Las turbulencias de aire despejado, un desafío para la aviación moderna

Mientras se encuentran soluciones a este problema habría que buscar rutas alternas, lo que podría resultar en vuelos más largos con un mayor consumo de combustible: Francisco Estrada, del ICAyCC

Las turbulencias de aire despejado (TAD) originadas por el calentamiento global representan un desafío significativo para la aviación moderna debido a que no pueden ser detectadas por los radares. Francisco Estrada Porrúa, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM, reconoció la gravedad del tema para los millones de usuarios que utilizan este tipo de transporte.

“Las TAD son particularmente peligrosas porque los pilotos no pueden anticiparlas ni advertir a los pasajeros para que se abrochen el cinturón de seguridad”, afirmó el también doctor en Economía de la Universidad Libre de Ámsterdam.

En días recientes, debido a una turbulencia, falleció una persona y hubo varios heridos en el vuelo del Boeing 777 de Singapore Airlines, y en el de Qatar Airways 12 personas resultaron afectadas.

Un equipo de científicos británicos publicó en 2023 un estudio en la revista Geophysical Research Letters de la Universidad de Reading, en el cual se revela que, en 40 años, el periodo acumulado de turbulencias experimentadas durante los vuelos aéreos ha aumentado en todo el mundo, superando el 55 % en aire despejado a lo largo de la ruta del Atlántico norte (https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2023GL103814).

Estrada Porrúa indicó que en estudios recientes se demuestra que uno de los factores influyentes del aumento de las TAD es el calentamiento global.

“El planeta se ha calentado en promedio 1.3 grados centígrados respecto al periodo preindustrial, aunque no todas las regiones aumentan su temperatura al mismo ritmo ni con la misma intensidad, en particular, a altitudes de alrededor de 10,000 metros, donde vuelan los aviones, hay diferencias significativas en el calentamiento, lo que contribuye a la aparición de estas turbulencias”, relató el especialista.

El investigador destacó que las diferencias de temperatura entre las zonas polares y los trópicos afectan las corrientes atmosféricas.

Estas corrientes son esenciales para la navegación aérea. Explicó que la corriente en chorro es como una especie de “autopista aérea que se encuentra en las latitudes altas del hemisferio norte y puede alcanzar velocidades de 200 a 300 kilómetros por hora, lo cual ayuda a los aviones a ahorrar combustible y a volar más rápido”.

No obstante, el también maestro en Administración de Riesgos del Instituto Tecnológico Autónomo de México dijo que el calentamiento global ha afectado a estas corrientes, ya que las diferencias de temperatura aceleran la “corriente en chorro”, lo que puede causar turbulencias.

“Imaginemos la corriente en chorro como un río rápido fluyendo junto a una masa de aire más lenta o estacionaria. Esta diferencia de velocidad crea fricción y genera turbulencias invisibles, ya que no están asociadas a nubes o tormentas visibles”, argumentó el doctor.

Tal y como plantea el estudio de los científicos británicos, en las últimas cuatro décadas las turbulencias intensas de aire despejado han aumentado un 55 %. Este hecho genera múltiples problemas para la aviación, “pues el cambio climático afecta los patrones de viento, obligando a ajustar las trayectorias de vuelo”.

Admitió que las rutas aéreas antes óptimas podrían dejar de serlo. Además, la mayor velocidad de la corriente en chorro y el incremento en la frecuencia de eventos extremos, como tormentas, complican aún más la situación.

Si la temperatura aumenta, la frecuencia de estos eventos seguirá incrementándose.

Costo ambiental

Mencionó que aeropuertos cercanos a la costa también se ven amenazados por el aumento del nivel del mar, lo que podría afectar sus operaciones; en consecuencia, los pasajeros experimentarían turbulencias más frecuentes y severas.

“Si el calentamiento global continúa al ritmo actual, la frecuencia de estas turbulencias seguirá incrementándose. Esto obligará a la aviación a buscar rutas alternativas para evitar zonas de alta turbulencia, lo que podría resultar en vuelos más largos y un mayor consumo de combustible”, acotó el investigador.

Esta problemática incrementará el costo ambiental del transporte aéreo, “más combustible y mayores emisiones de gases de efecto invernadero harán que el impacto ambiental de cada vuelo sea mayor. Estas son algunas de las afectaciones que ya estamos experimentando, no sólo proyecciones futuras, sino realidades actuales”, enfatizó el académico universitario.

Al referirse a los algoritmos para identificar turbulencias, sostuvo que ya existen muchos sistemas de radar que alertan a los pilotos sobre turbulencias, especialmente las asociadas con tormentas, indicando rutas alternativas para evitarlas.

Sin embargo, reconoció que detectar las TAD es mucho más difícil. “Se han realizado pruebas con tecnología que utiliza láseres para identificar estas turbulencias, pero son equipos muy costosos y pesados, lo que limita su uso en aviones comerciales que prefieren maximizar la carga de pasajeros y equipaje”.

Los pilotos no pueden anticiparlas ni advertir a los pasajeros.

El futuro

El investigador de la UNAM fue optimista con respecto al futuro, comentó que a medida que esta tecnología se abarate y se haga más compacta, será más viable su implementación en aviones comerciales. Además, consideró probable que el desarrollo tecnológico a la larga proporcione nuevas herramientas, como el uso de imágenes satelitales para detectar estas turbulencias.

“Con el aumento de la temperatura global habrá un gran incentivo a fin de desarrollar soluciones que hagan los viajes aéreos más seguros y cómodos para los pasajeros.”

Mientras que la solución para detectar las TAD llega, continuará la afectación de las rutas de vuelo y los tiempos de viaje, mencionó Estrada Porrúa.

“Tendremos que evitar zonas cercanas a la corriente en chorro, lo que podría implicar tomar rutas menos directas. Actualmente, tratamos de volar en línea recta entre dos puntos para minimizar el tiempo y el consumo de combustible. Sin embargo, desviarse debido a las turbulencias aumentará tanto el tiempo de vuelo como el consumo de combustible, y, por ende, las emisiones de gases de efecto invernadero”, admitió el especialista.

Además, no podemos garantizar la ausencia de turbulencias, ya que no siempre son visibles. Esto hará que la aviación sea más costosa y menos atractiva para los pasajeros, quienes podrían enfrentarse a turbulencias más frecuentes y severas.

¿Qué hacer?

En este sentido, como viajeros, ¿qué debemos tener en cuenta ante estas turbulencias que podrían presentarse con más frecuencia? A decir del investigador, hay dos cosas importantes que debemos destacar aquí:

  1. Uso del cinturón de seguridad: es esencial mantenerlo abrochado durante todo el vuelo, no sólo cuando se anticipa turbulencia; esto es crucial porque ésta puede ser impredecible, y llevar puesto el cinturón todo el tiempo será una forma de prevenir lesiones.
  2. Seguridad de las aeronaves modernas: los aviones actuales están diseñados para soportar turbulencias severas, lo que hace que sea poco probable que causen un daño grave o un accidente fatal. Aunque puede resultar una experiencia aterradora, estos medios de transporte están construidos para resistir condiciones extremas.

En conclusión, el calentamiento global ha incrementado la frecuencia y severidad de las turbulencias de aire despejado, lo cual representa un desafío significativo para la aviación moderna. A medida que los patrones climáticos cambian, los vuelos serán más largos, costosos y con un mayor impacto ambiental.

Es crucial que la industria de la aviación desarrolle y adopte nuevas tecnologías para detectar y mitigar estas turbulencias, y que los pasajeros tomen precauciones adecuadas, como mantener siempre abrochado el cinturón de seguridad a fin de minimizar riesgos. Si se enfrentan estos desafíos con innovación y adaptabilidad, podremos continuar volando de manera segura y eficiente en un mundo afectado por el cambio climático.

Es esencial mantener el cinturón de seguridad abrochado durante todo el trayecto.
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