“No mires directamente el Sol, ¿de acuerdo?”
Miles de alumnos salieron de sus salones en Ciudad Universitaria para contemplar, en vivo, el fenómeno astronómico más importante del año
10:47 a. m. Faltan ocho minutos para que comience el eclipse parcial de Sol en Ciudad de México y, en el salón 102 de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en Ciudad Universitaria, una profesora, sentada sobre el escritorio en posición de flor de loto, imparte clases a siete alumnos que no le quitan la vista desde su respectivo pupitre.
Uno pensaría que este caso es único, pero no: en los salones 104 y 112, así como en los marcados con el 204 y el 205 –estos últimos llenos hasta el tope– tampoco se han interrumpido las clases, todavía…
Entretanto, por los pasillos y escaleras que desembocan en el “aeropuerto” transitan cada vez más jóvenes que buscan la salida. Les urge estar a la intemperie para presenciar, en vivo, el fenómeno astronómico más importante del año. En cambio, otros –los menos– deciden permanecer frente a los balcones que dan a Las Islas, desde donde también podrán verlo en todo su esplendor.
Afuera, la escalera que lleva al andador que conecta las facultades de Filosofía y Letras y la de Derecho luce atestada de gente que se dirige a Las Islas, donde miles de personas de todas las edades ya esperan –muchas de ellas resguardadas bajo sombrillas o pequeñas casas de campaña– el inicio del eclipse.
Durante este lento trayecto, un padre le dice a su hijo pequeño: “No mires directamente el Sol, ¿de acuerdo?”
Proteger los ojos
10:55 a. m. El Sol empieza a ser devorado por la Luna. Por todos lados se ve a alguien usar lentes especiales o filtro de soldador del número 14 para admirar, sólo durante unos cuantos segundos, este extraordinario fenómeno natural.
En la Facultad de Derecho, las clases continúan en las aulas Lic. José de Jesús López Monroy, Dr. Raúl Ortiz Urquidi, Dr. Antonio Martínez Báez y Dr. Jorge Sánchez Cordero; si bien es cierto que el número de alumnos que ocupa un pupitre en cada una de ellas va desde uno hasta no más de 15.
Y en el Jardín de los Eméritos, bajo los árboles, varios grupos de estudiantes toman café, comen un sándwich o ven el eclipse en su celular.
Justo frente al Auditorio Alfonso Caso, en cuyo frontispicio está el mural La conquista de la energía, de José Chávez Morado, hay, sobre las baldosas del suelo, un charco de agua y, asomados a él, dos adultos mayores (hombre y mujer).
—¡No miren el eclipse reflejado en el agua! ¡Puede afectarles la vista! —les advierte un hombre maduro que se les ha acercado.
—¿Quién lo dice? —pregunta la mujer, un tanto incrédula.
—Lo dicen los científicos de la UNAM —responde aquél.
—¡Ah!
En estampida
11:42 a. m. En la explanada de la Facultad de Medicina se levanta una carpa frente a la cual se han formado dos filas muy largas de niños, jóvenes, adultos y ancianos que esperan a que les presten unos lentes especiales o, bien, una caja oscura, para ver el beso del Sol y la Luna.
Los pasillos de la Facultad de Medicina se encuentran vacíos. De pronto, la puerta de un salón se abre y unos 15 estudiantes salen en estampida y bajan por una de las rampas del edificio principal. Se les nota ansiosos, apurados. Entonces, uno de ellos comenta: “¡Ya faltan pocos minutos!”
Punto culminante
12:14 p. m. La luna cubre el 79 % de la superficie del astro rey, con lo cual el eclipse parcial de Sol en Ciudad de México llega a su punto culminante. Ahora se hace más evidente el hecho de que la intensidad de la luz solar ha disminuido un poco –sólo un poco–, como cuando uno entra en una habitación y hace girar una perilla para bajar un poco –sólo un poco– la intensidad del foco que la ilumina.
En la azotea del edificio principal de la Facultad de Medicina y en la del edificio B de la Facultad de Química, decenas de estudiantes con los ojos cubiertos con unos lentes especiales o un filtro de soldador del número 14 miran extasiados el eclipse…
Enfundados en sus batas blancas, alrededor de 250 estudiantes de la Facultad de Química han invadido el patio del edificio A. Tampoco han querido perderse este gran acontecimiento astronómico. Una mujer ya mayor se aproxima a un grupo de ellos y les dice que si pueden prestarle un momento los lentes que están usando para observarlo.
—¡Claro! —responde uno de aquellos jóvenes, y se los alarga.
La mujer se los pone y alza la vista al cielo. Al cabo de unos segundos se los quita y se los regresa al joven.
—¡Es maravilloso! —exclama, y luego agrega—: Creo que el próximo eclipse total de Sol que se podrá contemplar en México ocurrirá dentro de 28 años. Ustedes sí lo verán, pero yo ya no.
Regreso a la normalidad
13:36 p. m. El eclipse parcial de Sol en la capital del país finaliza. El gentío que abarrota Las Islas comienza a moverse en distintas direcciones. Paulatinamente todo vuelve a la normalidad, que se manifiesta en las palabras que un estudiante les dirige a unos amigos: “Me voy. Nos van a pasar lista otra vez…”