Manejar nuestras actitudes hostiles nos compensará con una mejor salud
La hostilidad es un conjunto complejo de sentimientos y actitudes que motivan un comportamiento agresivo y a menudo vengativo
¿Qué es?
La hostilidad es una reacción emotiva que incluye sentimientos de ira y, a la vez, mantiene una connotación actitudinal que la convierte en un patrón de actuación violenta. Esta actitud está formada con base en un sistema de creencias negativas sobre la naturaleza humana y la sociedad. La personalidad hostil se caracteriza por presentar atribuciones de “ser víctima” debido a una sociedad injusta, mezquina, egoísta, deshonesta y que, en esencia, representa una amenaza en su proceso de adaptación.
Otra manera de conceptualizarla es como un conjunto complejo de sentimientos y actitudes que motivan un comportamiento agresivo y a menudo vengativo, que implica la aversión y la evaluación negativa de los demás.
Las características distintivas del constructo de hostilidad involucran las variables cognitivas del cinismo (creer que los demás tienen motivaciones egoístas), desconfianza (una generalización excesiva de que los otros serán hirientes e intencionalmente provocadores) y denigración (evaluar a las personas como deshonestas, feas, mezquinas e insociables).
La hostilidad puede llegar a ser considerada una emoción negativa, ya que se caracteriza por esperar lo peor de los demás, estar siempre a la defensiva, crear ambientes de tensión y competitividad y percibir el entorno como un espacio de lucha para lograr objetivos.
Manifestaciones psicológicas y fisiológicas
Las personas hostiles tienen baja actividad del sistema parasimpático que las predispone a reaccionar defensivamente ante estímulos neutrales.
La prueba en apoyo de esta visión sigue aumentando con muestras que van desde infantes hasta adultos. Este cuerpo de evidencia señala que las diferencias en la fisiología de personas con mayor hostilidad, quienes típicamente tienen problemas en la evaluación del medio ambiente y en su respuesta ante él, radican en el sistema parasimpático.
Esta relación con la hipoactivación parasimpática viene unida a una disminución en el tono de la actividad del nervio vago, encargado de regular las frecuencias cardiaca y sanguínea, la respiración y la actividad digestiva, por lo que las personas con tendencia a la respuesta hostil presentan poco control emocional y atencional.
Sus efectos
Al examinar los factores de riesgo psicosociales de las enfermedades cardiovasculares, la hostilidad es la principal variable psicológica evaluada.
Las personas hostiles presentan, además, malos hábitos de salud como son la falta de ejercicio físico, poco cuidado personal, episodios de consumo excesivo de bebidas alcohólicas y tabaquismo.
Esto podría estar relacionado con las respuestas de tipo hostil con un riesgo más alto de padecer enfermedades de las arterias coronarias y otras afecciones cardiovasculares, inflamatorias, así como mayor tasa de mortalidad, independientemente del sexo de la persona.
Para algunos individuos, la hostilidad les genera conflictos interpersonales y, en consecuencia, un bajo nivel de apoyo social, lo que constituirá un factor de riesgo para su salud mental. Estas personas pueden padecer depresiones y sentimientos de soledad que normalmente bajan su autoestima.
¿Qué genera esta reacción?
La hostilidad “es por naturaleza un constructor multidimensional”; es el resultado de las influencias que puede haber recibido la persona por parte de su medio ambiente a lo largo de su vida, ya que el factor genético, si actúa, lo hace de modo muy reducido.
No son las situaciones en sí las que causan una determinada reacción emocional, sino que, de acuerdo con la evaluación situacional que haga la persona, se manifestarán diferentes formas y grados de emoción.
Los altos niveles de hostilidad han sido relacionados con un aumento del nivel general de impulsividad. Un ejemplo está en los pacientes con trastorno límite de la personalidad (TLP). Entre las principales conductas disfuncionales en estos casos, especialmente en los eventos impulsivos y en la adquisición de habilidades adaptativas de regulación emocional, tenemos aquellas de la rabia / hostilidad.
Sin embargo, el desencadenante universal de la hostilidad es el estrés, que es el sistema general de alerta ante condiciones potencialmente agresivas o riesgosas en una gran diversidad de contextos. Las creencias de que los demás quieren hacernos daño pueden ser más o menos certeras, y siempre se anticipan a la situación real. Entre otros factores se encuentran las altas temperaturas y el dolor.
La hostilidad se genera ante situaciones que ya se esperaban y se temían, cuyas consecuencias se aprecian susceptibles de modificar y controlar. Hay ciertos factores moduladores de esta experiencia emocional, como son: la estabilidad emocional y el nivel de autoestima, la desconfianza y las normativas social y cultural.
Características
Algunas características de las personas que experimentan esta emoción son las siguientes:
- Estilo dominante y autoritario.
- Pensamiento rígido, con dificultades para reconocer y expresar sus emociones.
- Actitud dura, impaciente, irritable y competitiva.
- Consideran el descanso o el ocio como pérdidas de tiempo.
- Preocupación por el rendimiento y los resultados, más que por las actividades y su proceso.
Pocos intereses y relaciones personales, dada la gran implicación en el trabajo.
¿Cómo manejarla?
Todas las personas tenemos la capacidad, en mayor o menor medida, de entender y gestionar nuestras emociones, así como la habilidad empática que determinará hasta dónde podemos comprender las de quienes nos rodean; de manera que dependen, en buena medida, de nuestro bagaje de experiencias y de la motivación que tengamos para controlar esta cuestión.
Las técnicas más utilizadas en terapia con personas con agresividad son las que intentan que los pacientes tomen conciencia de las situaciones y pongan en marcha acciones distractoras e inductoras de emociones positivas que, aunque no tengan especial fuerza en esos momentos de hostilidad, sí consigan obligar al sistema a procesar la información por la vía lenta.
Activar el autocontrol emocional, escuchar, ser empático, preparar la situación y ser recompensante. Estas cinco estrategias se utilizan para reducir la hostilidad a un nivel en el que sea posible conversar. Cuando se puede comunicar: expresar sentimientos, hacer peticiones con “mensajes yo”; se utiliza para que el interlocutor vea el daño que produce la hostilidad en la relación interpersonal.
Las siguientes fases tienen como objetivo ayudar a la persona descompensada emocionalmente a reconducirse hacia un estado emocional compensado, para lo cual es bueno que conozcamos las etapas de este patrón, a fin de activar nuestro control emocional y, mediante el conocimiento de las fases de esta curva, determinar la propia actuación en cada una de ellas:
- Nivel racional. Estado emocional adecuado.
- Salida. La persona “se dispara” ante la circunstancia que sea y, de forma agresiva u hostil, ataca, dando “riendo suelta” a sus emociones. No está en disposición de abordar racionalmente la solución del problema; por lo tanto, lo mejor será escuchar (aguantar el tirón).
- Enlentecimiento. Es imposible que la activación anterior dure siempre: si no hay provocaciones acabará agotándose por sí sola.
- Afrontamiento. Es el momento de intervenir y decir algo, dependiendo de lo que se manifieste, el resultado puede ser muy distinto. Es importante “empatizar”; o sea, hacer comprender a la persona que entendemos su estado (no es necesariamente estar de acuerdo o darle la razón). No se argumenta o defiende. “Entiendo cómo te sientes…” “Sé que esto es muy difícil para ti…”
- Enfriamiento. Si se ha dicho algo realmente empático, la persona generalmente se irá calmando cada vez más.
- Solución de problemas. Nuevamente en el nivel racional, es el momento para resolver el problema.
¿Es posible controlar en nosotros este sentimiento?
Una posible respuesta es que existen dos vías de razonamiento en el cerebro: la rápida y la lenta. La primera es la que lleva la información de los estímulos directamente a la amígdala, que es la encargada de valorar éstos emocionalmente y producir una acción rápida (ataque, huida, etcétera). Esta respuesta no se condiciona por el medio, sino por las impresiones más primitivas del cerebro y el estado de ánimo, siendo así más probable que en una disposición afectiva negativa desencadene una actitud airada, hostil o agresiva.
Esta vía rápida no tiene en cuenta las circunstancias, para ello es necesario que el estímulo vaya al cerebro por la vía lenta, pasando por el neocortex y el hipocampo, y de ahí a la amígdala. En ese caso se analiza una mayor cantidad de factores involucrados en la situación y la respuesta emocional que se genera es más adaptada y menos impulsiva.
Este segundo tipo de razonamiento capacita para reducir los niveles de hostilidad, de modo que es necesaria una fuerte motivación a la hora de enfrentar las situaciones que eviten acostumbrar al sistema a responder por la vía rápida.
Referencias culturales y de divulgación
A continuación, podremos apreciar historias de personajes que fueron hostiles:
Pain, personaje de la serie animada Naruto, escrita e ilustrada por Masashi Kishimoto. A lo largo de sus apariciones, el anime nos cuenta la historia de Pain, un ninja que vio cómo sus seres queridos fueron lastimados, al igual que él mismo. Esto provocó que pudiera ser manipulado por otro personaje para que llevara a cabo la tarea de “salvar a la humanidad”. Con este objetivo, Pain se vuelve alguien que la mayor parte del tiempo muestra hostilidad, causando daños a todo lo que se interponga en su meta, porque él considera que esa es la única forma de poder salvar a la humanidad.
Acertijo, personaje del filme Batman, realizada en 2022 por Matt Reeves. En esta versión Batman se enfrenta a un individuo conocido como el “Acertijo”, quien comete crímenes en contra de gente con cargos importantes de Ciudad Gótica, ¿Su plan final? Destruir la urbe junto con todos sus habitantes. Esto es contado por él mismo a Batman, argumentando que la ciudad se lo merece (sobre todo las personas importantes) por como siempre han tratado a la gente común, considerando que a la sociedad de la ciudad ya no se le debe dar otra oportunidad.
Joker, de Todd Phillips, EE. UU., 2019. Esta película muestra cómo un hombre, llamado Arthur Fleck, se transforma en el Joker. Poco a poco la historia nos presenta la dura vida del personaje, llegando a tal punto en que comienza a volverse abiertamente hostil, quebrantando diversas leyes y lastimando a muchas personas. ¿La razón? Él mismo lo dice: la sociedad trata a hombres como él en calidad de “nada”, se burla de ellos, es agresiva, y él tiene que mostrar cuáles son las consecuencias de eso.