Ecólogo del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad
Martínez Ramos, miembro honorario de la Asociación para la Biología Tropical
La distinción le fue entregada en Kigali, Ruanda, por sus contribuciones académicas en ese campo de investigación
El ecólogo universitario Miguel Martínez Ramos, experto del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES), fue designado miembro honorario de la Asociación para la Biología Tropical y la Conservación (ATBC, por sus siglas en inglés), la sociedad científica de alcance global más importante en el campo de la biología tropical, dedicada a promover la investigación, la educación y la comunicación en la materia.
Dicha distinción le fue otorgada en el marco de la 60th Annual Meeting of the Association for Tropical Biology and Conservation, celebrada del 14 al 18 de julio en Kigali, Ruanda. Se trata del mayor reconocimiento que otorga esa asociación, y destaca las contribuciones académicas y dedicación a la formación de futuras generaciones de biólogos tropicales.
A la fecha, durante sus poco más de seis décadas (1963), la ATBC ha distinguido a más de 80 investigadoras e investigadores de 15 países, entre ellos los científicos mexicanos José Sarukhán Kermez, exrector de la UNAM; Rodolfo Dirzo, profesor de la Universidad de Stanford, y Arturo Gómez Pompa, del Centro de Investigaciones Tropicales de la Universidad Veracruzana.
Con esta designación, la ATBC ha honrado a personas que hacen contribuciones excepcionales a la biología tropical al nombrarlos miembros honorarios. Para ello se requiere una nominación formal de colegas, una revisión rigurosa por parte del Comité de Miembros Honorarios y un voto de aprobación del Consejo de esta agrupación científica.
Al respecto, Martínez Ramos recordó que este reconocimiento se otorga a personas que han contribuido de manera extraordinaria al avance del conocimiento y/o con acciones para la conservación.
“Aunque reconozco que haberlo recibido no es un mérito propio, porque por más características que uno pueda tener para hacer investigación y conservación, nuestras contribuciones dependen de los estudiantes, mentores, profesores y, sobre todo, de la familia, que ha estado siempre a nuestro lado e impulsa nuestro desarrollo y la posibilidad de contribuir al conocimiento”, señaló el especialista en Ecología y manejo de bosques tropicales, quien es presidente del Comité de Conferencias de la ATBC.
El universitario mencionó que este nombramiento le da un sentido de responsabilidad “para seguir aportando mi trabajo y esfuerzo en la formación de estudiantes. Las juventudes son importantes para el futuro, en un mundo cambiante y que muchas veces va en una dirección que no deseamos, es decir, de degradación social y ambiental”.
Dijo que los jóvenes son el futuro y tanto como pueda continuará su trabajo de docencia e investigación, dirigiendo tesis de los distintos niveles de educación superior e invitando a los estudiantes a este tipo de reuniones, “cuando sea posible apoyarlos con recursos para que asistan y se reúnan con la gente que está a la vanguardia en el campo de la biología tropical y la conservación, y con otros que hacen esa labor desde fuera de la academia”.
Esta distinción reconoce a quienes han realizado contribuciones destacadas en su carrera académica, en este caso al estudio de la biología tropical y/o conservación, pero también tienen un papel destacado en el apoyo a la sociedad y el compromiso de vincular los resultados de la investigación con la sociedad, apuntó.
Recordó que en 2007 le correspondió organizar el congreso en Morelia, Michoacán, y ya como miembro del Consejo, en 2017, se desarrolló otro en Mérida Yucatán. “Ahora en Kigali, Ruanda, propusimos realizarlo en 2025 en la ciudad de Oaxaca, del 29 de junio al 4 de julio, propuesta que fue bien recibida y será una gran oportunidad para vincular la riqueza biocultural de ese estado mexicano con la biología tropical y la conservación”.
Subrayó que en Oaxaca “queremos determinar la visión que tendría la sociedad para un mundo sustentable, incluida la base del conocimiento local, puesto que el conocimiento de los pueblos originarios, tanto en Latinoamérica como en África y Asia, se ha relegado. Se le da mucho peso a la parte de la ciencia, que sí tiene todo su mérito, pero hay un conocimiento y prácticas que están ahí y que son importantes para visualizar el futuro de una forma distinta”.
Planteó que el reto más importante es seguir viendo cómo podemos contribuir, no sólo a conservar las reservas, la biodiversidad y los ecosistemas tropicales, sino “cómo hacemos para que los seres humanos puedan conciliar sus actividades de desarrollo con la conservación”.