Cuando ingresé al Instituto de Química (IQ) de la UNAM sólo éramos cinco mujeres. Fue muy difícil adaptarme a un ambiente masculino, recordó la investigadora Adela Rodríguez Romero.
Entró al IQ en 1986, “sentía que me veían menos, incluso algunos investigadores no me llamaban doctora sino señora”.
Trabajaba el doble para demostrar que las mujeres valen y pueden desempeñar el trabajo de cualquier persona. “Ese fue uno de mis mayores retos”. Siempre se sintió muy apoyada por el director de aquel entonces, Fernando Walls.
Un día, Libia Rodríguez, reconocida investigadora en el área de la química, le comentó: “cuídate mucho las espaldas porque estás en un instituto rodeada de muchos hombres. “No sé por qué lo dijo y no quise preguntarle”, contó entre risas.
Después de 34 años reconoce que ha sido un camino difícil, pero también con satisfacciones. Una de éstas fue la creación del Laboratorio Nacional de Estructura de Macromoléculas (LANEM) y que incluso han recibido solicitudes de colaboración desde Chile y Colombia.
Otro de sus grandes orgullos son sus alumnas y alumnos, quienes actualmente ocupan cargos de investigadores o realizan algún posdoctorado.
En su camino
Uno de los retos que enfrentó fue el horario de trabajo: de nueve de la mañana a siete de la noche. Sintió que abandonaba muchas horas a sus dos hijos. Su esposo la entendió muy bien y la apoyó al igual que sus pequeños, que se adaptaban a cualquier situación.
En sus primeros años dentro de la Universidad se crearon diversos laboratorios y uno de ellos fue el Laboratorio Nacional de Estructura de Proteínas, donde se buscaba determinar la estructura de proteínas de macromoléculas biológicas, utilizando técnicas de difracción de rayos x.
“Me pusieron a cargo del laboratorio y fue un gran reto, ya que en ese momento no tenía apoyo, me tocó dirigir, tener a mis alumnos y listo”.
La investigadora era responsable del Programa de Doctorado de Ciencias Biomédicas. “Había que asistir a reuniones, no teníamos secretarias ni nadie que nos apoyara para todo el trabajo”.
Fue la primera y única secretaria académica del Instituto y se le juntaron las tres actividades. Su horario terminaba hasta las diez de la noche.
En ese momento el mayor apoyo fueron sus alumnos, quienes la ayudaron incondicionalmente. “Si no hubiera contado con ellos, habría sido demasiado abrumador”.
Su investigación en el LANEM se ha enfocado en aspectos relacionados con la química estructural de macromoléculas. A través de sus estudios han detectado proteínas presentes en el látex, que podría causar reacciones alérgicas en médicos y enfermeras, pero también en personas que son operadas.
Establecieron una colaboración con el Instituto de Pediatría para llevar a cabo un protocolo y realizar estudios. “Nosotros preparamos un kit de diagnóstico, y si un pequeño requiere una operación se le realiza el estudio para saber si son alérgicos a este material, y así salvarlos de un choque anafiláctico durante una cirugía”.
Cómo se encaminó a la ciencia
Su madre era química fármaco-bióloga y era jefa de la farmacia del Centro Médico Naval. Trabajaba con aspectos de la química y con preparación de formulaciones que venían en recetas. Su padre era metalurgista y laboraba en Crédito Minero y Mercantil.
Eventualmente la llevaban a sus centros de trabajo y de esa forma la académica universitaria tuvo su primer acercamiento con la ciencia. Desde entonces se apasionó por la química.
En casa nunca tuvo alguna restricción para estudiar una profesión en específico. Ella, sus tres hermanas y hermano pudieron elegir la carrera que más les atrajo. Tenían el ejemplo de su madre, que a pesar de ser militar siempre fue muy dulce.
Adela Rodríguez estudió ingeniería bioquímica y posteriormente realizó una maestría y doctorado en química.
“Lo que más me apasiona de la química es el campo que nos permite determinar, desde el punto de vista químico estructural, cuáles son todas las interacciones que lleva a cabo una macromolécula biológica con otras moléculas”.
Para Adela Rodríguez es fascinante conocer cómo es que se encuentran los átomos dispuestos en una macromolécula, conocer su función, identificar cómo se activa y se inhibe para que interaccionen con diferentes moléculas, proteínas y ácidos nucleicos.
“Determinar la estructura tridimensional de una molécula biológica es muy gratificante y enriquecedor”.
“A las nuevas generaciones de chicas les recomiendo que estudien lo que más les atraiga, aunque sea una carrera poco convencional para mujeres, eso ya no existe. Hoy podemos incursionar en las áreas que queramos, ya sea ingeniería, química, biología, física o matemáticas”.