Rodríguez Romo por Cuautitlán en 2005.

La tendencia a la alza de las mujeres que han llegado a ocupar el cargo de directora es abismal. En el siglo pasado, fueron designadas por la Junta de Gobierno, en un periodo de 1945 a 2000, sólo 38, lo cual representó el equivalente numérico del 0.69 por año, mientras que en los 24 años del presente siglo son ya 75, un equivalente de 3.17 al año; en los últimos tres años 23, siendo 7.66; y para el 2024 en sólo dos meses van cinco.

No queremos ser parte de una estadística, tampoco buscar serlo de una equidad de género si sólo se trata de llevarnos a cubrir el 50 % de una estructura organizacional, que por cierto nos llevaría un siglo alcanzarlo, pero ya empezamos y vamos a superarlo.

Es verdad que tenemos mujeres en posiciones de secretarías y en la Junta de Gobierno. El día de hoy es importante reconocer al Dr. Leonardo Lomelí, quien, al día siguiente de asumir la responsabilidad de Rector, nombró a la primera secretaria general, la Dra. Patricia Dávila, quien se encuentra entre nosotras.

El camino fue trazado por miles de mujeres hace siglos, muchas de ellas murieron en el intento de lograr sus metas o sus sueños; algunas estuvieron solas, sí, solas, pero ya no es el caso, todas juntas, con el apoyo de la comunidad continuaremos con el legado que hoy recibimos.

Felicito a todas las académicas que el día de hoy reciben tan importante reconocimiento y las invito a que seamos capaces e inteligentes; genuinas y sensibles, cuidadoras pero guerreras; seamos mujeres… sí mujeres, MUJERES UNIVERSITARIAS.

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