Nada que “curar” en las identidades y diversidades sexuales

Se requiere un compromiso social para dejar de fomentar esas ideas.

La diversidad es parte de la condición humana y por tanto no hay nada que “curar” respecto a las identidades y diversidades sexuales, aseguró Claudio Arturo Tzompantzi Miguel, académico de la Facultad de Psicología (FP).

Sigue presente en el imaginario colectivo que quienes no responden a una identidad binaria son “no humanos”, cometen un crimen o tienen una enfermedad, por eso es importante que se manifieste que no hay nada que curar al respecto, ello debido a la aparición de los denominados ECOSIG (esfuerzos por corregir las orientación sexual e identidad de género), es decir, las mal llamadas “terapias de conversión”, que son una evidencia del impacto de esta historia en la actualidad, expresó.

Al intervenir en el 6to Ciclo de conferencias UNAMirada desde la Psicología con el tema “La importancia de la despatologización de las diversidades sexuales”, el también docente de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) mencionó que debe buscarse crear un diálogo desde la psicología y otras ciencias, como la medicina, para entender de manera mucho más integral la sexualidad.

“Adquirir un compromiso social para fomentar la idea de que no hay nada que sanar. La vida se encuentra en una serie de jerarquizaciones derivadas de conceptos, creencias, valores y conductas de raza, clase, género y orientación sexual, que nos dicen qué vidas son importantes, valiosas y qué vidas no lo son”, planteó.

Nuestras emociones, deseos y relaciones son configurados por la sociedad en que vivimos”

Claudio Arturo Tzompantzi Miguel | Académico de la Facultad de Psicología

Momentos históricos

En el Auditorio Dr. Florente López de la FP, el psicólogo clínico y social universitario destacó que la sexualidad también tiene diferentes momentos históricos, porque es una construcción social.

Nuestras emociones, deseos y relaciones son configurados por la sociedad en la que vivimos. “Un individuo es construido a través de su sociedad, pero también éste se encuentra edificando dicho núcleo, se halla siempre en dialéctica”, dijo al hacer referencia al filósofo alemán Martin Heidegger.

Por ejemplo, añadió, en el siglo I, en un occidente cristianizado, se desaprobaba el sexo por placer; para las centurias XII y XIII se estableció la idea del matrimonio y la familia; y desde los siglos XVII y XIX hubo un proceso de anclar lo que se considera la “normalidad sexual”.

“Esas ideas se instalaron como verdades absolutas. En 1881, el psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing hizo pública la psicopatología sexual, en la que se menciona que la homosexualidad es una ‘perversión sexual’, y una enfermedad degenerativa. Es decir: la psicología como disciplina ha estado fuertemente influida por los postulados médicos psiquiátricos y por una idea de naturaleza sexual”.

Aunado a esto, Tzompantzi Miguel agregó que en la primera versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), publicada en 1952, la homosexualidad era considerada y diagnosticada como una desviación sexual, “que no es sintomática de síndromes más extensos como las reacciones esquizofrénicas y obsesivas”.

En el DSM III, que data de 1980, se hace referencia a la homosexualidad egodistónica, y se aseguraba que no era una enfermedad, sino una perturbación. “Un malestar propio del individuo derivado de su ‘preferencia sexual’”, citó.

Para el DSM IV, publicado en 1990, ya no se mencionó la homosexualidad. Aparecen otras identidades para ocupar su lugar: las trans y la visión binaria sexogénero, en las que no hay correspondencia entre el sexo “biológico” y la identidad de género.

En el DSM 5 (2013) hay disforia de género (contraparte de la euforia) de pertenecer a algún lugar. “[La diversidad] se ve como una incongruencia con el género, y ya no es catalogada como trastorno, sino un desajuste psicológico derivado de la incongruencia entre la asignación de género y la identidad”, finalizó.

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