Murió Amparo Dávila

Maestra del cuento, escribió espléndidas historias, tanto de corte realista como fantástico, con una prosa límpida, precisa y reposada

Amparo Dávila dedicó la mayor parte de su vida como escritora a un género ampliamente cultivado en México: el cuento, y pudo destacar en él gracias a que escribió espléndidas historias de corte tanto realista como fantástico con una prosa límpida, precisa y reposada. El pasado sábado 18 de abril murió, a los 92 años, en la Ciudad de México.

Nacida en Pino, Zacatecas, el 21 de febrero de 1928, Dávila tuvo una precaria salud durante su infancia y juventud, lo que la obligó a permanecer encerrada en la casa paterna largas temporadas.

Esto, no obstante, le permitió pasar mucho tiempo en la biblioteca de su padre, leyendo con fruición a autores que posteriormente ejercerían una influencia decisiva en su propia obra, como Emilio Prados, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Franz Kafka, Herman Hesse y D. H. Lawrence.

Dávila, quien ya viviendo en la Ciudad de México trabajó como secretaria de Alfonso Reyes, incursionó en el mundo de la literatura con los libros de poesía Salmos bajo la luna (1950), Perfil de soledades (1954) y Meditaciones a la orilla del sueño (1954).

Sin embargo, su enorme talento creador alcanzaría su punto más alto con los libros de cuentos Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1964) y Árboles petrificados (1977), con el que ganó el Premio Xavier Villaurrutia ese mismo año.

En 2011 dio a conocer su último libro de poesía: El cuerpo y la noche, dedicado a quien fue su cónyuge, el pintor Pedro Coronel (1923-1985), e incluido en su libro Poesía reunida.

En 2015 recibió la Medalla Bellas Artes como un reconocimiento a su obra y, apenas en marzo de este año, obtuvo el Tercer Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura, que otorga la Universidad de Guanajuato, por su relevante trayectoria dentro del género del cuento.

También como un reconocimiento a su legado, la Secretaría de Cultura del gobierno federal y el gobierno de San Luis Potosí convocan, desde 2015, al Premio Bellas Artes de Cuento Amparo Dávila.

Alguna vez, la poeta y cuentista mexicana declaró en una entrevista: “Los cuentos son como los hijos para las mujeres, que a uno lo quieren porque es buen muchacho, a otro porque es muy travieso, a otro porque da mucho que hacer. Así pasa con los cuentos: a uno lo quieres porque lo escribiste fácil, de un hilo, a otro porque te costó mucho trabajo, a otro por otras causas. Todos tienen, para mí, una importancia especial”.

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