Retrata daños de los agroquímicos en Villa Guerrero

“Lo importante son las historias que contamos”

Cristopher Rogel Blanquet, profesor de la FCPyS, ganó el World Press Photo 2023 de la región Norteamérica y Centroamérica con la serie Beautiful Poison

El periodismo tiene una responsabilidad social, un compromiso, señala Cristopher Rogel Blanquet, ganador del World Press Photo 2023 de la región Norteamérica y Centroamérica, en la categoría de proyectos a largo plazo, con la serie Beautiful Poison.

Agrega en entrevista que “lo importante son las historias que contamos. Eso es lo que tendría que estar por encima de cualquier otro reconocimiento. Y justo en ese momento yo no pensaba en los premios, sabía que la historia era importante. El interés fundamental era poner en evidencia el problema de salud pública que existía en Villa Guerrero, Estado de México”.

El World Press Photo es el máximo galardón de la fotografía periodística a nivel mundial. El jurado dijo que “este proyecto es una perspectiva interna convincente sobre los impactos de la industria mundial de las flores y el uso de agroquímicos”.

Cristopher Rogel fotografió a familias floricultoras en Villa Guerrero, en el Estado de México, con el fin de concientizar sobre el impacto ambiental y humano de los agroquímicos en la franja florícola mexicana, y retratar el descuido de las autoridades respecto del cuidado de la salud en la región, así como para llamar la atención sobre las responsabilidades de los consumidores al comprar flores.

Ha trabajado en la cobertura de los grupos de autodefensa en Michoacán, la desaparición forzada de los 43 estudiantes en Ayotzinapa, los niños que trabajan en los campos de amapola en las montañas de Guerrero, los refugiados de guerra sirios y la guerra de Ucrania.

Tiene 10 años en el periodismo; empezó en la prensa escrita. “De ahí me pasé un año y medio haciendo video para El Universal, y luego hago la transición a la fotografía. Como fotógrafo llevo siete años y medio. La decisión de dedicarme a eso viene de cuando era niño. Mi mamá me regaló una cámara y yo era el que hacía imágenes de toda la familia; de hecho, gran parte del archivo familiar es mío”.

Foto: Cristopher Rogel Blanquet.

Deterioros

Desde hace muchos años su papá conocía a una persona que se dedicaba a fumigar flores. “Eventualmente, yo hacía el comentario de que me sorprendía que esta persona no tuviera alguna enfermedad; eso fue hace 10, 12 años, no recuerdo, pero todavía no tenía la intención de ser periodista. Fue cuando decido dedicarme al fotoperiodismo, y se presenta la oportunidad laboral en una agencia internacional, que la editora me sugiere hacer un reportaje que tenga que ver con el cambio climático. La agenda 2030 es lo que está en el interés de los medios. Es entonces cuando rescato la idea de mi papá, y le comento a la editora que conozco un caso de contaminación en Villa Guerrero, y empiezo a trabajar”.

Cuando quiere presentar un adelanto a la editora se inicia la pandemia. La coyuntura se va hacia el coronavirus, y ella le dice que ya no. “Y tuve que decidir si abandonar el proyecto o continuarlo. Y decidí continuarlo porque me parecía injusto abandonar a las personas que ya me habían dado la oportunidad de documentar sus historias, sentía que no era correcto”.

Documentó la historia de manera paralela a su trabajo. Así pasaron tres años. “He tenido la fortuna de que esta labor ha sido reconocida con distintos premios, incluido el World Press Photo. Es una confirmación de que tomé la mejor decisión al seguir documentándolo. Porque, además, es un caso que requiere mucha atención de parte de las autoridades”.

Menciona que el problema como tal no es la actividad florícola, que da de comer a miles de personas. “Más bien allí el problema es la carencia de atención médica por parte de las autoridades. No hay políticas preventivas ni reactivas para resarcir esto que ya existe. Las personas que trabajan ahí son gente buena, ellos no tienen la culpa”.

Respecto a su trabajo de profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, considera que “el hecho de convivir al menos una vez a la semana con estas nuevas generaciones, intercambiar ideas, escuchar su perspectiva del mundo, y que me permitan darles mi perspectiva desde la experiencia, es enriquecedor, es un canal de ida y vuelta”.

El consejo que da a sus alumnos es “que hagan caso a su estómago y a su corazón, porque muchas veces uno está hablando de una vocación profesional, como pensando en la retribución meramente económica o en la satisfacción para los padres, pero soslayas la satisfacción personal”.

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